Los actores tienen como tradición morir en el escenario. No retirarse nunca del oficio. Lo viven con tanta pasión y dedicación que no pueden dejar de plantearse nuevos proyectos. Interpretar a los más variados personajes de la ficción hasta el final de sus días. Así debe ser en el caso de Robert Redford, que ha prolongado su carrera hasta ahora cuando ha cumplido 82 años. Aunque ha afirmado que esta es la última película antes de retirarse. Interpreta en la película, THE OLD MAN AND THE GUN, dirigida y escrita por el realizador, David Lowery, a un ladrón de bancos llamado Forrest Tucker. Basada en hechos reales, nos cuenta que el protagonista tuvo la particularidad que siguió robando hasta la senectud, no tanto por necesidad económica, sino porque era una actividad que le colmaba de satisfacción.
En la película aparece ya mayor asaltando con educación las oficinas bancarias. Lleva en el oído un auricular que parece más bien un audífono para sordos. Por él escucha la emisora de la policía y de esta manera puede administrar los tiempos para salir huyendo. Casi siempre actúa solo, escapando en coche. Otras veces, se vale de dos compinches, especialmente cuando el botín es más cuantioso. Entre sus últimos golpes, conoce a una viuda de la cual se enamora. También a un policía que se obsesiona con arrestarlo tras relacionar numerosos robos de las mismas características. Incluso se interesará por su vida, tras pasar el caso a manos del FBI. Los dos descubren a un personaje que desde adolescente tuvo una vida al margen de la ley. Logró escaparse de prisión unas 18 veces. La más sonada fue la fuga de San Quintín en barca.
La película, por tanto, establece una especie de simbiosis entre la vida de Forrest Tucker y el actor, Roberd Redford. Una metáfora, por otro lado, de quien no puede retirarse de su oficio porque se ha convertido en una actividad inherente a la propia vida. Si uno llega a su fin, la otra carece de sentido y felicidad.