La bebedora de absenta. Pablo Picasso. 1901 |
El Museo del Prado expone una selección de más de 170 obras de la gran colección del Hermitage por la celebración del Año Dual España-Rusia 2011. Forman un conjunto de pinturas, dibujos, esculturas, piezas arqueológicas y de orfebrería coleccionadas por los zares desde su fundador, Pedro I el Grande, hasta la Revolución de 1917. La disolución del Museo Estatal de Arte Occidental completó, con arte contemporáneo la secuencia artística que le faltaba.
En la exposición llama especialmente la atención, las obras de pintura y escultura, más relacionadas con los propios contenidos del Museo del Prado. Se encuentran organizadas en orden cronológico, muy bien situadas para el deleite del visitante. La decoración acompaña, colores ocres, pastel, dorados, azules, para la obra clásica, el blanco de las paredes como marco de las piezas contemporáneas. También éstas últimas con mayor espacio en las salas.
Resulta atractiva la colocación de tres obras maestras juntas: el Tañedor de laud de Caravaggio; El almuerzo de Velázquez, cuando el autor tenía dieciseis años, y el San Sebastián curado por las santas mujeres de Ribera. Si estas pinturas pertenecen a la primera época de sus autores, poco antes el espectador pudo contemplar el San Sebastián de Tiziano, de su vejez. La escultura no desmerece el conjunto: un boceto de Bernini del Éxtasis de Santa Teresa. Más adelante sobresalen las obras de Houdon, con el magnífico retrato de Voltaire; Canova y Thornvaldsen.
Los últimos espacios de la exposición, EL HERMITAGE EN EL PRADO, reune a grandes nombres de la historia de la pintura, Monet, Gauguin, Renoir, Cezanne, Derain, y sobre todo, Matisse y Picasso, fruto del gusto de los coleccionistas rusos que adqurieron su obra, Serguei Schukin e Ivan Morózov. Finaliza la muestra con dos grandes y significativas obras: Composición VI, de Kandinsky y Cuadrado negro de Malevich, mostrando la continuidad del Hermitage en seguir adquiriendo obras renombradas de la Historia del Arte.