El director Ken Loach y el guionista Paul Laverty tratan las dramáticas consecuencias de la guerra de Irak en la población civil en la película ROUTE IRISH, cuyo título alude a la carretera que une la zona verde de Bagdad y el aeropuerto. En ella muere un mercenario, un soldado de seguridad privada llamado Frankie el año 2007 en unas circunstancias que hacen pensar a su amigo Fergus, que sirvió en las fuerzas especiales británicas y luego también mercenario o contratista, que fue un asesinato.
La película se inicia y termina con el mismo plano, el discurrir de las aguas del río Mersey en Liverpool. Entre ellos, el funeral de Frankie, la investigación de su muerte a partir de la imágenes grabadas por un móvil que arrojan luz sobre las causas de la misma, los recuerdos de su amistad que se remontan a la juventud, la violencia compartida en la guerra, en distintos flash back, la venganza contra los supuestos causantes de su muerte, directos e indirectos, y finalmente, el suicidio del protagonista.
La guerra de Irak no terminó con su final oficial, sino que se hizo todavía más violenta contra la población civil después durante el enfrentamiento entre las distintas facciones en el que había quedado fragmentado el pueblo iraquí. Primero fue la violencia llevada a cabo por los soldados norteamericanos y británicos para controlar la situación una vez depuesto el dictador, luego la que realizaron cada vez más, los ejércitos privados contratados para mantener la seguridad de los proyectos empresariales de reconstrucción amparados en la Orden 17, que les daban libertad de actuación sin ningún respeto por los derechos de la población.
El director Ken Loach fiel a su estilo narra con gran verismo, en el que incluye imágenes reales, la violencia gratuita engendrada por el conflicto iraquí que llega a convertirse en un drama individual que afecta a las víctimas y a los propios ejecutores de la misma, que todavía perdura, en una región, Mesopotamia, considerada como la cuna de la civilización, de la Historia.