LA MUJER Y LA CULTURA LATINA


 

La Casa de América presenta la exposición, LATINA. MUJER, MÚSICA Y GLAMOUR EN GLADYS PALMERA, que reúne un extraordinario conjunto de más de quinientas piezas, entre fotografías, carátulas de discos, carteles, vestidos y otros objetos, que ocupan los tres pisos completos de la entidad, según un peculiar diseño, perteneciente a esta colección levantada por Alejandra Fierro Eleta. Una muestra que pone el foco en la figura de la mujer latina dentro de la industria del espectáculo, con dos implicaciones, una en la consideración femenina, y otra, como afirmación de una identidad cultural propia. De esta manera, se muestra esa figura en una evolución, estructurada en cinco capítulos, desde los años 20, hasta los años 80, en una ambiente de creciente activismo por la emancipación femenina. Un hito en esta evolución se produjo a mediados del siglo XX cuando los ritmos caribeños como el mambo y el chachachá se incorporaron a la industria del espectáculo en EEUU, en pleno florecimiento económico. Se creó en ese momento una estética propia asociada de gran impacto cultural.



El recorrido de la exposición no deja indiferente al visitante que tiene la sensación que entra en un club nocturno, donde se disponen las piezas de manera ordenada y sugerente, pues además de las luces, las cortinas nos cierran y abren los espacios. La presencia de la fotografía es continua, junto a los carteles de cine y las portadas de discos. Entre ellas, encontramos a veces, unos vestidos u otros objetos que forman parten de una imagen estereotipada de la mujer latina, que en una primera etapa, pasa del exotismo afrocaribeño de Josephine Baker, al glamour de Hollywood, que lo aplica a actrices y músicos blancos. A las mexicanas Lupe Velez y Dolores del Río, junto a las actrices Estelita Rodríguez u Olga San Juan, le siguieron con esta estética, las divas, Ava Gadner, Rita Hayworth, y Marylin Monroe. El retrato de estas mujeres se convirtió, entonces, en un género especializado. Empleaba un fuerte claroscuro junto a extraordinarias escenografías y vestuario llamativo, todo con la finalidad de conseguir el glamour necesario. La mayoría de fotógrafos, tanto latinoamericanos como españoles, empleaban este estilo; otros, en cambio pretendían captar una imagen femenina más natural con una perspectiva documental.



En México podemos analizar la evolución de los estereotipos femeninos que difunde el cine y la música. Por un lado se encuentra la mujer empoderada, fuerte, segura y rebelde, que hace frente a un mundo predominantemente machista, cuya mejor representante es la actriz, María Félix; y por otra, en el llamado cine de rumberas, mujeres que encarnan personajes voluptuosos y sensuales que empujaban al hombre a la perdición moral, una perspectiva masculina tradicional y reduccionista. Las fotografías de desnudos y pin-ups, fue un referente de esta corriente. A partir de los años 60, las portadas de los vinilos mostraron una progresiva sexualización del cuerpo femenino. Irrumpía en ese momento el gogó y la salsa, modas que erotizaron el ambiente tropical cuyo reclamo fue el bikini. De todas las maneras, la difusión del feminismo, hacia mediados de los años 70, con artistas como Celia Cruz, permitió el empoderamiento de las artistas latinas, que pudieron controlar su imagen y sus carreras. Surgió, así, la New Latina, más concretamente, la Nueva Canción, que apostó por el compromiso político, en favor de la justicia y la igualdad social. Artistas como Violeta Parra, Chavela Vargas y Mercedes Sosa, rescataron ritmos afroamericanos e indígenas que habían quedado marginados.



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