SOROLLA Y LA FOTOGRAFÍA


 

La actual exposición con motivo del centenario del pintor Joaquín Sorolla que se expone en la Galería de las Colecciones Reales, muestra un cuadro dedicado al fotógrafo valenciano Antonio García Peris. Sabemos que le pintaría en varias ocasiones junto a su mujer. La razón es que fue su amigo y mentor en sus estudios de pintura, pues él también lo era, y que le introduciría en los círculos artísticos. Además, le contrataría siendo joven como ayudante en uno de sus estudios que tenía en el centro de Valencia, dedicados principalmente al retrato de la burguesía. Posteriormente, Sorolla se casaría con su segunda hija, Clotilde, convirtiéndose, en su suegro. Por ello, la existencia de un número de testimonios gráficos de la juventud y de la familia del afamado pintor, se debe primero al trabajo de éste, y luego al interés de Sorolla por el medio fotográfico que conservó a lo largo de su carrera.



El fotógrafo Antonio García Peris, además de suegro de Sorolla, fue su protector al comienzo de trayectoria, un auténtico padre por la condición de huérfano del pintor. Las dos carreras, la de fotógrafo uno, y la de pintor, otro, se cruzaron, entonces. El primero ya era un profesional de prestigio desde mucho antes de conseguir la Medalla de la Exposición Nacional de Fotografía de 1905, cuando en los años ochenta cubrió el viaje de la Reina Regente a la ciudad, o alcanzó el éxito como retratista diez años antes. Joaquín Sorolla alcanzó la cima de su fama hacia 1900 cuando fue reconocido a nivel nacional e internacional en las exposiciones y salones de media Europa. Su estilo, como fue normal a finales del siglo XIX, entre la mayoría de los pintores, se vio influido por la fotografía. Sus composiciones así lo demuestran, como si los ojos del artista captaran las escenas a través de las lentes de una cámara. También reconocía su empleo al retratar personajes con una ellas en sus manos, como ese cuadro, en la citada exposición madrileña donde una joven es pintada en un paisaje al lado del mar Cantábrico.





EL OCASO DE LA MAFIA


 

EEUU fue una tierra de oportunidades para las numerosos inmigrantes que llegaban al país a principios del siglo pasado. Querían cumplir el llamado sueño americano, subir en la escala social, desde la pobreza, hasta lo más alto, encabezando algún negocio próspero. Sin embargo, las circunstancias no eran tan fáciles, a pesar del fuerte desarrollo económico que se experimentaba. Lo que propició que un grupo de los recién llegados, empleasen métodos al margen de la ley para ganarse la vida. Formaron, así, organizaciones que utilizaban la violencia y la corrupción, o se favorecían de las prohibiciones a distintos productos, para enriquecerse, mientras las autoridades, miraban interesadas hacia otro lado. La película, ALTO NIGHTS, dirigida por Barry Levinson, nos cuenta la historia de la mafia italiana centrada en dos de sus jefes, Vito Genovese y Frank Costello, cuyo enfrentamiento a finales de los años 50, va a propiciar su ocaso.



La historia es una gran flash back contada por Frank Costello, el máximo jefe de la mafia, que había subido en el escalafón, después que Vito tuviese que abandonar el país acusado de dos asesinatos. Los dos personajes habían decidido desde jóvenes salir adelante mediante métodos al margen de la ley. A pesar de la amistad, eran muy diferentes, uno inteligente, interesado en las relaciones con la política y la policía, y otro, más violento, sin abandonar la calle, el barrio donde surgió y el chiringuito donde se reunían llamado Alto Nights. El liderazgo de Costello imprimió la paz y aseguró grandes beneficios desde la época de la Ley Seca, gracias a sus métodos discretos y la connivencia con los políticos. Vivía en un lujoso apartamento de Manhattan y no portaba nunca armas, ni tenía guardaespaldas. Todo cambió cuando Vito regresó de su largo exilio tras la Segunda Guerra Mundial. Quería recuperar la jefatura de la organización, la dirección de todos sus negocios.



