PHOTOESPAÑA 2016


Un año más se celebra en Madrid el XIX Festival Internacional de fotografía y artes visuales. Un buen conjunto de exposiciones componen su sección oficial, mas el Festival Off, las Sedes Invitadas, y numerosas actividades paralelas. Madrid es la sede central, pero hay otras ciudades que tienen presencia del acontecimiento, en la propia Comunidad, en Castilla y León y La Mancha. Y también, en relación con el tema en el que gira el festival, se sitúa en once ciudades europeas. El Viejo Continente, EUROPAS, es el protagonista de este año. Un gran tema porque el espacio origen de la cultura occidental permite múltiples perspectivas de análisis o reflexión, como enclave de distintos pueblos que desarrollaron su historia.

Juana Biarnés, Rocío Durcal, 1969

Hoy podemos hablar de una Europa en crisis por los diversos acontecimientos producidos a lo largo del año. Todos sabemos que los ciudadanos del continente tenemos más en común de lo que nos separa. Sin embargo, hay tendencias centrífugas que pretenden volver al pasado, a un territorio de fronteras infranqueables. La llegada masiva de refugiados a las costas del Mediterráneo, la separación del Reino Unido de la Unión Europea, el terrorismo islamista que golpea una y otra vez, echan leña al fuego de una crisis que no cesa. Por tanto, parece oportuno este título y la reunión de ciudades y exposiciónes, cuyo conjunto más sobresaliente se puede visitar en la capital de España.

Shirley Baker

Si hubiera una escala de calidad respecto a otras ediciones, podemos decir que en este año se ha llegado a un nivel de excelencia. Solamente en la sección oficial, podrían citarse numerosos ejemplos con este nivel. Las más llamativas las protagonizan mujeres fotógrafas: la dedicada a Vivan Maier. Street photographer, a Juana Biarnés. A contracorriente,  a Louse Dahl-Wolfe. Con estilo propio, a Shirley Baker. Mujeres, niños y hombres que dejan pasar el tiempo,  a Lucia Moholy. Cien años después, y el proyecto titulado, Tras los pasos de Inge Morath. Miradas sobre el Danubio

Louise Dahl-Wolfe, Gemelas en la playa, Nassau, Bahamas, 1949
Otras son muy enriquecedoras como la de Rostros. Fotografía de retrato en Europa desde 1990 en el Centrocentro Cibeles, el Archivo Paco Gómez. El instante poético y la imagen arquitectónica, Transiciones. Diez años que transtornaron Europa. Colección Motelay, ¡A las puertas del Paraíso! Ensayo fotográfico sobre el migrante..., entre otras. Madrid, por tanto, se convierte entre el 1 de junio y el 28 de agosto en una cita extensa de cualquier persona interesada por alguna razón en la fotografía. El reto es grande, la posibilidad de visitar tantos eventos sugestivos o de participar en intersantes actividades.

INTRIGA SOBRE EL CAPITALISMO

La revolución digital ha transformado la economía haciéndola cada vez más global. Los capitales se mueven de un lugar a otro del mundo a golpe de clip o de forma automática en los mercados financieros según algoritmos cada vez más complejos. Es un capitalismo especulativo o de casino en el que se gana o se pierde alejados de la economía productiva. Unas pocas personas toman las decisiones que determinan la marcha de los mercados. Mientras tanto, grandes y pequeños ahorradores confían sus finanzas a estos especuladores que manejan los hilos que explicarían los beneficios como las pérdidas. La película, MONEY MONSTER, dirigida por Jodie Foster nos cuenta como un hombre, Kyle Budwell (Jack O´Connell), que perdió sus ahorros invirtiéndolos en una compañía, pide explicaciones del hecho, secuestrando al presentador de un programa centrado en la bolsa de valores.


En el momento del secuestro del presentador y periodista financiero, Lee Gates (George Clooney), al que le colocan un chaleco con carga explosiva, empieza un trepidante thriller en tiempo real y transmitido en directo a millones de telespectadores, que realiza Patty Fenn (Julia Roberts) desde el control y un grupo de técnicos. El nerviosismo y el miedo se apodera de la situación ante el peligro de muerte por las bombas y el arma que porta el secuestrador. Llega la policía y trata de poner fin al problema, lo que produce que se incremente el riesgo. Mientras, en la trastienda, Patty trata de averiguar y dar una explicación de por qué una compañía que estaba creciendo su valor, de repente cayó en el mercado y produjo enormes pérdidas.


