VENGANZA POR AMOR

Las heridas del pasado perduran sobre todo si son determinantes para una persona. A veces son destructivas cuando la felicidad del pasado se transforma en un dolor infinito por irrecuperable. Le sucede a la protagonista de la película, DESTROYER. UNA MUJER HERIDA, de la directora norteamericana, Karym Kusama, una policía que estuvo infiltrada en una banda de atracadores, junto a un compañero, hace 16 años, del que se enamoró. Operación que tuvo un triste final, que supondrá un antes y un después para su vida, por la muerte de éste, tras participar en el atraco fallido de la banda a un banco, sin estar previsto la participación en un hecho violento de los dos policías camuflados.


Erin Bell, la protagonista intepretada por Nicole Kidman, se va a sentir culpable de la muerte de Chris, el padre de su hija. Le forzó a participar con la banda en el atraco del banco, cuando pudieron retirarse sin correr riesgos. Este hecho le llevará a seguir un camino de destrucción por el alcohol y las drogas hasta que encuentra el final, la liberación al tener la oportunidad de vengarse del asesino de la persona a quién más amaba. Sucede cuando tiene noticias de su existencia al recibir un billete de dolar marcado del atraco. Emprende, entonces, una búsqueda desesperada, que constituye el argumento de la película. Una historia que empieza con el principio del final. Ella se dirige desde el coche hacia la escena de un crimen a la ribera de un río, donde se halla el cadáver de un hombre con varios disparos en el pecho.


La película discurre en dos momentos separados por el tiempo. Uno que narra el proceso de búsqueda desesperada del jefe de la banda que mató a Chris, que incluye la venganza misma, y otro, del pasado, cuando ambos se conocieron infiltrados en el grupo de atracadores. La estructura fragmentada e invertida por sucesivos recuerdos engancha al espectador desde el primer momento, además de revelar la verdad poco a poco, aquella que afecta a la protagonista, y motiva realmente su comportamiento al límite, de carácter autodestructivo, sin importarle ella misma, sino reparar el daño causado, un dolor sin comparación que le ha impedido dar el afecto necesario a su hija, a su entorno. Una historia favorecida por un estilo visual sobrio y  preciso, como corresponde a los ambientes de las calles del extrarradio urbano de Los Ángeles.

LA FOTOGRAFÍA DE ANTHONY HERNÁNDEZ

Zonas de transporte público, nº 46, 1979

La Fundación Mapfre de Madrid organiza una retrospectiva del fotógrafo norteamericano, ANTHONY HERNÁNDEZ, desde los años 70 hasta la actualidad. Una larga trayectoria organizada en ocho secciones, que muestran la evolución de su estilo. Una forma de actuar que le sitúa dentro de la modalidad de la fotografía de calle, pero con una originalidad singular, que le distingue de la obra de otros autores. Un estilo experimental que le permite valorar o ser consciente de lo que la sociedad opulenta margina como deleznable siendo parte inherente de la misma. Tuvo desde siempre como ámbito de actuación la ciudad de Los Ángeles, de donde es natural. Sin embargo, salvo excepciones no le interesa el mundo del cine o las celebridades, sino el extrarradio de aquellas personas que sobreviven en esta extensa urbe de calles infinitas.

Rodeo Drive, nº3, 1984

La primera sección se titula, Fotógrafo de calle. Reúne sus primeras fotografías en blanco y negro. Captura a las gentes en primer plano o aquellas tumbadas en medio de la playa vacía. En la sección, La ciudad como tema, vuelve centra su mirada en amplios espacios urbanos, representados con planos generales tomadas con una cámara de mayor envergadura y con un ángulo elevado. De este periodo son las series, Paisajes automovilísticos o Zonas de transporte público, caracterizadas por una gran profundidad de campo donde se observan  a gentes de origen latino o negro, que esperan largo tiempo a los autobuses que les llevarán a trabajar a las zonas más ricas de la ciudad. Las fotografías de la sección Rodeo Drive, capturan a las personas que van a comprar en esta calle de tiendas de lujo. Por primera vez empleará el color, que ya no abandonará. Igualmente, empleará una película de transparencias en vez de negativos para poder imprimir imágenes en un cibachrome de color brillante.

Paisajes para los sin techo, nº1, 1988

Las series que forman la sección Ausencia y presencia, abandonan la representación humana por mostrar las consecuencias de su vida o sus acciones. Así, en Campos de tiro, muestra los restos que los tiradores dejan en el extrarradio de Las Vegas; y en Paisjaes para los sin techo, retrata los lugares donde acampan los numerosos vagabundos de Los Ángeles. La misma ciudad vuelve a ser protagonista en el apartado, Ruinas urbanas, cuando capta los lugares a medio construir o abandonados. Le fascinan las formas cuadradas y rectangulares, al igual que las barreras ya sean sólidas o semitransparentes. El estilo del artista evoluciona hacia la abstracción, sin olvidar su profunda conciencia social, que se manifiesta igualmente en la sección, Señales y huellas, con las series, Todo y Forever, donde capta los objetos que lleva el río de la ciudad convertido en un desagüe, por un lado, y por otro, los espacios de los sin techo desde una perspectiva diferente.

