La sociedad patriarcal, el machismo, ha relegado a las mujeres a un segundo plano bajo los planteamientos masculinos desde tiempos inmemoriales. Hoy luchan por la igualdad, estar al mismo nivel en todos los órdenes, desde el salario y la variedad de ocupaciones, a salir de las ocupaciones domésticas y de las responsabilidades familiares en exclusiva. Además, las mujeres sufren la lacra de la violencia de género, fruto de esa desigualdad impuesta por los hombres. En la segunda mitad del siglo XX, podíamos ver esta discriminación constante, y pocos espacios eran auténticamente femeninos, poblados y dirigidos por mujeres, como el prestigioso taller de vestuario que retrata la película, DIAMANTI, escrita y dirigida por Ferzan Özpetek, que describe los problemas a los que se enfrenta la empresa, y el grupo de mujeres modistas, que tienen que trabajar largas jornadas de trabajo, mientras compaginan su vida personal y familiar.
El director en tiempo actual, convoca a un grupo de sus mejores actrices para presentarles el guion de su nueva película. Luego, mientras lo estudian y se reparten los papeles, vemos en los años setenta, los entresijos de un taller de vestuario para cine y teatro en Roma. Lo dirigen las hermanas Canova, que aceptan un importante encargo, el vestuario de una película ambientada en el siglo XVIII, a la vez que sacan adelante otros en los que estaban trabajando. Las modistas tienen que materializar los diseños establecidos, aunque desde el principio, la encargada de los trajes, introduce variaciones. Las modistas sufren largas jornadas de trabajo por salarios que apenas les permite vivir. Una de ellas se tiene que llevar a su hijo con ella porque no tiene con quien dejarlo, y además no puede pagarle sus estudios. Otra tiene un hijo adolescente encerrado en su habitación.
Una de ellas sufre maltrato por parte de su marido, que le ha amenazado de muerte si no abandona el trabajo. La sobrina de otra, se refugia de la policía tras una manifestación estudiantil. Por todos estos problemas, las modistas con permiso de las dueñas, se convierten en un grupo de solidaridad femenina, tanto económico, como emocional. Conocemos, igualmente, las historias personales de las dueñas, la de Alberta, que una vez tuvo un novio que la dejó plantada en París, con el que vuelve a encontrarse; y su hermana Gabriella, que perdió a su hija en un accidente. Una comida de empresa, donde clientes y modistas se reúnen, pone punto y final a esta peculiar historia, donde los problemas se resuelven con el apoyo mutuo y la comprensión frente a la discusión y el enfrentamiento. Fruto de ello es el vestido rojo más espectacular de la película, que tienen que trasladar del boceto original en toda una noche, todas las empleadas, que demuestran que las mujeres son como los diamantes, de una resistencia y atractivo singular.
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