NARCOTRAFICANTE EN LA VEJEZ


El veterano actor y director norteamericano, Clint Eastwood, ha vuelto de nuevo a la gran pantalla, con la película MULA, basada en una historia real, que apareció en la prensa. La de un veterano de la Segunda Guerra Mundial de más de 80 años que se convirtió en mensajero y narcotraficante al servicio del cártel mexicano de Sinaloa. Lo que iba a ser una ocupación accidental para superar la quiebra de su negocio de flores, se convirtió en una importante fuente de ingresos hasta que fue apresado por la policía. La película cuenta los distintos viajes que hizo a México para cargar la cocaína y la motivación del personaje.


La película no utiliza los nombres de los personajes reales, ni de las ciudades en las cuales se movió el personaje de Earl Stone, un anciano que malvivía con un negocio de flores, al que le dedicaba todo el tiempo, sin importarle la familia. Solamente se llevaba bien con la nieta a la cual le llegará a pagar los estudios. Fue en su boda precisamente cuando uno de los invitados le sugirió convertirse en mula o transportista de droga si tenía problemas económicos. De esta manera, llegó a ser uno de los mejores, hasta que un agente especial de la D.E.A. empezó a perseguirle, por las enormes cantidades de droga que entraban en la ciudad de Detroit, que en la película es Chicago. 


Cuando la policía empezó a estrechar el cerco a las entradas de droga, el cártel comenzó  a vigilarle especialmente, sobre todo porque transportaba alijos muy valiosos y tenía la costumbre de seguir las paradas y las rutas que más le convenían. El fin de su carrera delictiva no tardó en llegar, pues la policía consiguió localizar las comunicaciones del último transporte. Antes se había reconciliado con su mujer, que tras una larga agonía, murió de cáncer. Por ello, había retrasado la última entrega de cocaína, y los narcos, sin contemplaciones, le había condenado a muerte. Sin embargo, fueron las fuerzas del orden quien antes les condujeron a prisión. Condena que facilitó al declararse culpable de todos los cargos que se le imputaban rechazando cualquier atenuante.


ABUSOS A MENORES EN LYON


En los últimos años la opinión pública ha ido conociendo numerosos casos de abusos sexuales a menores de edad producidos en el seno de la Iglesia católica. Se extienden en el tiempo y por todo el mundo. Han llegado a afectar no sólo a los sacerdotes, sino a la más alta jerarquía, por participar en ellos como por ocultarlos en un muro de silencio. El grave escándalo surgió principalmente en el anterior papado, pero ha sido el actual mandatario quien ha tenido que afrontar el problema ante la necesidad de dar una respuesta a las peticiones de justicia por parte de las víctimas, que se encuentran con la prescripción de los delitos o la muerte de los autores. Una respuesta que todavía no es suficientemente contundente dada la magnitud del caso. La película, GRACIAS A DIOS, escrita y dirigida por François Ozon aborda el problema desde diferentes puntos de vista, basándose en las víctimas del sacerdote Bernard Preynat, que dirigió los scouts en Lyon.


El director para la realización de la película obtuvo información de los documentos originales producidos por el caso y  en el contacto directo con los protagonistas y sus familias. El desarrollo de la historia sigue una secuencia cronológica, de estos protagonistas, que se ponen al frente de la lucha para que se haga justicia. El primero que lo destapó fue Alexandre Guérin, un ferviente católico, padre de cinco hijos, en el año 2014, cuando descubre que Preynat, que abusó en su infancia de él, sigue en contacto con niños. De esta manera, logrará se atendido por Régina Maire, la psicóloga encargada de ayudar a la víctimas, que le preparará un encuentro ante el mismo sacerdote, que reconocerá su culpa. El siguiente paso será entrevistarse con el cardenal Barbarin, que le dará una respuesta insuficiente, al mantener dentro de la Iglesia al sacerdote. Aunque su caso ha prescrito, denuncia ante la justicia los hechos, que iniciará una investigación.


La policía confirma las numerosas víctimas existentes desde los años 80. También que algunos casos no han prescrito, como el de François Debord, que se encargará de organizar a las víctimas para dar publicidad al caso y encausar a Preynat. De esta manera, crearán una página web e implicarán a los medios periodísticos en sacarlo a la luz y exigir responsabilidades. Finalmente, el tercer protagonista es Emmanuel Thomassin, el que tiene una vida más humilde por su enfermedad, secuela de aquellos abusos y la separación de sus padres. Todas las víctimas, unos más mayores que otros, realizan reuniones para prestarse ayuda mutua y aportar ideas para seguir adelante. Las opiniones no son similares entre ellos. Unos más moderados que otros. 