Fotografías para Roma, nº 17, 1999

Las últimas secciones corresponden a sus fotografías más recientes. En Descartes, retrata las comunidades del desierto al oeste de Los Ángeles asoladas por la crisis económica y los desahucios. Finalmente, en Imágenes filtradas, las fotografías están enfocadas a través de los paneles de metal perforado de las paradas de autobús con el punto de vista de la gente que espera. El fotógrafo, Anthony Hernández, por tanto, consciente de la desigualdad entre los grupos humanos, entre las clases adineradas y los trabajadores, la mayoría inmigrantes en la Ciudad del Cine, emplea la fotografía para crear un arte comprometido con una realidad que se manifiesta en el espacio urbano.

INFANCIA MALTRATADA


Hay padres irresponsables que han traído hijos al mundo sin haber pensado en la obligación que supone darles unas condiciones mínimas de vida. La infancia constituye una época esencial donde debe primar la felicidad cotidiana, indispensable para tener un futuro prometedor. El afecto de los progenitores, la educación escolar, la salud y una buena alimentación están en la base de una maduración provechosa. La película, CAFARNAÚM, escrita y dirigida por la libanesa, Nadine Labaki, nos cuenta una historia de niños en condiciones totalmente opuestas, en las que están maltratados por la sociedad. Denuncia las condiciones de vida de un grupo de personas pobres en la Beirut actual, transformada en aquella ciudad mítica, símbolo de la superpoblación y el caos.


Toda la película gira en la acusación de Zain, un chico de doce años que decide demandar a sus padres por haberlo traído al mundo cuando no podían criarlo adecuadamente. Está en la cárcel por haber apuñalado al marido de su hermana, tras dejarla embarazada con sólo once años. Era el propietario de una tienda de alimentación en la que él trabajaba en vez de ir a la escuela, con quien sus padres concertaron el matrimonio de su hermana Sahar, nada más que tuvo el primer periodo. De esta manera se granjeaban el favor de la persona que les alquilaba una casa para su familia numerosa. Zain, con más sentido común que sus padres, se oponía a este trato que legalizaba el abuso continuo de una niña desvalida. Por esta razón, el protagonista llega a escaparse del hogar familiar, donde el padre casi siempre bebido se aprovecha de la mendicidad de su numerosa prole.


Mientras estuvo fuera de casa, Zaín conoció a una joven inmigrante ilegal que se apiadó de él. Vivía en una humilde chabola con un bebé. Era chantajeada por un traficante de personas que a cambio de dinero, le prometía una nueva documentación para poder seguir trabajando en Líbano. La joven tenía que mandar dinero a Etiopía, su país de origen. Además de alimentar a su hijo fruto de una relación esporádica. Zain hace de canguro diariamente cuando la madre está trabajando. Todo termina cuando la madre es detenida sin papeles. Entonces, le invade la desesperación al protagonista. No sabe que hacer con el bebé. Llega incluso a perder la casa donde vivían. La única solución es entregarle al traficante a cambio de dinero y la promesa de hallar unos padres de adopción.


Zain regresa en ese momento con su familia y se encuentra con el triste destino seguido por su hermana. Por esta razón decide vengarse. La justicia le condena a la cárcel. Sin embargo, con la ayuda de los medios de comunicación, demanda a sus padres como principales responsables de todos estos hechos. La película, por tanto, se narra como un flash back durante la realización del juicio. Un proceso en el que la propia directora interpreta a la abogada defensora. Una historia que se presenta al espectador para que sea consciente de las duras condiciones de vida de la población pobre que vive hacinada en Beirut. Entre ellas, la explotación y el abuso de la infancia, o el tráfico de inmigrantes africanos o de refugiados sirios que escapan de la guerra. Dicha denuncia le hizo merecedora del Premio del Jurado del Festival de Cine de Cannes.

CAMINO DEL INFIERNO


El mayor castigo moral es ser condenado al Infierno. Un castigo eterno por los pecados cometidos en vida. De esta manera lo ha contado la literatura, la representación artística. Un pretexto para reflexionar sobre la condición humana. La última película del director, Lars Von Trier, basada en parte en La muerte de Virgilio, de Herman Broch, la podemos situar en la misma perspectiva. Se titula, LA CASA DE JACK, aquella que quiere construir un asesino en serie del mismo nombre en un lugar paradisíaco, pero que no logrará nunca terminar. El protagonista, un brillante ingeniero, se esmera en diseñarla de la mejor manera posible. La empieza a construir, pero insatisfecho, la destruye al momento. Tiene una psicopatía de una gravedad directamente proporcional a su elocuencia.


La película se desarrolla en dos planos diferentes. Por una parte, cinco episodios o incidentes más un epílogo, y por otra, una voz en off de un diálogo entre el señor Verge y Jack camino del Infierno. que incluyen imágenes de obras de arte asociadas a las disgresiones filosóficas que tienen entre los dos. Porque en la mente de Jack, existe la necesidad de conseguir la perfección, la armonía, incluso con los actos más viles y deleznables. Sufre el problema de ausencia de empatía, de sentimientos de cualquier tipo con otros seres humanos, que le abocan a cometer los más crueles asesinatos. Lo más destacados con mujeres y niños, en un periodo de doce años. Los cadáveres los va acumulando en una cámara frigorífica cuya entrada se encuentra en un callejón apartado de la ciudad.


