EL CINE DE STANLEY KUBRICK


 
El Círculo de Bellas Artes organiza la exposición, STANLEY KUBRICK. THE EXHIBITION, una retrospectiva sobre el prestigioso director de cine y artista, que reúne más de 600 piezas referidas a su vida y documentos sobre sus películas. Ocupan todo el espacio expositivo de la institución cultural madrileña. En el primer piso, se dedica a sus comienzos como fotógrafo en la revista Look de Nueva York, para pasar luego al mundo del cine, primero realizando documentales, y luego películas, entre las que se encuentran, Atraco perfecto (1956), Senderos de Gloria (1957) Espartaco (1960), Lolita (1962), ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú (1964). Sin duda, ya obras maestras de la historia del cine, y su manera peculiar de llevar a cabo un film.



Kubrick representa como nadie el nombre de director, pues, a pesar de su talento técnico en la imagen, quiso rodearse de buenos profesionales para siempre innovar con cada proyecto, llegar a la perfección en la narración visual, donde cuida igualmente la música, la luz, la ambientación, el vestuario, la interpretación o el doblaje. Parte siempre de la emoción que le produce una obra literaria, y trata de transmitirla luego en imágenes, tras una minuciosa, y casi obsesiva preparación, ya sea histórica o documental. Lo demás vendrá de la colaboración de profesionales del dibujo, la moda, la escritura, de los propios autores de las obras literarias de las que parte. Por ejemplo de la relación con Nabokov o con Arthur C. Clarke.



De su propia personalidad, refleja el protagonismo del ajedrez en varias películas. La guerra es otra de sus constantes que repite, lo mismo que el deseo sexual, sin olvidar el humor. Podríamos considerarle excepcional porque es uno de los pocos directores que controla toda su obra, sin estar al dictado de unos grandes estudios. La excepción fue Espartaco en la que sustituyó al director, Anthony Man. Realizó un cine de autor, por tanto, que se movió en diferentes géneros cinematográficos en los que innovó. Convirtió a sus películas en memorables, imprescindibles para cualquier amante del cine. Tuvo proyectos frustrados, como el que iba a dedicar al Holocausto judío, a la inteligencia artificial, o al mismísimo Napoleón, él que era un apasionado de la historia, y en concreto del siglo XVIII.



En la sala Minerva del círculo, nos encontramos, sus obras más recientes, todas ellas geniales, especialmente, 2001: una odisea del espacio (1970), que fue realizada tras varios años de preparación. Por la época de su estreno, era reciente que el hombre había llegado a la Luna, pero la película construye un mundo del futuro donde se podía ir hasta Júpiter, incluso, más allá, y saber la verdad sobre el ser humano. De dónde vino su inteligencia que le hizo construir una semejante a él, que le desafía, y le lleva a entender su propio origen en los confines del Universo. Todos los elementos de la película son armónicos e influyentes. La música clásica de Strauss resulta la más adecuada. La concepción del espacio, en concreto el del futuro en una nave, y el del tiempo humano y cinematográfico, con la famosa elipsis del comienzo. El ser humano manejó en la Prehistoria instrumentos de hueso, para luego conducir naves espaciales.



Otro mundo futuro, pero distópico y en nuestro planeta, lo representa en la Naranja mecánica (1971), una película controvertida y censurada en algunos países, de tardío estreno, donde muestra otro de sus temas recurrentes, la violencia, que es inherente al ser humano. Igualmente, lleva su sello personal en el tratamiento de los distintos recursos. Una ambientación original cercana al Pop Art; la música clásica; la recreación visuales sin cortapisas de las distintas escenas, y un sugerente libro de partida, la novela homónima  de Anthony Burgess. Por otra parte, el cine de terror alcanza extraordinarias cimas con El resplandor (1980), de la que se recuerda sus movimientos de cámara con la steadicam, y la ambientación histórica, en  Barry Lyndon (1975), donde fue un reto la iluminación nocturna natural. Finalmente, su última obra, Eyes Wide Shut (1999), que nos habla del subconsciente en relación con la intimidad de la pareja, ambientada en el Nueva York actual.

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