LA FOTOGRAFÍA DE LAURENT

Autorretrato de J. Laurent

El Ministerio de Cultura y Deporte, organiza con la colaboración de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la exposición temporal, LA ESPAÑA DE LAURENT (1856-1886). UN PASEO FOTOGRÁFICO POR LA HISTORIA, dedicada a este fotógrafo francés que supo retratar a nuestro país desde diferentes puntos de vista en la segunda mitad del siglo XIX. Estableció su estudio en la Carrera de San Jerónimo de Madrid y desde aquí logró la fama suficiente para ser fotógrafo de la propia reina Isabel II, de los políticos y militares más relevantes del momento. Los distintos cambios de regímenes políticos no fueron un obstáculo para continuar con su relevante trabajo como retratista. Ante el objetivo de su cámara, el visitante de la exposición se encuentra con los distintos miembros de la familia real, protagonistas de la Revolución de 1868, de la Primera República, y luego de la Restauración.

Laboratorio de Laurent

La importancia de la fotografía de J. Laurent radica en que supo transcender de su trabajo como retratista para captar con su cámara todo el país, la cultura, los paisajes, las ciudades, los monumentos, las obras públicas, la progresiva industrialización y los avances técnicos. Laurent y sus colaboradores, desarrollaron una labor artística y de explotación comercial con las numerosas imágenes de España, que traspasó nuestras fronteras. El fondo de la Casa Laurent y Cía., compuesto por los negativos originales fue adquirido en 1975 por el Ministerio de Cultura y hoy se conservan en la Fototeca del Instituto de Patrimonio Cultural. En la exposición se exhiben negativos, fotografías de la época en papel, cámaras de distintos formatos, y el laboratorio portátil del artista, que le acompañaba en los viajes.

El gobierno provisional en diciembre de 1868

Las imágenes captadas por Laurent tienen hoy día una nitidez y precisión sorprendentes. En las paredes de las salas de exhibición se han situados reproducciones de sus imágenes a gran tamaño sin disminuir la calidad de las mismas. Empleaba normalmente luz natural, pero también artificial, sobre todo para fotografiar pinturas. Fue el primero en tener en catálogo las obras maestras del Museo del Prado. Llegó a captar las pinturas negras de Goya antes de ser desprendidas de las paredes de la Quinta del Sordo. Dichas imágenes tienen hoy, en consecuencia, un gran valor documental. El artista empleaba cámaras de negativos de cristal, normales o estereoscópicas, de diferentes tamaños, con el procedimiento del colodión húmedo para luego hacer copias en papel a la albúmina.También llegó a emplear cámaras especiales para realizar visiones panorámicas. 


UNA FAMILIA SINGULAR


La familia constituye un elemento esencial para la sociedad. De cómo sea el nivel económico o los valores que se transmitan en ella, dependerá en parte la educación de los hijos. La familia ampara a sus miembros, ya sean jóvenes o ancianos, ante cualquier percance o falta de medios económicos para subsistir. Las leyes del estado protegen a la familias y reconocen su importancia en la vida de los ciudadanos. Se fundamenta en el parentesco de abuelos, padres e hijos. Los hijos no eligen a su familia, y al revés, resulta excepcional, aunque cada vez se producen más adopciones. Por otra parte, la familia no es ajena a múltiples problemas como los derivados de la violencia de género o a el abandono de los hijos. Muchas familias, así, se desestructuran, y otras, son monoparentales.


La película, UN ASUNTO DE FAMILIA, escrita y dirigida por el prestigioso realizador japonés, Kore-Eda Hirokazu, presenta una familia peculiar, no unida por lazos de sangre, sino por la supervivencia, por el delito. Todos los miembros viven en una modesta casa baja, propiedad de una anciana, junto a un matrimonio, un niño y una joven. Al principio, nada hace sospechar, que los modestos trabajos de los adultos, de peón y de planchadora en una fábrica, no les permiten tener mejor nivel de vida, incluso, que el hijo menor no vaya a la escuela y se dedique con el padre a robar en las tiendas. La joven, que parece la hermana de la madre, se exhiba en un espectáculo erótico, y la abuela, reciba ingresos de la supuesta pensión de su marido.


La vida de esta modesta familia va a cambiar cuando acogen a una niña que sus padres tienen abandonada en la terraza de su casa a pesar del frío invernal. El espectador irá descubriendo poco a poco la verdad de todos según avanza la película, al contarnos la vida diaria donde incorporan al nuevo miembro en sus costumbres peculiares. Saben que la están buscando los servicios sociales porque sus padres han denunciado a la policía su desaparición y aparece en los medios de comunicación. La cambian de peinado y de nombre, la tratan como su hija. El espectador descubre, entonces, que sobreviven al margen de la ley, por una parte, forzados por las circunstancias económicas, por otra, por los deseos de los protagonistas adultos, que no conciben otra manera de convivir.