Costelo no se opuso a las pretensiones del antiguo amigo, pero discrepaba de sus métodos, que llamaban la atención de las autoridades, que habían puesto el objetivo en la persecución de actividades criminales como el tráfico de drogas. Los distintos miembros de la organización le preferían, así, frente a Vito, al que surgían cada vez más problemas, unos motivados por su vida privada, otros por la envidia y el resentimiento. Todo cambió cuando intentó asesinar a Costelo, del que milagrosamente salió ileso. Entonces, éste decidió apartarse de la organización y dejar la jefatura de la mafia. Pero, en realidad, era una estratagema para denunciar a toda la organización, que siempre había sido minusvalorada por las autoridades, que pasan a perseguirla sistemáticamente, dirigidas por el mismísimo Edgar Hoover. Por otra parte, destaca la película por la interpretación doble del actor Robert de Niro de los dos cabecillas. Pero adolece de parecerse, en determinados momentos, a un documental, al narrarse, más que con acciones, con una supuesta entrevista al protagonista, años después, y emplear imágenes antiguas originales y de ficción.

LOS DRAMAS DE LA INDIA


 

La igualdad es una condición necesaria para la democracia. Si ésta no existe o se encuentra reducida al mínimo, los problemas se suceden en la sociedad. Lo mismo podríamos decir de la libertad o del bienestar económico de la población. Sin el desarrollo de estos elementos interrelacionados, el progreso general, se ve lastrado por las estructuras tradicionales, que una y otra vez, condicionan la vida de las personas. De hecho, son la causa que impiden la consecución del bienestar. Una situación similar lo observamos en la India donde las tradiciones y la revolución tecnológica conviven con la pobreza y la desigualdad. Este es el contexto de la película, SECRETOS DE UN CRIMEN, escrita y dirigida por Sandhya Suri, que trata sobre los problemas con los que se encuentra una mujer policía para resolver el crimen de una niña de una casta inferior en una zona rural. Unas dificultades que muestran los métodos de la propia policía como en el poder de las clases propietarias, en medio de un enfrentamiento latente entre comunidades hinduistas e islámicas.



Santosh es una joven viuda que va a trabajar en la policía como herencia del puesto de su marido que ha fallecido en una manifestación. Una opción del gobierno para aquellas mujeres que se quedan sin la protección económica del matrimonio. Necesitan a las mujeres para ocuparse de los asuntos específicos que las afectan en un cuerpo ocupado por hombres con sus propios criterios. Será en principio una simple alguacil de apoyo a otras policías. Pronto descubre la falta de medios, las corruptelas diarias, y los castigos más propios de la antigüedad que del siglo actual, en medio de la pobreza generalizada de la población. Pero el caso de una niña desaparecida primero, y luego encontrada muerta en un pozo tras ser violada y asesinada, le informará de las trabas para ejercer su trabajo con dignidad y respeto a la verdad. La inspectora Sharma se ocupará del problemático caso, tras ser despedido el anterior inspector por desidia en la investigación. El móvil de la víctima conduce a un joven musulmán que había conocido en el mercado.



Después de varias averiguaciones, descubren que el joven se ha trasladado a otra ciudad donde le apresan. Santosh, junto a su jefa, recibirán por ello las felicitaciones de las autoridades. Sin embargo, tal éxito se volverá malestar, cuando el acusado sea una y otra vez torturado para que confiese, incluso sin dejarle hablar, para finalmente morir. La inspectora trata de encubrir el error haciéndole pasar como una muerte por suicidio, pero las autoridades la suspenden, tras responsabilizarse de lo sucedido. Santosh, al margen, descubre por el móvil del acusado que era inocente, y su relación con la víctima, de amor. Entonces, investiga el entorno rural de ella, que le lleva a averiguar que en los días de su asesinato, había visitado la casa de los propietarios de la zona, donde tal vez perdiera la vida, por un grupo de personas acomodadas, acostumbrados a ejercer la violencia contra los jornaleros y las castas inferiores. Ante tamaña injusticia y los procedimientos de la policía, expresión de una sociedad desigual donde se evidencia la diferencia entre ricos y pobres, musulmanes e hindúes, mujeres y hombres, decide abandonar el trabajo y el mundo rural empobrecido, y cambiar de vida en la gran ciudad.

