UN VIAJE APOCALÍPTICO




 El mundo actual está lleno de peligros e incertidumbres. Dos guerras activas en las puertas de occidente; polarización política entre bandos irreconciliables en muchos países; golpes de Estado en zonas subdesarrolladas; la extensión de gobiernos dictatoriales o autocracias que no respetan los derechos humanos y hacen uso de la violencia, y deterioro del medioambiente fruto del cambio climático. Podría suceder en el futuro el hundimiento político de EEUU, el llamado líder del mundo libre, y que la mayor democracia, se convirtiese en una dictadura, como ha dejado entrever el mandato de Donald Trump, hoy acusado de decenas de delitos. Nos lo cuenta la película, CIVIL WAR, escrita y dirigida por el británico, Alex Garland, que en una suerte de distopía, los EEUU sufren una cruenta guerra entre el gobierno central y dos estados secesionistas, entre otras fuerzas insurgentes.






El presidente está refugiado en la Casa Blanca y proclama en los medios de comunicación las ideas que tal vez han llevado a la violencia. La superioridad y las esencias de la nación frente a la invasión extranjera. Las llamadas Fuerzas del Oeste constituyen un auténtico ejército bien pertrechado, junto a grupos insurgentes de civiles armados que se han hecho con casi todo el país. El ejército gubernamental apenas tiene la ciudad de Washington. Ambos bandos, los secesionistas y el gobierno se enfrentan de manera despiadada, eliminando a sus enemigos sin hacer prisioneros como alimañas. Los protagonistas, Lee, una célebre fotógrafa; Joel, un periodista, se dirigen a la capital para hacer una entrevista al presidente. Les acompaña Sammy, un veterano articulista, y Jessie, una joven fotógrafa. En un largo viaje de más de mil kilómetros van a comprobar el rigor y la violencia de la guerra, a modo de una road movie trágica. Las carreteras muestran las huellas del desastre con coches quemados en medio de las vías. Fusilamientos de los prisioneros y asesinatos a sangre fría.






Los protagonistas se inclinan con las fuerzas secesionistas, dos estados y dos estrellas de una nueva bandera. Participan en los combates junto a ellas y son más respetados, frente a los soldados gubernamentales, racistas y xenófobos, que no acepta tanto los derechos humanos. De esta manera, llegarán a Washington, sumida en el caos, cuando las Fuerzas del Oeste están apunto de asaltar la Casa Blanca, con el objetivo de matar al Presidente. Constituye la última secuencia de la película. Un intenso combate de asalto lleno de explosiones y tiroteos. Al final, entran en el edificio, fotógrafos y periodistas junto a los secesionistas, y tras un intenso combate con el servicio secreto en las habitaciones, abaten como un animal al Presidente, que aparecerá en la última imagen de la historia como un logrado trofeo. Lee no sabía que libraba su última batalla como reportera de guerra, al salvar la vida a la joven Jessie, que intenta captar una foto arriesgada, en medio de un tiroteo. 






La película resulta atractiva con el argumento. La posibilidad de una guerra civil en EEUU, una idea del todo demasiado ficticia hace unos años, pero asumible en estos tiempos de polarización política encarnado en la figura extremista de Trump. También, desde el punto de vista formal, donde priman las imágenes sobre el contenido, más centrado en la vivencia humana de los protagonistas. Unas imágenes alusivas, indirectas, que no ser recrean con la acción violenta, sino que la critican. Un ritmo cinematográfico pausado, pero intenso, que atrae sobremanera a cualquier espectador. En un entorno visual escogido, de gran belleza, a pesar del drama narrado, en escenas bien iluminadas, como nocturnas.

UN MUNDO EXPANDIDO


 

El desarrollo de Internet a finales del siglo XX, luego en el 2000 con el uso de los móviles, ha causado que en estos treinta años hasta nuestros días, parte de nuestras vidas se desarrollen en un mundo digital. Todavía es poco tiempo para ver todas las consecuencias. Recientemente, fruto de la constante revolución tecnológica, se ha incorporado la Inteligencia Artificial. Es el momento de reflexionar, identificar este nuevo mundo virtual que expande el mundo físico. Observar sus implicaciones y la necesidad de tener unas normas, identificar unos objetivos. La exposición de la Fundación Telefónica, MUNDO EXPANDIDO, ENTRE LO FÍSICO Y LO VIRTUAL, viene a responder a estas expectativas. Se hace necesario, también, echar una mirada atrás, en el pasado, que puede remontarse al siglo XV, cuando en Italia se inventó la perspectiva geométrica, que permitía representar la tercera dimensión en un cuadro.



