Self-Deceit #1, Roma, 1977 |
La Fundación Canal de Madrid muestra la exposición, FRANCESCA WOODMAN. SER UN ÁNGEL, que reúne un total de 102 fotografías y 6 cortometrajes. Un recorrido completo sobre la artista al incluir la mayor parte de sus series fotográficas y conjuntos temáticos. De uno de ellos proviene el título de la misma, una forma de simbolizar su rostro y su cuerpo, que estará presente en la mayoría de sus obras, situado en espacios decadentes o abandonados. Representa a su rostro físico y en forma de careta, sobre su cuerpo desnudo muchas de las veces. El blanco y negro completa los rasgos estilísticos de esta malograda fotógrafa.
Autorretrato a lo trece años |
La obra que nos legó Francesca Woodman antes de su prematuro fallecimiento cuando contaba tan sólo 23 años es abundante. Unos 10.000 negativos y 800 fotografías impresas. Nos indica la precocidad de su innato talento y una extraordinaria creatividad. Fue a los 13 años cuando inició su corta pero intensa obra llena de simbolismo y de interrogantes para el espectador de hoy. Dos aspectos que nos hablan de su calidad como artista, demostrado en un lenguaje visual poético, profundamente personal. Hoy nos preguntamos qué derroteros seguiría su obra fotográfica si su trayectoria vital no se hubiera terminado tras arrojarse desde la ventana de un loft en Nueva York.
Autorretrato, Talking to Vince, 1977 |
Francesca Woodman se representa a sí misma desde dos puntos de vista. Por un lado, su cuerpo, generalmente desnudo. El cuerpo femenino, que se puede comparar con el inmortalizado por el arte antiguo en la escultura. Por otro, su identidad intelectual. Los dos se pueden descubrir separados, pero forman el conjunto de su personalidad. El arte visual le permite mostrarlos de la manera más precisa, sin olvidar el objetivo de conseguir la belleza, la forma propia de entender lo artístico. En esta búsqueda, interactúa con el papel, con la imagen de un espejo, o la dibujada de una careta.
Sin título, Roma, Italia, 1977-1978 |
En uno de los vídeos de la exposición madrileña, un cuerpo desnudo se sitúa detrás de un papel blanco. Se puede ver con claridad una mano que escribe el nombre de la fotógrafa. Luego se encargará de desgarrar el papel e ir descubriendo el cuerpo, para salir frente al espectador hacia un lateral fuera del plano. Un acto que se repetirá en otro cortometraje. Lo material y lo espiritual luchan por imponerse en el lenguaje visual, conforman la creatividad artística de Francesca Woodman.