FOTÓGRAFA DE GUERRA



La Segunda Guerra Mundial supuso un antes y un después para la gobernanza del mundo y la consideración de los derechos humanos. El grado de crueldad de la lucha y las muertes de civiles por el conflicto bélico o la represión habían alcanzado un nivel jamás visto. Las personas tardaron mucho tiempo en poder asimilar lo que habían experimentado o conocido en aquellos tiempos. Los fascismos dejaron un reguero de víctimas fruto del racismo y la extrema violencia, sin atenerse a un mínimo grado de humanidad o sistema legal, sólo el afán de conquista y sometimiento de los pueblos por una ideología extrema. En algunos países se impuso el silencio, dejar los traumas atrás para poder superarlos, en otros, en cambio, se mostró al público las imágenes de las atrocidades de la guerra. Una de la fotógrafas que contribuyó a informar fehacientemente fue la protagonista de la película que lleva su nombre, LEE MILLER, dirigida por Ellen Kuras, basándose en la biografía escrita por su hijo Anthony Penrose, que llegó a conocer de sus propias palabras antes de fallecer en 1977.



Lee Miller ya era conocida como prestigiosa fotógrafa y modelo cuando empezó la guerra. Había estudiado arte en Nueva York, para ser luego imagen reputada de moda en los años veinte. Su carrera se consolidó en París cuando fue amante y colaboradora de Man Ray. Perteneció al grupo surrealista y a su círculo de amigos, donde conocería a su segundo marido, el crítico y coleccionista de arte, Roland Penrose. En este momento comienza la película, cuando el grupo artístico pasa el verano de 1938 en Mougins, al sur de Francia. El segundo momento, es en Londres después del comienzo de la guerra, trabajando como fotógrafa para la revista de moda, Vogue. Da a conocer la ferocidad y la destrucción de los bombardeos nazis, pero quiere comprometerse más con su nuevo trabajo de fotoperiodista. A causa que los ingleses no mandaban mujeres al frente, se alista con el ejército norteamericano. De esta manera, la vemos en las costas de Normandía, fotografiando a los heridos hasta que consigue el permiso para acercarse a los combates, tras las dificultades impuestas por ser mujer.



Junto al fotógrafo de la revista Life, David Scherman, realizará un recorrido tras las ruinas materiales y humanas de las batallas militares. Captará con su cámara las represalias contra las mujeres colaboracionistas, la entrada triunfal en el París liberado, los cadáveres de fusilados, de los nazis después del suicidio, y lo más atroz, los muertos y las torturas, en trenes de carga y en campos de concentración. Así, en un barracón de prisioneros encontrará un grupo de mujeres, entre ellas, una niña que se asusta de su presencia a la que retratará. Le recordará su propio trauma vivido cuando era de su edad. Finalmente, en Alemania, a punto de claudicar el régimen hitleriano, logran entrar en su apartamento, y meterse en su propia bañera. Una vez de vuelta, sabemos que la revista Vogue de Londres, no le publicará sus fotos. Pretendía no recordar a la población tamañas crueldades y pasar página de la guerra. Si lo haría en 1945, la revista hermana norteamericana. 



Por otra parte, la historia se presenta como una entrevista realizada por un joven a Lee Miller, que le cuesta contar lo vivido en las fotos que estaban olvidadas en viejas cajas de cartón. Un flash back en distintos momentos temporales. Luego sabemos que era su propio hijo fruto del matrimonio con Roland Penrose, ya sin su madre en la casa familiar. Lo interesante de la película es el empleo de fotos reales para desarrollar las escenas, que observa el espectador en los títulos de crédito. Unas fotos que son comparadas con aquellas supuestas tomadas en la ficción. Lo cierto es que esta biografía de Lee Miller, el aspecto humano prima sobre el detalle de unas imágenes, que si bien articulan el relato, carecen de una determinación más precisa de los lugares visitados, que tal vez se da ya como conocida o no es tan relevante para el mismo.   




