UNA TRAGEDIA MODERNA

Las consecuencias de la guerra son atroces para el ser humano y marcan  a padres e hijos con un hilo de ira y de odio que no se puede cortar sino se expone la verdad. INCENDIES, película canadiense, dirigida por Denis Villeneuve y basada en una obra de teatro de Wajdi Mouawad, incide en el pasado de una mujer libanesa exiliada en Canadá, que deja el peculiar mandato a sus hijos de buscar a su padre y a su hermano y entregarle a cada uno una carta con su última voluntad.
La tarea es difícil por el tiempo transcurrido desde la guerra civil libanesa de los años setenta cuando se enfrentaron las comunidad cristiana y musulmana, y supuso la destrucción de una de las naciones más prósperas de Oriente Medio.
La película tiene un acertado montaje. Por una parte cuenta la búsqueda emprendida por la hija en Líbano a donde se translada, por otra la narración en flash back de la vida de la madre, narraciones paralelas e interrelacionadas, una desde el presente para descubrir la verdad del pasado, otra, desde el pasado hacia el presente. 
Objetos, recuerdos, relacionan las dos historias: la cruz de la madre que lleva la hija en la búsqueda. La verdad sorprende al espectador in crescendo hasta el final cuando puede atar todos los aspectos del pasado, que son la mayoría de las veces más aludidos que explicados, otro de los aciertos de la película. Supone una catarsis después de ser testigo de toda una serie de atrocidades que padeció y fue testigo la protagonista en su vida. Ella era cristiana y tuvo que matar al jefe de la milicias de esta religión, después de ser testigo del asesinato de un autobus de musulmanes.
También le obligaron a dar en adopción un hijo de origen musulmán y fue apresada, torturada y violada por los nacionalistas cristianos. Fruto de esta violación nacieron dos gemelos que son los dos protagonistas que tratan de cumplir el mandato testamentario de la madre, el primer aspecto de la verdad desgarradora, el segundo, se refiere al padre y al hermano que buscan, porque si en matemáticas, en las que la hija es experta, uno mas uno es igual a dos, en la película, es igual a uno, al mismo...
El montaje, el discurrir del argumento, configuran de esta manera, una auténtica tragedia moderna en la que lo personajes parece que cumplen un destino que ellos no han decidido, del que no son conscientes en todo su alcance, y por tanto no responsables. Una confluencia de hechos impensables como en la tragedia clásica, donde la verdad redime la culpabilidad, y certifica la indefensión del ser humano ante la intolerancia y la guerra.

FAMILIA Y HOMOSEXUALIDAD

La directora y guionista, Lisa Cholodenko, retrata  en clave de comedia dramática,los problemas de una familia no convencional formada por dos mujeres lesbianas que han tenido y criado dos hijos por inseminación de un donante externo, en la película, LOS CHICOS ESTÁN BIEN (The Kids Are All Right).
La tranquilidad de la familia se ve alterada cuando la hija, que se ha hecho mayor de edad y se va a ir a estudiar a una universidad desea conocer a su padre biológico. Este, interpretado por el actor Mark Ruffalo, Paul, se gana el favor y la amistad de sus dos hijos, y una de las madres, Jules, hasta el punto de tener relaciones sexuales con ella, provocando una crisis en la pareja.
La situación conflictiva termina con la reconciliación entre ellas tras admitir Jules las circunstancias y razones de su infidelidad. También apartan definitivamente a Paul de sus vidas, que al parecer quería crear una familia después de tener numerosas parejas sin éxito.
La directora trata de transmitir la validez y autenticidad del matrimonio entre dos personas homosexuales, sin ningún demérito respecto al tradicional, con la misma responsabilidad y sacrificio que la familia tradicional. Por otra parte, la película muestra la importancia de la sexualidad en todos los personajes, la  manera diferente de vivirla. Por una parte diferente en las dos protagonistas lesbianas, por otra en la del donante de semen, prototipo de la masculinidad heterosexual, en la de sus hijos que se está poniendo de manifiesto.
La película destaca también por la excelente interpretación de los actores. Las dos actrices principales, Annette Bening y Julian Moore, en los papeles de Nic y Jules, y el actor, Mark Ruffalo como Paul. La directora sabe sacar y captar todos los matices que pueden expresar, a través de sus emociones o su físico desde una sensibilidad especial, que emplea, a su vez, la naturalidad de los diálogos, la aparente sencillez de la realización, y una visión cotidiana de las localizaciones. La combinación de cuidados y descuidados espacios urbanos y una selección musical personal, refuerza la modernidad artística y la belleza que transmite la película.

LA BELLEZA Y LO IRRACIONAL

Merecido premio Oscar a la mejor interpretación femenina para Natalie Portman por el papel de la bailarina Nina Sayers en la película, CISNE NEGRO ( Black Swan ), del director Darren Aronofsky. En él, la actriz hace un extraordinario esfuerzo interpretativo, e incluso físico, para meterse en el papel de una atormentada bailarina.
La película cuenta el proceso de enloquecimiento del personaje, desde que consigue protagonizar el  famoso ballet, el lago de los cisnes, hasta que termina la primera representación, cuando se hiere a si misma. Por exigencias de su disciplina personal, por querer llegar a la perfección técnica y expresiva, y ser una reputada bailarina, la vemos sentir su degradación psíquica ante la tensión que supone interpretar, no solo al cisne blanco, en línea con sus características personales, sino el cisne negro, donde sin abandonar su preparación, tiene que mostrar su lado más sensual y perverso del que carece por su estricta formación materna.
El espectador contempla una peculiar simbiosis entre el personaje del ballet y el suyo en la vida real, como si la duplicidad interpretativa se correspondiera con el surgimiento de un lado oscuro, seductor y mortífero, asociado a la locura que experimenta por las exigencias de los ensayos y la competencia con otras bailarinas; como si su falta de sensualidad y soltura para interpretar el cisne negro se correspondiera con su falta de vida íntima en la realidad cotidiana, y que descubre igualmente en un proceso paralelo a lo largo de la película.
Este brillante guion se completa con la peculiar dirección de Aronofsky, muy adecuada al mismo, por cuanto despliega un estilo donde une realidad y fantasía, con una profusión de primeros planos de la protagonista, de todos los personajes. Tal vez son excesivos los efectos especiales que ilustran la parte irracional de la mente, centrados en las deformaciones del cuerpo de Nina Sayers. Sin embargo, destacan en relación con la calidad de la producción, el cuidado de la puesta en escena y la música inolvidable de Tchaikoski.