Al final, tras la muerte de la abuela, que entierran en el jardín de la casa, caen en manos de la policía, cuando atrapan en una tienda a Shota robando. Nobuyo, la que hace de madre, se atribuye el peso del delito de secuestro de la niña, dejando a su pareja, Osamu, sin culpa, por tener antecedentes penales. A ésta la llevan con sus progenitores, que seguirán maltratándola y abandonándola en casa. Por otro lado, el chico es acogido en un albergue con otros jóvenes. Sabe la verdad de su origen, similar al de la niña. Fue sustraído de un coche en el que sus padres le habían dejado sólo. La película, por tanto, reflexiona sobre las relaciones familiares carentes de amor, por otras, que si bien se establecen al margen de la ley, pueden expresar, tal vez, mayor afecto y autenticidad. Una reflexión que explora las reacciones humanas en situaciones excepcionales, tratada con sobriedad y realismo, captando el paso del tiempo de manera magistral, cualidades que le valieron al director la Palma de Oro en el Festival de Cannes.

EL CINE Y EL HONOR


El régimen teocrático iraní impone a la sociedad del país una moral tradicional basada en los principios religiosos. El cine, como expresión artística, necesita la libertad de abordar temas sin cortapisas. El director Jafar Panahi tiene prohibido salir del país y realizar una película durante 20 años. Sin embargo, ha logrado terminar y escribir la película, TRES CARAS, ganadora del Premio al mejor guión en el pasado Festival de Cannes. Una historia inspirada en un hecho real, la de una joven que se había suicidado porque le habían prohibido que fuera actriz de cine, una profesión que se considera frívola y que atentaría contra el honor de cualquier familia. Además, el propio director está acostumbrado a recibir mensajes a través de las redes sociales de jóvenes que quieren hacer cine, algunos desesperados.


El propio director es el actor principal junto a la actriz Behnaz Jafari, que se interpreta a sí misma, como un personaje famoso que recibe una grabación en vídeo de una joven que en apariencia se suicida. Los dos deciden viajar a una aldea perdida entre las montañas para ver si es cierto que la joven se ahorcó en una cueva o fue todo un montaje falso. La pareja son famosos en Irán y son recibidos con mucha hospitalidad en el pequeño pueblo. Allí, llegan a conocer que los padres de la joven, Marziyeh Rezaei, le habían permitido presentarse a las pruebas de ingreso en el Conservatorio de Teherán con la idea que sería rechazada, pero al ser aceptada, comenzarían unos problemas causados al considerarse a las actrices desde el punto de vista tradicional como mujeres frívolas o fáciles.


Panhi y Behnaz tratan de encontrar a la chica indagando entre sus amigas. Así, descubren que la joven había simulado su suicidio y se había ocultado en la casa donde vive una legendaria estrella iraní del cine prerrevolucionario, situada en una casa apartada del pueblo. En un principio no pensaban ayudarla, especialmente por parte de Behnaz, que había abandonado un rodaje, pero luego deciden lo contrario, implicarse en su problema. De esta manera, pasan la noche en el lugar, y a la mañana siguiente la llevan con su familia para que la perdonen por su comportamiento. Cuando regresan tienen que parar porque el camino de tierra es muy estrecho con curvas y la falta de visibilidad obliga a esperar a los vehículos que suben la montaña. En el tiempo de espera, les alcanza, la joven Marziyeh, que ha logrado el permiso de su familia para irse a Teherán.


El director, Jafar Panahi, construye con la película, por una parte, una parábola de su situación personal en Irán, y por otra, del cine en general, mostrando las tres caras o perspectivas de un mismo problema. La sociedad tradicional, que se aprecia sobre todo en las zonas rurales, se opone, aunque cada vez menos, a la libertad inherente que supone la expresión audiovisual, centrándose especialmente en el papel de la mujer. La gente común, de igual manera, admira el arte, la posibilidad de mejorar en la vida y escapar de la pobreza. La modernidad, por tanto, se ve como un peligro, pero, también, como un camino a la prosperidad. Un camino lleno de dificultades por los límites que impone el régimen político.

EL CINE DE ANDRÉI TARKOVSKI


El Círculo de Bellas Artes de Madrid organiza la exposición ANDRÉI TARKOVSKI Y EL ESPEJO. ESTUDIO DE UN SUEÑO, que reúne un conjunto amplio de documentos sobre esta película del director ruso. El visitante descubre fotografías del director con sus padres, imágenes en vídeo con escenas de la película, el diario de rodaje, bocetos y manuscritos de todo tipo, que nos informan del proceso creativo, el elaborado trabajo de preparación hasta lograr rodar un film que se considera compendio de su manera de hacer cine. Un cine por antonomasia de autor, de carácter vanguardista.