LA FOTOGRAFÍA DE SAKIKO NOMURA


 

La Fundación Mapfre presenta la exposición, SAKIKO NOMURA. TIERNA ES LA NOCHE, la primera retrospectiva de esta fotógrafa japonesa, que empezó a ser conocida en la década de los noventa, tras ser ayudante del famoso fotógrafo, Nobuyoshi Araki. El subtitulo alude al de la novela de Scott Fitzgerald, cuyos protagonistas son jóvenes y atractivos, como lo son aquellos que vemos representados en muchas de sus fotografías, pues uno de sus temas favoritos es el desnudo masculino, solo o en relación con el de la mujer. Unos desnudos que muestran deseo y tensión erótica. Así, la obra de Sakiko junto a otras artistas, viene a revolucionar las convenciones tradicionales, por la sustitución del cuerpo de la mujer por el del hombre como tema principal. Lo destacable, además, es la forma que utiliza para llevarlo a efecto, al emplear, principalmente, el blanco y negro sobre el color, una luz tenue en medio de la oscuridad, y el grano grueso o el desenfoque, sin planos estables, más bien desequilibrados o disruptivos. El cuerpo humano, de esta manera, apenas se vislumbra, normalmente echado en una cama, propiciando diferentes lecturas interpretativas.



El estilo de Sakiko Nomura se podría definir como un viaje a un mundo que solo se puede entrever en la oscuridad de la noche. Una oscuridad que hace desaparecer los datos documentales o referenciales de la fotografía, para apostar por la representación de lo efímero, de lo fugaz como elemento esencial del transcurrir de la vida. Además de las representaciones eróticas, sus temas abarcan naturalezas muertas, especialmente flores, vistas de ciudades, interiores de habitaciones de hotel, fenómenos atmosféricos, animales, luces y reflejos en movimientos, que nos hacen pensar en connotaciones temporales que remiten al cine. La mayoría de las fotografías expuestas son en blanco y negro, según su estilo formal peculiar, pero un grupo de ellas lo son en color, para adaptarse en ocasiones a la peculiaridad del tema. 



Las fotografías se organizan para el visitante según los fotolibros originarios en las que fueron publicadas, también según la temática o la técnica empleada. De esta manera, nos encontramos salas dedicadas a las flores sobre fondo oscuro, otra de desnudos; según un encargo concreto, como fueron las fotografías realizadas en Granada en 2024, o aquellas en las que emplea la solarización. En otras ocasiones, la fotógrafa ha prestado atención a personajes muy propios de la cultura japonesa, como los actores del teatro kabuki, o aquellos individuos que llevan su cuerpo totalmente tatuado, que emergen entre las sombras, condicionados por su espiritualidad. Por lo tanto, contemplar las fotografías de Sakiko Nomura, no deja indiferente, por un lado por la peculiaridad de su estilo, por otro, por su temática, que supera una mirada convencional de la realidad. 



COMO UNA PIEDRA RODANTE


 

A comienzos de los años sesenta, EEUU vivía un periodo de profunda transformación política y social.  En plena Guerra Fría, se quería superar las restricciones del macartismo, en favor de la paz y la justicia social. Se luchaba por los derechos civiles contra el racismo y la discriminación. Entonces, llegó un trovador de Minnesota, un músico completamente desconocido, que supo catalizar con sus canciones, las aspiraciones de libertad del momento. Esa persona fue Bob Dylan, y su rápido ascenso a la fama, nos lo cuenta la película, A COMPLETE UNKNOWN, dirigida y escrita por James Mangold, sobre el libro de Elijah Wald, centrada en el periodo de 1961 a 1965, desde que empezó su carrera musical como un desconocido en Manhattan, hasta su fama como cantautor folk, para terminar con su sorpresivo cambio de estilo en la última fecha. También, cuenta las importantes relaciones personales con Sylvie Russo y la cantante Joan Baez.



El joven Dylan tenía 20 años cuando llegó a Nueva York. Llevaba consigo una mochila y una guitarra. Quería conocer a Woody Guthrie que por aquellas fechas estaba postrado por una enfermedad terminal en un hospital. Tras encontrarle le cantó una de sus composiciones que había compuesto para él. Fue providencial que en ese momento estuviese también, Pete Seeger, que le acogería en su casa, tras quedar fascinado por su talento. Desde ahí, pudo arrancar su carrera dentro del movimiento folk, cantando en bares y pequeños auditorios. Asociado a este estilo musical conoció a su primera pareja, Silvie, relacionada con la lucha por los derechos civiles. Al mismo tiempo, entró en contacto con Joan Baez, que ya era una cantante famosa, portada de la revista Time. Dylan desde el principio tuvo críticas estupendas, y pronto lograría grabar su primer disco, pero no vendía muchas unidades, hasta que Joan Baez, tras una noche juntos, descubre una canción recién escrita, Blowing in the Wind, para quedar prendido de la composición, que a partir de entonces incluirá en su repertorio.



