EL OCASO DE UNA BAILARINA


 

La jubilación de cualquier profesión está relacionada con una determinada edad. Si las competencias vienen dadas por la actitud física, ese momento llega antes, que otras en las que prima sus competencias intelectuales. No es lo mismo un deportista de élite, un atleta o futbolista, que un magistrado, profesor o médico, aunque el componente psicofísico es evidente. También influye el paso del tiempo. No es lo mismo una sociedad y los intereses de la población hoy que hace más de treinta años. La persona se mantiene según pasan los años, pero estos efectúan cambios constantes en la realidad y las circunstancias donde se desarrolla una profesión. Es lo que le sucede a la protagonista de la película, THE LAST SHOWGIRL, dirigida por Gia Coppola, que el espectáculo que protagoniza en Las Vegas desde hace más de tres décadas va a ser cerrado por falta de público. Un espectáculo concebido para los gustos del público de finales del siglo XX.



La actriz Pamela Anderson da vida a una experimentada bailarina erótica, Shelly, que ve cómo su vida va a cambiar radicalmente tras la noticia del cierre del espectáculo de la que es la vedette principal. En ese corto periodo de tiempo hace un repaso de su vida junto a otras bailarinas, unas jóvenes y otras jubiladas, que también deben buscarse una alternativa. De hecho la película comienza con la audición a la que asiste para buscarse un nuevo espectáculo, que al final de la película se descubre que es rechazada por su edad, por no requerirse unas actitudes, de ser joven y sexy, de las que hoy carece. La espera, en cambio, a sus cincuenta y siete años, un empleo de camarera o cajera de supermercado. Sin embargo, ella logra reconciliarse con su hija, hoy universitaria, que tuvo de dar en adopción porque no podía cuidarla. Además, se sabe que la tuvo tras una aventura con el director del espectáculo, que nunca se interesó por ella.



Shelly ha vivido durante tres décadas para su espectáculo de Las Vegas. Era lo que deseaba y en lo que se sentía realizada. Ha sido una estrella durante esos años, y eso no lo cambió por nada, ni siquiera por su hija. Hoy llega la retirada impuesta por los empresarios, que ven que ya no interesa al público ver un elenco de mujeres exhibiendo su cuerpo y atrevidos trajes, en medio de luces sugerentes. Quieren espectáculos atrevidos de variedades, próximos al circo. A pesar de su edad, puede compartir trabajo con las más jóvenes, sin desmerecer de atractivo físico. Pero los procesos de jubilación tienen una parte difícil en los que se recuerda los mejores momentos y se es consciente que lo vivido no se volverá a repetir. Se piensa que has seguido ejerciendo una profesión, cuando tu cuerpo y el mundo han cambiado de forma irreversible. Los procesos humanos que se discuten en estos periodos de cambio se muestran sin parangón en la presente película por la que recibió el merecido Premio Especial del Jurado del Festival de San Sebastián.

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