La película, El espejo, y en general, el cine de Tarkovski, combina la ensoñación y el carácter autobiográfico, con un profundo sentido poético y artístico. El director pretendía con aquella reflejar un sueño que le obsesionaba. Había vivido con sus padres en una dacha siendo un niño en un paisaje idílico de prados y bosque. Retomaba, así, una serie de recuerdos del pasado en el exterior e interior de ese lugar, recreados de la manera más fiel. A través de la exposición sabemos que su padre, Arseny, fue un poeta reconocido alguno de cuyos poemas se pueden leer en la muestra. Llegó a separarse de su madre, un personaje, igualmente esencial en la película, expresión de la importancia que tuvo en la vida y en los sentimientos del director hasta tal punto que la hizo aparecer brevemente en una escena.


La actriz Margarita Terekhova encarna a la madre del director, un rostro de gran fuerza expresiva, necesario para evocar los sentimientos y recuerdos de la infancia. Unos recuerdos que no se manifiestan puros, ajenos a la realidad, sino inmersos en conflictos que aluden a la Guerra Civil española o la Segunda Guerra mundial. Sin embargo, los propósitos del director se encaminan a la creación artística por medio de un lenguaje visual propio, de carácter surreal y simbólico, que le permite reflexionar sobre temas como la infancia, la maternidad o el matrimonio, en los cuales se incluye la palabra. La exposición, por tanto, nos define a Tarkovski como un artista meticuloso y  extraordinario, capaz de superar la concepción del cine como entretenimiento, para elevarlo a una condición de arte superior.

ENTRE HERMANOS


Los seres humanos cambian según pasan los años, las edades de la vida. Unos cambios de carácter físico y psicológico diferentes según sea una etapa de aprendizaje o de asumir cada vez más responsabilidades económicas o familiares. La nueva película del director Isaki Lacuesta, ENTRE DOS AGUAS, trata de retratar el paso del tiempo en dos hermanos, Isra y Cheíto y sus circunstancias personales, especialmente del primero. Resulta una continuidad de La Leyenda del Tiempo, comenzada a realizar unos catorce años antes. Aquella tenía los mismos protagonistas todavía adolescentes, los hermanos Gómez Romero. Constituía un proyecto de retrato a largo plazo, de representar el paso del tiempo en el físico y en los comportamientos de ellos, localizados en San Fernando, en la provincia de Cádiz.


La nueva película, tiene dos momentos temporales, uno en 2015, en el parto de la tercera hija de Isra, que por aquel entonces estaba en la cárcel, y dos años después, cuando el director y su equipo retoma la historia. Es el momento en el que sale en libertad tras cumplir condena por tráfico de drogas. Un momento difícil porque tiene que rehacer su vida. Su mujer no le deja volver a casa, lo que le obliga a vivir en una cabaña de pescadores frente al mar. Le pesa su pasado familiar. La muerte dramática de su padre. La denuncia de la madre que le llevó a prisión. Por otra parte, su hermano Cheíto ha logrado formar una familia estable al emplearse en la Armada española como marinero profesional. Pasa largas temporadas alejado de su mujer y de sus hijos, pero le permite vivir honestamente.


Isra se debate una y otra vez por el camino a seguir. No logra conseguir un trabajo, y cuando lo consigue, por recomendación de su hermano, no logra mantenerlo porque no acepta que le manden. Piensa volver de nuevo al tráfico de drogas, una actividad tan rentable en la zona. Sin embargo, su hermano y sus amigos le aconsejan lo contrario. Llevar una vida dentro de sus posibilidades como hacen ellos, dentro del ejército o al marisqueo o la venta de chatarra, cualquier actividad que le evite la cárcel, que le separe de sus hijas. El observa cómo la práctica de la religión ayuda a la gente a superar los problemas. Al final, la vida junto a sus hijas en tanto que reto o proyecto de futuro tal vez inclinen la decisión.


La película, por tanto, construye un retrato profundamente realista de dos hermanos al que el paso del tiempo les marca de manera diferente. Los dos han nacido en un ambiente modesto sin medios económicos, pero Isra no ha logrado enfrentarse a los obstáculos de la vida de manera adecuada. Le pesa el fin trágico del padre, la perdida de libertad, los intentos de suicidio. La debilidad a la hora de afrontar su futuro le lleva a tatuarse en la espalda su historia familiar. Termina la película con la incógnita de lo que sucederá con el paso del tiempo, cómo continuará un relato que Isaki Lacuesta ha abordado con sensibilidad y lirismo visual, por el que fue premiado con la Concha de Oro a la Mejor Película en el Festival de San Sebastián.