La necesidad de reproducir visualmente la realidad, que no era la verdadera, le siguieron experiencias, como las cajas ópticas, muy populares desde el siglo XVII; luego los Panoramas que suponían vistas inmersivas de 360 grados; y ya en el siglo XIX, la fotografía estereoscopia, y finalmente el cine, la imagen en movimiento en 1895. Los hermanos Lumiére asombraron a los espectadores cuando mostraron en un minuto la llegada del tren a una estación, que parecía se abalanzaba sobre ellos. Todavía hoy sigue seduciendo, pero la revolución informática casi cien años más tarde, ha propiciado el mundo digital, llamado en un principio ciberespacio, hoy convertido en el metaverso. La exposición de Telefónica, nos lo explica en distintas secciones: Otro mundo en construcción; Atravesar la pantalla; Seres digitales; y Comunidad virtual, que reúnen un conjunto de experiencias para explicar distintas formas de virtualidad digital. 



En este proceso de progresiva inmersión, los videojuegos han jugado un papel fundamental, por su posibilidad de recrear mundo paralelos y acciones impensables en el nuestro. En ellos podemos interactuar con otras personas convertidas como nosotros en avatares. Destacan, sobre todo, los juegos sin las limitaciones de las reglas que lo rigen, de mundo abierto, en el que el jugador sea partícipe o constructor del contexto espacial. Nos tenemos que preguntar, hasta dónde podemos llegar e incluso atravesar la la pantalla, tener unos gemelos digitales que nos introduzcan al momento en ese mundo. La tecnología cada vez es más precisa y potente. La verdad es que cada vez somos más seres digitales en un mundo virtual, donde participamos de distintas maneras o nos alejamos de la realidad física, en la medida que nos situamos en Internet e interactuamos con las Redes Sociales; jugamos en remoto, incluso trabajamos o compramos y vendemos productos. Por no decir, manipulamos nuestra hogar a través de la red. 



A este mundo virtual, digital, distinto al físico, se le denomina metaverso, término acuñado por Neal Stephenson en 1992, en su novela Snow Crash, que popularizó, igualmente, el término avatar, palabra hindú que alude a la reencarnación de la divinidad, para referirse a la representación gráfica de un usuario digital en un supuesto mundo virtual. Un mundo que podemos afirmar ya existe, y que está afectando decididamente a la realidad física y psicológica de los individuos, sobre todo aquellos que no la tienen suficientemente formada, los niños y adolescentes, por naturaleza fluida del mundo digital. Transcendemos de nuestro cuerpo físico, de nuestros condicionamientos materiales y espirituales. Supone una auténtica revolución, un nuevo paradigma, por la posibilidad del cambio constantes de roles. Solo faltaría su regulación, un empleo para la mejora de la vida humana y el progreso en positivo. Implementarnos nosotros mismos, e implementar el mundo que nos rodea, a los demás, porque somos seres sociales, y no podemos dejar de serlo en un mundo virtual o expandido.

REENCUENTRO CON LOS REFUGIADOS


 

Las principales víctimas de los conflictos bélicos se encuentran en la población civil a consecuencia de las bombas y la represión. Los podemos comprobar actualmente con las guerras de Ucrania y de Gaza. Los bombardeos se dirigen contra viviendas y hospitales de manera indiscriminada. En el caso de la primera, los países europeos han recibido con generosidad numerosos refugiados, principalmente mujeres y niños. En la segunda, la población se ha visto atrapada sin poder salir del territorio asediado por las tropas israelíes. Se ha producido miles de víctimas, y entre ellas, un número considerable de menores. En los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial, Hitler, se fue anexionando territorios de habla alemana. Uno de ellos fueron los Sudetes al norte de Checoslovaquia, que provocó la huida de la población judía hacia Praga. Este es el contexto de la película, LOS NIÑOS DE WINTON, del director James Hawes, sobre la biografía de Nicholas Winton, su protagonista, basándose en hechos reales.



