El Museo del Prado presenta la exposición, PAOLO VERONESE (1528-1588), que reúne más de cien pinturas, dibujos, grabados y libros, procedentes de los más importantes museos del mundo, que completan la extraordinaria colección de la institución española. Una muestra que cierra un ciclo sobre los maestros venecianos iniciada hace dos décadas, que fueron la base de las colecciones reales y posteriormente del museo. De esta manera, el visitante se encuentra con una magnífica oportunidad de conocer desde diversos puntos de vista este pintor de pintores, pues consiguió la fama en vida y tras su muerte. Contribuyó como nadie en difundir el mito de la prosperidad y riqueza de Venecia, cuando a finales del siglo XVI iniciaba su decadencia. Tuvo una excelsa clientela, desde su propia ciudad, hasta clientela prestigiosa en toda Europa, pasando por la oligarquía del momento. Si fue un pintor de primera fila dentro del estilo renacentista, en el estilo Barroco, fue, igualmente admirado.
La exposición se divide en seis secciones o perspectivas de abordar su estudio. La primera, De Verona a Venecia, explica su formación como fresquista, y el estudio de Rafael, Parmigianino, y sobre todo de Tiziano. El artista consiguió construir un estilo totalizador dentro del arte, influenciado por la Antigüedad clásica, pintores anteriores y contemporáneos. Visitó Roma en su juventud, hecho que le ayudaría a completar su desarrollo intelectual y técnico. Fruto de estos estímulos fueron su interés por el dibujo, y una manera peculiar de entender el color, iridiscente, frente a la unidad tonal de sus contemporáneos. La segunda sección, Maestoso teatro. Arquitectura y escenografía, ilustra su manera de entender la pintura narrativa, de grandes escenas, donde sigue a Andrea Palladio para distribuir el espacio y los personajes. Estos se disponen en primer plano, y la arquitectura de forma transversal, no como la disposición de Tintoretto y Serlio, con un punto de fuga alto. Si esta provocaba composiciones dinámicas, la primera, majestuosas y serenas.
Como viene a ser costumbre en las últimas exposiciones, se atiende al proceso creativo en la siguiente sección, donde se llega a reproducir con vídeo, siguiendo sus técnica, la forma de pintar del artista. También se demuestra a partir de algún cuadro dejado en boceto. El artista tuvo una manera determinada de trabajar, que evolucionó con el tiempo, incorporando técnicas que observó de otros artistas, claro es, con su enorme talento. La cuarta perspectiva le analiza según la Alegoría y mitología, un pintor, que si bien fue popular entre la clientela por su atractivo, no fue especialmente docto, sino que interpretó las complejas iconografías proporcionadas por los humanistas que frecuentó. Además, llegó, en estos temas a heredar la fama de Tiziano, e incluso a ofrecer, lecturas alternativas al mito.
La quinta sección corresponde al Último Veronese, establecida a partir de 1576 cuando el pintor tenía 48 años, y que corresponde a la fecha de la muerte de Tiziano. En este periodo su etilo cambia hacia composiciones más inestables y con un color sombrío y de formas más diluidas, Además emplea una luz simbólica que anticipa la pintura del siglo XVII, y destaca la creciente importancia del paisaje con una función expresiva. La última sección se denomina Haeredes Pauli y los admiradores de Veronese, para mostrar el interés por su pintura en el tiempo. En primer lugar, su hermano, y sus hijos continuaron con el taller tras su muerte, un negocio propio, que no lograron prolongar. Por otro lado, sus verdaderos herederos fueron artistas dispares como Delacroix, Cézanne, Guido Reni o Velázquez, pero la exposición se centra sobre todo en la generación posterior a su muerte, la del Greco, Agostino y Ludovico Carraci y Pedro Pablo Rubens. Finalmente, subrayar que uno de sus más importantes coleccionistas fue el rey Felipe IV, y la exposición que hoy le tiene como protagonista, reproduce con sus paredes verdes, el mejor escenario, a modo de palacio, para su contemplación.
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