Al final, consiguen que el padre Preynat y el cardenal Barbarin, sean encausados, que la opinión pública conozca el daño producido, tras ser ocultado durante décadas, y que la prescripción de los delitos se extienda a los treinta años desde la mayoría de edad. Sin embargo, la condena definitiva, todavía en 2019, no ha llegado, según afirman los títulos de crédito, por la presunción de inocencia. A ello se refiere el título de la película, una frase hecha pronunciada de forma inapropiada por el cardenal implicado, que alude a la supuesta suerte de que las consecuencias del caso no sean mayores. Unas consecuencias que ponen en entredicho la misma creencia religiosa. Esta sólida y bien fundamentada historia, basada en hechos reales. recibió un merecido Gran Premio del Jurado en el pasado Festival de Cine de Berlín.

EL PASADO DEL ARTISTA


El pasado nacionalsocialista ha marcado la historia de Alemania y la vida de sus gentes desde la Segunda Guerra Mundial. El nuevo país surgido tras las ruinas del conflicto estableció las bases para que no se volviese a repetir un régimen tan destructivo. Las responsabilidades de los crímenes cometidos durante la contienda permitió juzgar a muchos de sus dirigentes. Sin embargo, otros lograron salir impunes, protegidos por un muro de silencio, mientras los recuerdos seguían latentes en la conciencia de los protagonistas. Hasta bien avanzada la posguerra nadie trató el grado de implicación de mucha población con el régimen nazi y la existencia de muchos de sus integrantes en diversas esferas del nuevo estado.


Numerosas películas alemanas han tratado distintos aspectos del régimen nazi antes de la guerra y durante ella. Recuerdan aquellos que se opusieron de una manera u otra, e incluso planificaron atentados. Igualmente, de la existencia de personas que no fueron depuradas en el posterior sistema democrático. La película, LA SOMBRA DEL PASADO, escrita y dirigida por Florian Henckel Von Donnersmarck, se enmarca en el mismo contexto. Narra una historia situada en el lado comunista de Alemania, sobre un joven artista y un médico de los jerarcas nazis, cuyas vidas se van a cruzar por el destino, tras estar conectadas en el pasado por un crimen de guerra. El prestigioso Professor Seeband, médico ginecólogo, perteneciente a las SS, mandó a un hospital psiquiátrico especial, antesala de la eutanasia para personas deficientes, a la tía de Kurt Bannert, que le había potenciado a desarrollar desde joven su enorme talento artístico.


Al principio las trayectorias de Seeband y de Kurt van paralelas. El primero logra ser protegido por un miembro destacado de las tropas soviéticas cuando asiste al parto difícil de su mujer cuando esperaba en la cárcel antes de ser condenado por participar en crímenes de guerra. El segundo se forma en la Academia de Bellas Artes de Dresde bajo el régimen comunista destacando por su talento en pintar escenas propias del realismo socialista. Las dos vidas se cruzarán, ya unidas por el dramático pasado de la guerra, cuando Kurt se enamore de Ellie, la hija del médico nazi, que estudia diseño. El Professor Seeeband tiene un elevado puesto, otra vez como médico y ve con recelo la relación de su hija. En el fondo sigue defendiendo las teorías racistas del nazismo y desea para su hija a nadie con antecedentes en su familia de enfermedades mentales.


Los hechos se precipitarán cuando Seeband tiene que huir al lado occidental porque su protector le informa que va a ser trasladado a Moscú. Luego le seguirán, Kurt y Ellie, cuando intuyen que va a levantarse el famoso muro. Dejan todo atrás para empezar de cero. Kurt quiere seguir viviendo de la pintura, pero en occidente el arte es completamente vanguardista, subjetivo, inserto en el mundo económico capitalista, aquél que despreciaban en el lado comunista. Logra entrar en la academia de Dusseldorf, la más avanzada de Alemania, dirigida por uno de los artistas más extravagantes del momento. Al principio, descubre que no tiene la suficiente inspiración para encontrar su propio estilo. Una forma propia con suficiente atractivo y originalidad. Al final lo logra y también la fama. Lleva a la pintura el pasado de su familia y la de su mujer entremezclados, a partir de las fotografías conservadas. Consigue lo que buscaba, la representación de la verdad, y por tanto, de la belleza, objetivo del arte.