Nicholas, interpretado por Anthony Hopkins, era un agente de bolsa de Londres en 1938, que se propuso rescatar a los niños refugiados en Praga por esas fechas. Huían del avance de los nazis en el territorio y vivían en condiciones precarias con sus familias. La tarea era enorme pues tenía que conseguir visados ingleses para cruzar las fronteras. Unos documentos de elevado coste, asociado a una familia que quisiese acogerlos. Además deberían hacer un censo con los niños a salvar, la mayoría judíos. Recibiría el apoyo de su madre, y fue de gran ayuda que parte de sus abuelos fueran de origen judío, emigrados a Inglaterra en el siglo XIX. Lograron que los trámites burocráticos fuesen rápidos y que hubiese una colaboración económico entre el público inglés. En total, Nicholas logró salvar a 669 niños en ocho trenes que salieron de Praga. Al noveno, el último le impidieron salir las tropas nazis, que ya habían invadido la capital, pues había comenzado la guerra. 



En 1985, Nicholas Winton, recuerda estos hechos con el dolor de no poder haber rescatado a más niños. Conserva todavía un libro con las cartas y recortes de aquellas época, que incluye, además las fotografías de los refugiados y sus nombres. Lo conserva en una cartera que habilitó en los años treinta, bien guardada en un cajón de su despacho. Su mujer le ha encargado que aligere los numerosos documentos que almacena, después de una vida de trabajo ayudando a los más desfavorecidos. Va a tener un nieto, y necesitan espacio en casa. Se pregunta qué sería de aquellos niños rescatados que fueron entregados a familias de acogida. Nicholas quiere sacar a la luz aquel hecho del pasado. De esta manera se pone en comunicación con la prensa y quien estuviera interesado. Será en un programa de entretenimiento de la BBC donde se le de publicidad. La sorpresa es que se encontrará con una de las niñas supervivientes, justamente la última que pudo salvar, y en concreto, con un visado falso.



En un programa posterior de That´s Life, le sorprendieron con un público compuesto con todos aquellos niños, ya adultos, e incluso alguno entrando en la vejez, que salvó la vida. Unos niños que rehicieron su existencia, cambiando sus nombres, pero que recordaban el triste destino de sus verdaderos padres que acabaron en los campos de exterminio. La reina reconocería el trabajo heroico de Nicholas Winton nombrándole caballero. Un personaje que tendría una larga vida hasta los 106 años siempre junto a sus niños salvados. Sus fotos reales aparecen al final de la película en los títulos de crédito, y la información de lo que supuso, la importancia de preservar aunque fuera una sola vida.

PASADO Y PRESENTE DE LOS PUEBLOS DE COLONIZACIÓN


 

El Museo ICO de Madrid presenta la exposición, PUEBLOS DE COLONIZACIÓN. MIRADAS A UN PAISAJE INVENTADO, fruto de una investigación de ocho años, que se nota en la calidad de sus numerosos documentos, maquetas, utensilios de labranza, fotografías antiguas y actuales, que dejan pequeño el espacio expositivo. Un espacio que se haya dividido en una primera parte histórica en el primer piso, y una segunda, actual, elaborado en los últimos años, y centrada en las vidas y costumbres actuales de los colonos. Entre 1943 y 1971 se construyeron casi trescientos pueblos, principalmente en zonas despobladas y baldías. Respondía a una política de la España autárquica de la dictadura que pretendía la autosuficiencia económica, tras quedar aislada en el contexto internacional después de la guerra mundial. Igualmente, a la necesidad de aumentar la superficie cultivable del regadío, para incrementar la productividad. Para ello era necesario la creación de infraestructuras hidráulicas. Seguía la tradición histórica del regeneracionismo de principios de siglo, y luego los proyectos de reforma agraria de la Segunda República.



Numerosos pueblos fueron construidos en este periodo seleccionando a unos habitantes procedentes de lugares cercanos o de antiguas poblaciones inundadas por nuevos embalses entorno a los ríos más importantes del país, especialmente en Extremadura y Andalucía. Destacará su arquitectura racional, que combinará la modernidad estilística, con los materiales tradicionales. Igualmente, se planificará el urbanismo rural para atender los servicios de la población. Lo más destacado la dirección arquitectónica encabezada por José Tamés, y sobre todo por el arquitecto y mecenas impulsor artístico, José Luis Fernández del Amo, que supo rodearse de otros profesionales jóvenes en aquellos momentos, que aprovecharon el reto de diseñar y construir pueblos desde cero, sin apenas cortapisas. Participaron, así maestros como Alejandro de la Sota, José Borobio, José Antonio Corrales, Antonio Fernández Alba y Fernando Terán. Las consecuencias fueron diseños originales en cada localización alcanzando la excelencia entre la modernidad y la arquitectura vernácula.



