Hay personas que no se identifican con el género que tienen de nacimiento. Se sienten encerrados en su propio cuerpo. Necesitan cambiarlo para vivir de una forma más auténtica. Hoy esta necesidad se manifiesta cada vez más temprano desde niños y adolescentes. Si las leyes lo permiten desde esas edades, inician un proceso que culmina con varias cirugías para pasar de hombre a mujer o viceversa. Supone una autodeterminación de género, una libre decisión frente a los condicionamientos biológicos. Por otra parte, el género no solo influye en el equilibrio emocional de la persona a través de una identidad, sino en las relaciones con otras personas en la sociedad. Podríamos decir que es definitorio para tener una vida completa y feliz. Es lo que le sucede al protagonista de la película, EMILIA PÉREZ, escrita y dirigida por Jacques Audiard, basada en una novela de Boris Razon, que decide cambiar de género, tras ser el líder de un cartel de la droga en México.
Manitas, que vive al límite por dirigir una poderosa organización criminal, quiere cambiar de género, para desarrollar una personalidad oculta de sí mismo. Para ello, se vale de una abogada, que se encargará de organizar las diferentes operaciones quirúrgicas, a cambio de una elevada suma. Su familia, su mujer y dos niños, vivirán con todo lujo en Suiza sin saber nada, hasta que un día se enteran que ha sido asesinado, una falsa información para encubrir sus auténticos planes. Años después, el narcotraficante se llama Emilia Pérez, una mujer rica con negocios en todo el mundo, que por casualidad se encuentra con su antigua abogada que trabaja en Londres. Entonces, le pedirá que vuelva a trabajar con ella, pero esta vez, para localizar a los numerosos desaparecidos en México por la violencia de la droga. Además, se hace pasar por prima de Manitas, y decide que sus hijos y su esposa vivan con ella.
El desenlace vendrá motivado por la infidelidad de su antigua esposa, que quiere vivir lejos de Emilia con un narco, llevándose a sus dos hijos y recuperar el dinero que le corresponde. La historia tiene la peculiaridad que tiene un tratamiento de musical, que encaja bien con su desarrollo, donde en determinados momentos bailan y cantan los personajes. La imágenes avanzan a un ritmo constante sin tregua para el espectador. También, destaca por un tratamiento exquisito del color y la luz, muchas veces ambientes nocturnos asociados a la violencia que se sufre en México. Esta originalidad hizo merecer a la película de los Premios del Jurado y Mejor Actriz en el pasado Festival de Cannes.