La relación entre Dylan y Joan Baez fue siempre de amor y rechazo. La joven cantante dio a conocer a su compañero cantando sus canciones o con actuaciones juntos en Festivales como el de Monterrey de 1963. Admiraba su fuerza creativa y la originalidad de sus letras, hasta el punto que le preguntó una vez qué es lo que tocaba, a lo que respondió Dylan que lo desconocía. De esta manera llegó su popularidad, ser uno de los cantantes emblemáticos por los derechos civiles, sin poder pasar inadvertido por la calle porque al instante le reconocían. El Festival de Newport de 1964 fue el marco para consagrarse en la cima, al ser aclamado por el público tras oír, Los tiempos están cambiando. Sin embargo, el autor siempre abierto a nuevos caminos, decidió hacer evolucionar su estilo musical, harto de tener que repetir en los conciertos lo mismo. El prefería cambiar siempre el repertorio, demostrando su gran creatividad artística, que le suponía pasar noches de trabajo en vela.



La ruptura con el estilo folk se produjo en el Festival de Newport de 1965, cuando introdujo la guitarra eléctrica, la batería y el órgano en la interpretación. En este ambiente, no fue comprendido que girase hacia el rock, a pesar de que mostrase una extraordinaria creatividad con canciones como Like a Rolling Stone. Es el final de la película, de una etapa de su vida, pero su fama, no se resintió, al contrario, se incrementó con sus nuevas composiciones. Había dejado de ser ese líder esperado, que ponía voz a una época comprometida con los derechos de la gente, para continuar su carrera solo como un artista,  hasta la actualidad, donde conseguiría ganar hasta el Premio Nobel de Literatura.

EL ARCHIVO DEL CONDE DE ORGAZ


 

El estudio y el conocimiento histórico se fundamenta en los documentos escritos. Su existencia permite conocer el pasado de manera más fidedigna desde la historia antigua hasta la contemporánea. La Biblioteca Nacional presenta la exposición, EL ARCHIVO DEL CONDE DE ORGAZ. UNA VENTANA A LA HISTORIA, que muestra la riqueza de un conjunto conservado en manos privadas hasta la actualidad. A ello contribuyeron los sucesivos propietarios, especialmente, del fallecido conde de Orgaz, D. Gonzalo Crespí de Valldaura y Bros-Ladrús, un auténtico mecenas, miembro de la Real Academia de la Historia, presidente de la Asociación Internacional de Bibliófilos, y de varias fundaciones como la de Amigos de la Biblioteca Nacional, para la que la presente muestra, sirve de homenaje. Un conjunto que se extiende en el tiempo desde la Edad Media, la formación de los reinos cristianos, hasta la creación de la Monarquía Hispánica y su evolución según los avatares de la historia hasta el siglo XIX.



Esta pequeña, pero interesante exposición reúne documentos valiosos, pinturas, grabados e incluso fotografías. Podemos observar un conjunto heterogéneo fruto del azar y los enlaces matrimoniales de distintas casas que confluyeron en una, como fue habitual en la trayectoria de la aristocracia, que evidencia un extenso patrimonio vinculado, luego propiedad privada, que en el siglo XIX, superaba los tres mil bienes inmobiliarios. De hecho el último representante homenajeado, fue XX conde de Orgaz, XVIII conde de Castrillo, y XIII conde de Sumacarcer, las villas de ese nombre donde se asentaba el título. También fue grande de España y hábito de la Orden de Malta. Tuvo numerosos privilegios que fortalecieron los mayorazgos concedidos por los reyes, gracias a los servicios prestados en la administración estatal, por lo que este conjunto es de suma importancia para la historia política y social.




La exposición se presenta en seis secciones que nos informan de los aspectos más relevantes: Señoríos y mayorazgos, Moriscos y judíos, Una familia al servicio de la Monarquía, Santa Teresa, La llave de Gentilhombre y el Carlismo. El visitante se encuentra con vitrinas donde se exponen los documentos, complementados con pinturas e imágenes en las paredes. Un texto explicativo desarrolla cada una de las secciones temáticas. Conocemos al principio, la relevancia del régimen señorial, que se instituyó en la Península desde la Edad Media y duró hasta el gobierno de Isabel II. El archivo muestra la historia de este régimen en todas sus etapas y en diversos territorios. Así, Fernando III el Santo concedió el privilegio de la villa de Orgaz y otros lugares toledanos al primer conde. Las minorías religiosas, moriscos y judíos, se las obligó a convertirse bajo amenaza de su expulsión. Las casas nobles tuvieron que administrar, por tanto, poblaciones con leyes y lenguas diferentes. Los documentos nos hablan de la sharia islámica y de la huella hebrea en escritos únicos. También, cómo familias que fueron de origen converso, consiguieron títulos nobiliarios.



