En cualquier lugar idílico y apartado se puede encontrar la violencia manifestada en unos hechos puntuales. La ejerce el ser humano que no le conmueve lo apartado del lugar, sino el estímulo de que su fechoría quedará impune. La imposibilidad de resolver un suceso trágico y triste, que solo importa con el tiempo a los directamente afectados, engendra una ira encendida que provoca otras situaciones dramáticas. Es lo que le lleva a actuar a la protagonista de la película, TRES ANUNCIOS EN LAS AFUERAS, dirigida y escrita, por el irlandés Martin McDonagh. En la localidad de Ebbing, Missouri, Mildred Hayes, quiere que el asesinato de su hija no quede sin resolver, y decide colocar tres carteles en las vallas publicitarias de la carretera que conduce a su casa, recordando el suceso y pidiendo justicia al jefe de policía.
Los tres carteles provocan un escándalo en la pequeña población. El jefe de policía tiene buena fama y además está enfermo de cáncer. Habrá vecinos que la apoyen, otros, en cambio, se enfrentarán a ella, especialmente, el ayudante del sheriff, un agente violento y racista. A partir de los anuncios se desatará la ira en la población. La de los agentes del orden para convencerla que retire esa publicidad, cuando no hay pruebas ni culpables del crimen cometido contra su hija. La de su exmarido, que la ha maltratado durante media vida, y la culpa de no haberla cuidado. Una violencia física y verbal que ejerce la protagonista y los distintos personajes, en afilados diálogos, con sucesivos cambios de guion, llenos de contrapuntos argumentales. Una historia triste y trágica de partida se transforma en una secuencia de sucesos como la quema de las vallas publicitarias o la de la misma comisaría del pueblo.
La historia engancha desde el principio al espectador. Resulta intrigante que la madre con tanto arrojo pueda descubrir a través de los anuncios al asesino de su hija. Sin embargo, en ese sentido no va a desarrollarse la acción, sino en la dirección del enfrentamiento entre los protagonistas motivados por la ira desatada por la madre coraje. La historia pasa de la tristeza a situaciones donde se muestra el humor negro que relativiza el suceso criminal por el que arranca la película, hasta llegar a lo grotesco. De igual forma, los personajes descargan su ira por el racismo, el machismo, la desigualdad y la injusticia, muy propios de esta población de la América profunda. Aparece, por tanto, ante el espectador, una película que evidencia de manera singular, a la manera de una obra teatral, lo que merece ser repudiado de la condición humana.