Un apartado especial de la exposición, siguiendo el recorrido, lo constituye el mecenazgo artístico impulsado por José Luis Fernández del Amo, que fue también director del Museo de Arte Contemporáneo en los años cincuenta. Apostó por este arte, frente al académico y tradicional, no sólo en la arquitectura, sino también en las artes plásticas que tenían que decorar con pinturas, cerámicas, esculturas y vidrieras, las iglesias y plazas de los nuevos pueblos. En consecuencia, nos encontramos obras del informalismo o la abstracción, junto a la figuración estilizada en estos lugares. Artistas renombrados como Manuel Hernández Mompó, José Guerrero, Manuel Mampaso, José Luis Sánchez, Pablo Serrano, y otros muchos, con gran cantidad de mujeres, estuvieron bajo su patrocinio, que les permitió unos ingresos al servicio del Estado, para luego ellos trabajar con libertad artística. Queda por inventariar muchas de estas obras, algunas deterioradas, sin firmar y fuera de sus catálogos. Algunas crearon controversia con los curas, que preferían el Arte Barroco tradicional para la imágenes y pinturas.



Una habitación se dedica a las fotografías del fotógrafo norteamericano, W. Eugene Smith, que en los años cincuenta hizo un reportaje para la revista Life, que retrataba la pobreza de la población campesina bajo la dictadura. Se oponía a los incipientes tratados de EEUU con Franco en pleno periodo de la Guerra Fría. Dicho reportaje fue contestado por periodistas y escritores al servicio del régimen, defendiendo las bonanzas de la situación del campesinado, poniendo como ejemplo los recientemente construidos pueblos de colonización, que no necesitaron, decían, los fondos del Plan Marshall. Se llega, así, al segundo piso tras atravesar un pasillo decorado con un mural realizado con utensilios de labranza. Nos encontramos con los pueblos de colonización y sus habitantes en la actualidad. Son los protagonistas, capturados en vídeo y en excelentes fotografías, realizadas por los comisarios de la exposición, Ana Amado y Andrés Patiño, que han dejado constancia durante ocho años, del estado de estos lugares, del sentir de sus gentes. Unas gentes que ven reconocido su trabajo, felizmente recompensado con la propiedad de sus casas y sus fincas, desde unos inicios, tras emigrar, de una vida en precario, como la mayoría de los campesinos de aquella época. Queda mucho por saber e investigar, y los comisarios ofrecen al público que hagan sus propuestas en una pequeña tarjeta a cambio de la reproducción de alguna de las fotos expuestas.



LOS GRABADOS DE PIRANESI


 

El Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, COAM, presenta la exposición, PIRANESI. MAGNIFICENZA ROMANA, que reúne unos 90 grabados de este arquitecto visionario, arqueólogo e investigador del siglo XVIII. Son un conjunto de originales pertenecientes a la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, una entidad nacida en la misma época según los dictados de la Ilustración. No es de extrañar, por tanto, este conjunto de imágenes que tienen como protagonistas la Antigüedad Clásica, en los inicios de una nueva época. Giovanni Batista Piranesi nació en 1720 en Mogliano Veneto. Estudió arquitectura en Venecia, y luego se trasladó en 1740 a Roma, donde desarrollaría su importante labor de grabador de las ruinas romanas, que capta al detalle incorporando elementos imaginativos.



Piranesi, que no realizó apenas proyectos arquitectónicos, encontraba superior las obras de la arquitectura romana sobre las griegas. La muestra se divide en dos partes: un conjunto denominado, Vedute di Roma, compuesto por 65 estampas realizadas entre 1748 y 1778 de la ciudad antigua y moderna, y otro conjunto de Le Antichitá Romane, formado por 25, que constituyen imágenes detalladas con análisis técnicos,  y visiones de las ruinas y el urbanismo. En primero destaca sobre todo al mostrar los lugares más relevantes de la Ciudad Eterna. Podemos ver diferentes grabados del Vaticano, que incluye el río Tíber y el Castillo de Sant´Angelo; los mismos de la Plaza Navona; los distintos foros imperiales, las basílicas, el famoso Coliseo desde distintas perspectivas; los antiguos arcos de triunfo, los entornos de las puertas de la ciudad; Tumbas y las construcciones de los alrededores de Roma, donde destaca la Villa Adriana en Tívoli.