El archivo documenta de forma relevante el servicio a la Monarquía. Son destacados, de esta manera, los servicios del conde de Castrillo en el siglo XVII, durante el reinado de Felipe IV y Carlos II, del cual se conserva su diario como presidente del Consejo de Aragón. Diferente es la sección dedicada a Teresa de Jesús, que permite analizar la difusión de la alfabetización de la población tras la invención de la imprenta, debido a que el titular del mayorazgo de Guzmán, estaba casado con la hermana mayor de la santa. Se exhiben, así, cartas de sus hermanos, de ella misma y de otros allegados. Sorprende al visitante, la riqueza de la colección de privilegios rodados, que fueron documentos solemnes en pergamino que contiene la concesión de privilegios, emitidos por la cancillería real castellana, por orden del rey, bajo aprobación de los nobles reunidos en Cortes. Se extienden desde el siglo XII hasta el XV, y destacan aquellos que afectan a la actual Comunidad de Madrid. 



Finalmente, los condes de Orgaz fueron próximos al rey, y le sirvieron en palacio. Para ello recibieron la insignia de gentilhombres, una llave que simbolizaba la entrada al mismo. Sin embargo, la casa fue reacia a servir a una monarquía liberal o constitucional, perdiendo este privilegio por su apoyo al carlismo, cuyos ricos documentos demuestran la trayectoria de este bando realista conservador, concretado en tres enfrentamientos bélicos. Durante sesenta años permanecieron en la oposición al régimen hasta el restablecimiento de su relación en el reinado de Alfonso XIII, ya en el siglo XX.

VÍCTIMA DE LA DICTADURA BRASILEÑA


 

Hubo una época que Latinoamérica estuvo gobernada por dictaduras militares que han pasado a la historia por su crueldad. Recordamos la de Pinochet en Chile o la de la Junta Militar en Argentina, que torturaron e hicieron desaparecer a miles de personas. Pretendían luchar contra la subversión, pero en el fondo su enemigo era la libertad y la democracia. Brasil no fue ajeno a esta tendencia en un contexto de Guerra Fría, bajo la influencia de la política exterior norteamericana. La película, AÚN ESTOY AQUÍ, del director Walter Salles, basada en el libro de Marcelo Paiva, cuenta la historia de una víctima de la dictadura, la del exdiputado Rubens Paiva, que fue detenido en 1971, y desapareció por la represión ejercida por los militares. La historia se desarrolla en tres épocas: la de los setenta, cuando se producen los hechos; en 1996, ya restablecida la democracia, y en 2014.  Una historia que es la lucha de su mujer por averiguar la verdad y hacer justicia por los crímenes cometidos.



Rubens Paiva era ingeniero y junto su familia, vivía en una casa grande frente a la playa de Río de Janeiro. Una casa siempre con las puertas abiertas a los amigos, lo más granado de la sociedad brasileña de la época. Allí se celebraban reuniones para celebrar cumpleaños o simplemente comer o intercambiar ideas en una época donde la libertad estaba limitada por el régimen militar. Eunice, su mujer, cuidaba de sus cinco hijos, cuatro chicas y un chico. Velaba por sus preocupaciones y sus estudios diarios en el colegio. Un día, unos desconocidos armados, llamaron a la puerta, para llevarse, primero al marido, luego a ella y una de sus hijas mayores. La otra se encontraba en Londres, que vivía con unos allegados, que habían decidido irse del país. El padre nunca regresó a casa. Eunice lo hizo días después tras ser interrogada una y otra vez. Desde ese momento, emprendió una lucha para descubrir su paradero, qué le había pasado. 



