El arte de la conversación, René Magritte, 1963 |
El año 2013 que termina hoy puede considerarse a nivel expositivo en Madrid como el año del surrealismo por tres exposiciones relevantes. La que tuvo lugar en el Museo Reina Sofía dedicada a Salvador Dalí, y las todavía abiertas, Surrealistas antes del surrealismo en la Fundación Juan March, y EL SURREALISMO Y EL SUEÑO, en el Museo Thyssen. Esta última destaca por diferentes aspectos. En primer lugar por el número y la calidad de las obras expuestas, unas 163 y siete video-instalaciones. Supone un conjunto bien seleccionado, con gusto, de piezas que abordan la perspectiva del sueño en relación con el movimiento surrealista en las artes. Una perspectiva todavía no abordada a este nivel. Para ello, el comisario de la muestra José Jiménez, se sirve de pinturas relevantes de los más renombrados pintores: Dalí, Max Ernst, tal vez el conjunto más destacado junto al de Paul Delvaux, René Magritte, Ives Tanguy, Joan Miró, Giorgio De Chirico y Odilon Redon.
Foto: Este es el color de mis sueños, Joan Miró, 1925 |
Un conjunto relevante que incluye dibujo, obra gráfica, collage, objetos y esculturas, la fotografía y el cine, que confirma la característica de los artistas surrealistas de abrirse a una fusión de los géneros expresivos y a una estética multimedia. Unos artistas, en gran parte hombres que tenderían a representar a la mujer como objeto de deseo, la soñada, la musa, y también, mujeres que aportan una personalidad propia, de las que el espectador puede observar numerosos ejemplos, así las fotografías de Dora Maar y las pinturas de Leonora Carrington y Remedios Varo.
El sueño, Paul Delvaux, 1935 |
La exposición agrupa éstas desde el punto de vista temático y formal en 8 apartados, no siguiendo un itinerario lineal o cronológico, sino espiral, abierto a la interpretación del espectador, a su propia participación. Las denominaciones tienen un sentido filósófico y resonancias poéticas como La conversación infinita; Mas allá del bien y del mal; El agudo brillo del deseo y Turbaciones irresistibles. El público puede disfrutar de los distintos espacios con agrado por la distribución adecuada de los mismos y la acertada elección de los colores y el diseño decorativo.
Mujer de la noche, Joan Miró, 1973 |
Los artistas surrealistas entendieron el sueño como una parte de la vida del ser humano, un plano de experiencia diferente, latente, no completamente explícito, que enriquece la mente o el psiquismo. El sueño aparecería como una manifestación de lo surreal, que amplia lo real. A causa del carácter visual que tiene, se podría afirmar que soñar es una actividad plástica, visual: soñamos con los ojos, vemos lo que soñamos. Por tanto, el sueño, la imagen, son componentes centrales de la vida.
El fenómeno del éxtasis, retrato de mujer, Brassai, 1933 |
Sin embargo, los artistas, de la misma manera que no se limitaron a representar la realidad tal como es, tampoco, sin más, copiaron los sueños, ya que los elaboraron según su creatividad. Configuraron además de un movimiento artístico una actitud ante la vida, más libre y más plena. Una actitud que abre la vía de la liberación del deseo, por lo que las obras surrealistas deben ser miradas tanto hacia dentro como hacia fuera.