La película trata sobre un tipo de periodismo que mezcla entretenimiento con información y negocio y que puede traer malas consecuencias porque actúa con falta de rigor y solamente le interesa conseguir más dinero y espectadores. Es el periodismo que practica el programa televisivo, Money Monster, centrado en  Wall Street. La película desarrolla la idea de la culpabilidad del presentador, pero luego compensada con el logro de averiguar la explicación que exigía el secuestrador. Los sesenta mil dólares perdidos en bolsa tuvieron como causa la especulación del director de la compañía que tenía como objetivo mayores beneficios en el futuro, pero que a corto plazo, provocan enormes pérdidas a la empresa y a los ahorradores.


Esta falta de ética provocó el hecho violento y el descubrimiento del origen del problema causado por personas enriquecidas que viven a un nivel sin sensibilidad respecto a la realidad cotidiana, de los trabajadores sometidos a largas jornadas y bajos salarios. El brazo de la ley actúa sobre ellos si son descubiertos, pero lo hace sin contemplaciones sobre aquellos desesperados que no entienden su impunidad.

POR LA LIBERACIÓN DE LA MUJER

La sociedad tradicional daba preminencia al hombre sobre la mujer, en las actividades económicas y en la familia. La lucha por mayores derechos civiles en la segunda mitad del siglo XX continuó manteniendo la superioridad de los intereses masculinos sobre los femeninos como hacía la sociedad burguesa o patriarcal. Era necesario continuar la defensa de la igualdad de la mujer. Así sucedió en Francia a comienzos de la década de los setenta, tras la famosa Revolución del 68. La película, UN AMOR DE VERANO. LA BELLE SAISON, de la directora, Catherine Corsini cuenta la relación afectiva entre dos mujeres enmedio de aquellas luchas.


La película está protagonizada por una campesina, que oculta su homosexualidad, Delphine, y una profesora de español, Carole, (Cecile de France), que pertenece a un colectivo feminista. Se conocerán de forma fortuíta cuando la primera se traslade a París en busca de independencia económica y se vea envuelta en una manifestación. A partir de ese momento, surgirá una profunda amistad entre ellas, que las llevará a colaborar en diferentes acciones reivindicativas. Sin embargo, la amistad se transformará en una relación amorosa, que pasará por dificultades cuando Delphine tenga que regresar al campo, a una granja próxima a Limoges, cuando su padre sufra un infarto. No tiene hermanos y junto a su madre tendrá que dedicarse a las tareas agrícolas.


De todas formas llama a Carole para que pase el verano con ella. Las dos mujeres retoman su relación en la granja. El ambiente del campo es mucho más conservador que la sociedad parisina por lo que tienen que aparecer como amigas, cuando en realidad son amantes. Sin embargo, pronto son descubiertas por el entorno más próximo. Primero por un joven granjero, amigo y pretendiente de Delphine, y en segundo lugar, por la madre, que obligará a Carole a que regrese a París, culpándole de inducir a su hija. Las dos quieren escapar e irse juntas para hacer su vida, pero al final, Delphine no se atreve y regresa.


La película termina en 1976, unos cinco años después, y de aquel amor de verano solo quedan los recuerdos y las consecuencias que tuvo para cada una de las protagonistas. Carole se dedica a ayudar a otras mujeres en un dispensario. Ya no vive con un hombre, sino forma pareja con otra mujer. Delphine ha logrado la independencia económica creando una granja en el sur de Francia y también vivir como ella quería, con otra persona de su misma condición como siempre había querido frente a las costumbres sociales del campo que la condenaban a estar sola o a relacionarse afectivamente de forma oculta.

RETRATO DE UN TIEMPO JOVEN

Una obra cinematográfica cuenta una historia en un determinado espacio de tiempo, pueden ser años o unas pocas horas. En los dos casos se tiene que emplear una elipsis del mismo porque sería practicamente imposible reflejar el tiempo real. Noventa minutos o dos horas no dan margen para ello. La buena técnica consiste en que dicho paréntesis no se note en la narración visual. Los acontecimientos entonces fluyen de manera realista ante el espectador. Pueden suceder muchos o pocos según un determinado ritmo complementario que configura el resultado final. En la película, TODOS QUEREMOS ALGO (Everybody Wants Some!!), dirigida y escrita por Richard Linklater, estos dos aspectos se muestran con gran brillantez.


Esta vez el director norteamericano nos lleva a septiembre de 1980 a los tres días previos del comienzo de curso universitario en un campus donde se van reuniendo los estudiantes que llegan para continuar o iniciar sus estudios. Se agrupan según sus inquietudes principalmente. Los protagonistas son los miembros del equipo de beisbol, alojados en una casa próxima al recinto universitario. Han podido estudiar porque fueron los mejores de ese deporte en el instituto. Saben que comienza una nueva etapa en su vida. Posiblemente algunos, serán jugadores profesionales. Tienen en su mente que no deben ponerse límites para conseguir sus objetivos.
  