Eunice, con la ayuda de sus conocidos, descubre, tras recuperar su vehículo del cuartel militar donde estuvo, que había desaparecido, uno de los destinos trágicos de algunas víctimas, hecho que no reconocía el régimen, y que ella pretende sacar a la luz. Entretanto, sin los ingresos del marido, tienen que dejar la casa en Río de Janeiro, para trasladarse a Sao Paulo, donde vivían sus padres, e iniciar una nueva vida. Allí la encontramos 25 años después, convertida en una activista por los derechos humanos, y en ese momento, ya recuperada la democracia, en una defensora de los indígenas. Es la etapa en la que el gobierno le proporciona el certificado de defunción de Rubens, poniendo fin a una lucha iniciada muchos años antes. En 2014, poco antes de morir, la vemos en una silla de ruedas reunida con toda su extensa familia, vivo todavía el recuerdo, a pesar de la enfermedad, del trágico destino de su marido.



En los títulos de crédito podemos conocer más detalles de la historia. Que el marido murió en mayo de 1971, y le hicieron desaparecer, dentro de un total de 200 víctimas con el mismo procedimiento. Años después se supo quiénes fueron sus asesinos, pero no llegaron a ser procesados. Eunice consiguió el título de derecho con 48 años, para ejercerlo como defensora activa de los derechos de los más desfavorecidos, y que murió en 2015 con 89 años, enferma del alzhéimer. También se muestran las fotos originales de la familia, que en la película se simulan su realización. Lo mismo que emplea el recurso de grabar con un tomavistas, escenas de cine, cuando la familia está reunida en la playa o en alguna celebración en la casa, que proporciona una factura especial a la película, y nos permite cambiar de época de manera fidedigna. Constituye una reconstrucción sólida del pasado, de la felicidad, por los cambios de una nueva época, y del dolor, por la violencia ejercida por la dictadura para frenarlos.

MEMORIA FAMILIAR


 

El pasado pervive en la memoria de las personas. La niñez en familia para luego seguir un destino propio, un camino determinado por los recursos económicos y por tus relaciones sociales. Una trayectoria también marcada por la migración desde un humilde pueblo ganadero, a la ciudad industrial. Si en ese pasado hubo un guerra, la historia se ve influenciada por el drama humano que causó en las vidas de la gente. Esto es lo que sucedió en Europa por influencia de la Segunda Guerra Mundial, o en España, por la Guerra Civil, que tras su término, la sociedad cambió definitivamente hasta nuestro presente. Los que fueron niños por aquellos años, evocan un mundo desaparecido, tradicional, de pobreza cotidiana. Es lo que nos retrata la película, VERMIGLIO, escrita y dirigida por Maura Delpero, que cuenta los acontecimientos en una familia numerosa de un pueblo de montaña de ese nombre al norte de Italia, por la que recibió el Gran Premio del Jurado en el pasado Festival de Venecia.



La época de la historia corresponde al final de la Segunda Guerra Mundial. La nieve y el frío blanquea las montañas y oculta los caminos. Sin embargo, la vida en el pequeño pueblo, no se altera. Los niños van diariamente a la escuela, y los adultos se reúnen en la cantina para pasar el tiempo, hasta que un día llegan dos soldados desertores del frente. Uno es originario del mismo, otro de la lejana Sicilia. La familia del maestro los acoge, pues uno de ellos es su sobrino. Apenas hablan, seguramente traumatizados por lo que vivieron en la guerra. Los primeros sorprendidos son los miembros de la familia de acogida, especialmente de la mujeres. Una de ellas, Lucía, se va a enamorar del joven siciliano. Mientras tanto, sigue la dura vida diaria de la numerosa familia. Todos los hijos asisten a la escuela y a la vez, se encargan de las tareas domésticas: apilar leña para el fuego; ordeñar las vacas; ayudar a la madre continuamente embarazada. Al comienzo del invierno, uno de los niños murió al poco tiempo de nacer.