El artista veneciano se centra en la majestuosidad de las arquitecturas romanas deterioradas por el paso del tiempo. Llenas de vegetación y normalmente transformadas por sus usos habitacionales posteriores. No aparecen solas muchas veces sino rodeadas por pequeñas figuras de transeúntes y carruajes de la época. No falta algún pastor con sus cabras y grupos de artesanos o comerciantes vendiendo en la calle. Se centra en la teatralidad del edificio o el espacio urbano. Destaca, igualmente, los edificios renacentistas y barrocos, como el Palacio Barberini o el Farnesio. Los contrastes de luces y de sombras, la inclusión de elementos imaginativos o interpretativos, nos indican una pretensión estética que supera su admiración del clasicismo, que empezaba destacarse por aquella época, según los postulados de la Ilustración. Una pretensión paralela que surge de la misma manera que podemos denominarla romántica. En fin, podemos resumir los grabados de Piranesi como arqueología y sugestión, exaltación de la visión subjetiva del espectador.



UNA DISTOPÍA SOBRE EL FUTURO



 La acelerada revolución tecnológica que vivimos ha dado un nuevo paso con la entrada de la Inteligencia Artificial, que ya podemos utilizar desde nuestro móvil. Sus creadores, han advertido de los posibles peligros para la humanidad. La primera regulación se ha producido en la Unión Europea ante este temor que podía poner en riesgo la libertad del ser humano. Una máquina de múltiples aplicaciones con capacidad de aprendizaje y de utilizar la enorme información de internet en unos pocos segundos. Como ha sucedido con todos los avances tecnológicos, se ha planteado una visión positiva, de ayuda al individuo y al bienestar de la sociedad; como negativa, del control del mismo, y de una información sesgada o falsa al servicio de los poderosos y los Estados autoritarios. La película, LA BESTIA, escrita y dirigida por Bertrand Bonello, trata del futuro próximo, en 2044, cuando una máquina puede borrarte tus emociones, tus miedos para ser más útil a la sociedad. 






El proceso de borrado se llama purificación, y supone un regreso a tus otras vidas anteriores en el tiempo. Una limpieza del ADN para ser más fuerte, más frío y ser mejor ciudadano. Lo padece la protagonista, Grabrielle Monnier, que quiere conseguir trabajo, y es una buena medida desprenderse de sus emociones, tanto el miedo como el amor. De esta manera, el proceso, nos lleva al París de 1900, o a la California de 2014. En la primera época, la protagonista se encuentra felizmente casada con un empresario que fabrica muñecas, que conoce un joven que se enamora de ella. En la segunda, es una joven soltera que busca trabajo como modelo y actriz, mientras se gana la vida cuidando casas. También busca una pareja, lucha contra la soledad. Un día se cruza con un joven perturbado que odia a las mujeres. En las dos historias, Gabrielle tiene premoniciones de catástrofes, miedos continuos, que se concretan en inundaciones o terremotos.






Parece evidente que la máquina que la está eliminando sus sentimientos, topa con sus obsesiones fundamentales, el miedo a las catástrofes con trágicas consecuencias para ella y sus allegados; y la necesidad de afecto. Sin embargo, resulta fallido el proceso, hasta tal punto que se encuentra con el joven que aparece en sus sueños en el presente de 2044, que ha sido purificado, y ella se da cuenta de lo horroroso del proceso, del sistema de vida que llevan entre la realidad y la falsedad. Un mundo distópico donde las características esenciales del individuo han desaparecido para su eficiencia económica. Un mundo más sereno porque no hay catástrofes, y no los sientes como tales al perder la conciencia emocional de los mismos. 






La maquinaria sofisticada ha penetrado en tu cerebro para borrar todo rastro de felicidad asociada al amor o a los miedos de un pasado lejano. Te ha encontrado como eres en realidad en otro pasado más cercano. Ha descubierto lo que necesitas: un trabajo y una relación afectiva, agitadas por la incertidumbre y el drama. Pero ha fracasado por tus resistentes sentimientos, que muestran una época ausente de ellos, donde la gente se divierte disfrutando de una fiesta infinita ambientada en diferentes épocas con sus músicas singulares. Pero horrenda para Gabrielle, interpretada por la actriz, Léa Seydoux, protagonista de todas las escenas de la misma, que grita histérica al final, alterada por una realidad tan inhumana.