Hasta el comienzo de las rutinas de clase el lunes, veteranos y novatos confraternizan y tratan de pasar el tiempo. Buscan la diversión continua, acudiendo a los bares y discotecas próximas. Aunque tienen prohibido llevar chicas a la residencia y beber alcohol, no hacen caso. Las horas previas al comienzo del curso se hacen infinitas, por lo que buscan bailar y tener sexo con ellas. Alguno, también, descubrirá el amor, precisamente con una joven, culta y refinada en las antípodas de un deportista. Los protagonistas prueban los distintos estilos de música y de vestir, la disco, el country, el punk, en un tiempo donde pervivían las formas estéticas de los años setenta.


Se retrata por tanto un tiempo pasado a través de un grupo de jóvenes universitarios que van a labrarse su futuro. Cada uno de ellos se concibe como una perspectiva difierente, una psicología propia para entender su manera de enfrentarse al mundo. En el campus, esos rasgos ya se descubren y se uniformizan con otros de gustos semejantes pero provinientes de lugares distintos. Tras los exitosos primeros días de contacto, comienza un tiempo nuevo, de estudio y diversión, solamente hay que saber vivirlo de la mejor forma.

LA PINTURA DE WIFREDO LAM

Autorretrato, II, 1938

El Museo Reina Sofía organiza una magnífica retrospectiva del pintor cubano WIFREDO LAM, que reune alrededor de doscientas cincuenta obras, pinturas, dibujos, cerámicas, grabados, completadas con más de trescientos documentos, cartas, fotografías, revistas y libros. Se exponen de forma cronológica recorriendo toda su trayectoria desde la etapa de formación en España, 1923-1938, hasta su periodo de consagración y el final de su vida en 1982. Tres hitos construyeron su visión del arte y de la vida, España, Paris-Marsella y Cuba. Elaboró un estilo propio que es testigo de los distintos lenguajes de la vanguardia europea, especialmente del surrealismo y Picasso, unido a la mezcla cultural y racial de sus orígenes.

La fruta bomba, 1944

Wifredo Lam (1902-1982) estudió en la Academia de Bellas Artes de Madrid y desde los planteamientos clásicos, estudiando a los maestros del Museo del Prado, evolucionó hacia el lenguaje de la vanguardia, en especial del expresionismo alemán, Pablo Picasso, Juan Gris, Henri Matisse y Joan Miró. Crea un estilo personal cada vez más simplificado y depurado desde estas influencias, que se va transformando según los avatares intensos del siglo XX. Llegó a comprometerse en los años treinta con la causa republicana a la vez que se muestra interesado por las cuestiones sociopolíticas. En mayor de 1938, la Guerra Civil española le lleva al exilio en París, donde conoce, aconsejado por Picasso, la estatuaria negra. La guerra mundial le lleva a Marsella donde coincide con André Breton y parte del círculo surrealista con el que participa y realiza numerosos cuadernos de dibujos.

Natividad, 1947

La década de los cuarenta la pasa principalmente en su Cuba natal, la del gobierno de Fulgencio Batista, donde configura su estilo más propio, de madurez. Figuras cada vez más esquemáticas con una sensibilidad musical en un contexto de hibridación cultural, de naturaleza tropical. Lam es un artista cada vez más famoso y bien relacionado con el mundo del arte. De esta manera, a partir de 1952, el artista emprende una serie de viajes y vuelve a instalarse en París. Es el momento en el que las exposiciones internacionales se multiplican, especialmente con los artistas de CoBrA, que le presenta su amigo, el artista Asger Jorn. Cabe señalar tres facetas de su infatigable trabajo. En primer lugar su interés por la cerámica hasta el punto que en 1975 realizará unas trescientas piezas, un medio que le proporciona libertad y en la que interviene el azar en el proceso de creación.

Le Sombre Malembo, dieu du Carrefour, 1943

El segundo aspecto de esta época de madurez se plasma en los numerosos grabados que realiza para libros de artistas, de los cuales hay varios ejemplos en la exposición, y cuyo último trabajo fue sobre un texto de Jean-Dominique Rey, titulado L´Herbe sous les pavés. Finalmente, su interés por la fotografía y el cine, que el emplea en el ámbito privado para capturar la vida familiar, y de la que se ha hecho un vídeo a partir de las grabaciones que hizo a lo largo de su vida. También, su obra autobiográfica, El nuevo Nuevo Mundo de Lam de 1976: una cartografía de afinidades poéticas y sociopolíticas, que refleja el rico abanico de referencias y lenguajes, y la determinación de hacer con ellas un discurso personal.