La policía le persigue y los únicos datos que tiene son los que él aporta a la prensa, mediante fotografías, una de sus pasiones. El gran público le llega a conocer como el Señor Sofisticación. En la última escena roba un coche patrulla para dirigirse a toda prisa a la cámara frigorífica y terminar con sus nuevos asesinatos. Pero la policía descubre el lugar. Allí, Jack encuentra al señor Verge en un espacio desconocido que le conduce hacia la muerte, al Averno más profundo, de salida imposible. Antes le había dado tiempo de construir una casa con los cuerpos mutilados de sus víctimas. Verge sería una versión moderna del poeta Virgilio, que en La Divina Comedia, guía a Dante a través de las muchas manifestaciones del Infierno.


El director consigue meter al espectador en la mente del criminal, por un lado brillante, por otro extraordinariamente cruel, que puede conseguir herir su sensibilidad, hasta tal punto de estimularle a abandonar la sala de proyección. Bajo un árbol el insigne escritor Goethe, logró concebir las obras literarias que expresaban lo mejor del alma humana. Al lado de dicho árbol, años después, se construyó el campo de concentración de Buchenwald. Los nazis fueron genocidas, que persiguieron el exterminio de poblaciones enteras. El comportamiento de Jack se inscribe en el lado oscuro de nuestra existencia. Una tendencia que él es consciente que nació cuando era un niño, cuando cortaba con una tijeras de podar las patas de los polluelos, mientras los campesinos segaban las hierba meticulosamente con guadañas. Nada mejor, por tanto, que descubrir lo más profundo del ser humano llevando sus actos al extremo. Pero, sin embargo, para demostrar que tal individuo o grupo, sería incapaz de construir nada duradero por la profundidad de su locura.

RECUERDOS DE LA INFANCIA


La película, ROMA, escrita y dirigida, por Alfonso Cuarón se ha convertido en una de las sensaciones cinematográficas más importantes de la temporada. Tras resultar nominada a varias candidaturas de los Oscar, comprobaremos si sigue su excelente racha de premios que ha recibido, desde la concesión del León de Oro, como mejor filme en el Festival de Venecia. También marcará una época porque ha sido producida por la plataforma Netflix de televisión, reñida con la exhibición en grandes salas. Una plataforma que financia series, y ahora, películas de directores consagrados. Unos autores que disponen de mayor libertad creativa y recursos económicos sin las cortapisas comerciales impuestas por Hollywood.


Los honores recibidos hasta ahora son bien merecidos por la calidad que posee una historia sencilla, ambientada en la Ciudad de México en 1971, la de una familia de clase media alta y el papel central que desempeña una criada de origen indígena, llamada Cleo. Viven en la Colonia Roma en una amplia casa unifamiliar. El padre es médico y la madre, con estudios se ocupa de los cuatro hijos. Para su cuidado tiene dos sirvientas, además del chófer. La abuela completa los miembros de la familia. En un primer momento, la vida transcurre con normalidad, siguiendo la rutina de las labores de la casa, los estudios y el trabajo del padre en un hospital. En un segundo momento, la situación cambia cuando llegan las navidades. El padre aprovecha un viaje de trabajo para abandonar a la familia. 


Estos hechos coinciden con el embarazo de Cleo, que tenía un novio practicante de artes marciales, que al enterarse de que iba a ser padre se aparta de ella. La manera que la madre y la abuela salen adelante, junto a la protagonista, que pasa por una situación difícil al perder a su hija, constituye el final de la historia. Lo que será un futuro para ellos unidos por el afecto que se tienen. Un amor que supera las diferencias de clase social, al que los obstáculos han reforzado. La película cuenta, por tanto, un relato sencillo pero de gran calado emocional, que engancha al espectador desde el principio hasta el final, sin importar el ritmo lento de las imágenes. Un lenguaje visual de calidad extraordinaria. En primer lugar por la utilización de una fotografía  brillante de cuidada luz.


En segundo lugar por el empleo de los movimientos de cámara. Sorprende algunas escenas llevadas a cabo con el plano secuencia favorecido por el amplio espacio de la vivienda familiar. Un tipo de plano organizado en un movimiento de 360 grados o con un trávelin lateral, sobre todo cuando el personaje se mueve por la calle. Igualmente, utiliza panorámicas leves cuando la cámara se sitúa en el interior. Los planos generales para los espacios exteriores destacan por su plasticidad. No olvida los primeros planos y aquellos que muestran un detalle. Sin duda para reforzar el significado que quiere transmitir al espectador. El director, además, se vale de la profundidad de campo para ampliar el contexto de la escena. Finalmente, se podrían citar otros tantos recursos visuales, de una película que hace un retrato humano inolvidable de unos personajes, especialmente de Cleo, y de la sociedad mexicana a comienzos de la década de los 70.