El maestro ejerce su influencia y su poder en la comunidad rural y sobre toda su familia. Decide quien seguirá estudiando, o quién se quedará en el pueblo como trabajador o para las tareas domésticas. Así se debaten sus hijos durante la historia, para encontrar su lugar en ese cerrado mundo tradicional. La hija mayor se casará en la primavera con el soldado siciliano. Otra de sus hijas, es una ferviente devota, que junto a otra de sus hermanas, con la que comparten cama, descubren el cajón secreto del padre, donde guarda el tabaco y un álbum de fotos de desnudos. Los niños son testigos de los que sucede en la familia, mientras aprenden las primeras letras. Un día, llegan las noticias del fin de la guerra. Los jóvenes soldados regresan a casa. Entonces, Pietro, el siciliano, decide seguir el camino a su tierra, para luego volver con Lucía, embarazada. Sin embargo, pasa el tiempo sin recibir ninguna carta de su esposo, hasta que la prensa se hace eco de la un trágico suceso. Pietro había sido asesinado por su esposa al descubrir que se había casado otra vez, cayendo en la bigamia.



Las consecuencias más duras son para Lucía, que cae en una profunda depresión. Tiene a una niña a la que no puede apenas mantener, y ahora, tiene que malvivir viuda. Puede salir hacia adelante cuando viaje al sur del país y conozca a la otra mujer de Pietro, y sea consciente del dolor provocado por la guerra. En el futuro, tendrá que trabajar, tras dejar a su hija en un orfanato, donde la cuidará su hermana, convertida en monja. La película tiene como punto central a las mujeres como víctimas de un destino impuesto por los hombres, en este caso por el padre, asociadas a una característica suya, la maternidad, en esa época sin control, que las hace más débiles, menos independientes para elegir su destino.

LA REVISTA FOTOGRÁFICA AFAL


 

El Espacio cultural Serrería Belga presenta la exposición, REVISTA AFAL. PEQUEÑA Y LIBRE. IMPULSORA DE LA JOVEN FOTOGRAFÍA ESPAÑOLA (1956-1963), sobre esta publicación española que reunió a un grupo de jóvenes fotógrafos en Almería, pero con vocación de abarcar todo el país y más allá de nuestra fronteras. En sus siete años de existencia pretendió superar la fotografía de salón, para ser considerada como una manifestación artística. Poner el foco de la cámara en visiones insólitas sin apartarse de la realidad, para con ello, ser partícipe de la modernidad. Fue fundada por José María Artero y Carlos Pérez Siquier, a los que se unieron otros miembros representativos como Francisco Gómez, Jesús Aguirre, Joan Colom, Ramón Masats, Oriol Maspons, Nicolas Muller, Francisco Ontañón, Leopoldo Pomés, Alberto Schommer, Ricard Terré y Julio Ubiña. De casi todos ellos podemos ver alguna obra expuesta en los dos espacios de la muestra, así como alguna de sus opiniones críticas.



La revista AFAL se enfrentó a dificultades desde el principio, pues sus articulistas y críticos, no cobraban. Se financiaba por suscripción y la publicidad que llegó a tener. Se convirtió en una ventana de libertad, limitada por la censura de la dictadura, que no aceptaba imágenes que atentaran contra la moral o la ideología del régimen franquista. De todas formas, consiguió apostar por una revolución de la imagen. Las representaciones de los barrios más pobres de Almería o imágenes del atraso de la población urbana y rural de la posguerra, son completamente novedosas. El prototipo del fotógrafo era el del creador independiente, como el artista, sumido en el tiempo presente. Por otra parte, los fotógrafos del grupo AFAL, apostaron por la poesía, relacionar e interpretar la imagen a partir de ella, para lo que gustaron de exponer su obra en relación con poemas de Federico García Lorca o Antonio Machado. No olvidaron, además, la visión irónica o sarcástica, y la doble interpretación.



El grupo AFAL fue compuesto por hombres principalmente, pero tuvo la participación, igualmente, de un grupo de mujeres fotógrafas o interesadas en el medio, como la condesa de Alange, Rosa de Loz, Ana Fox Male y Ruth Lechuga. También, la revista, hizo crítica de cine, en una región, la almeriense, convertida en ocasiones en un plató de cine. Sin embargo, se dio el caso de analizar películas o autores prohibidos por la censura. Esta exposición madrileña expone los 36 números que llegó a publicar la revista. Fue en diciembre de 1963 cuando Pérez Siquier y Artero decidieron comunicar a sus socios la desaparición de la publicación, mediante la edición de una tarjeta con una fotografía de una tumba infantil, blanca y pequeña, rodeada de hierba alta, con la inscripción, Revista AFAL 1956-1963 R.I.P., bajo la idea que la revoluciones tienen que morir jóvenes y no alargarles la vida porque languidecen.