La acelerada revolución tecnológica que vivimos ha dado un nuevo paso con la entrada de la Inteligencia Artificial, que ya podemos utilizar desde nuestro móvil. Sus creadores, han advertido de los posibles peligros para la humanidad. La primera regulación se ha producido en la Unión Europea ante este temor que podía poner en riesgo la libertad del ser humano. Una máquina de múltiples aplicaciones con capacidad de aprendizaje y de utilizar la enorme información de internet en unos pocos segundos. Como ha sucedido con todos los avances tecnológicos, se ha planteado una visión positiva, de ayuda al individuo y al bienestar de la sociedad; como negativa, del control del mismo, y de una información sesgada o falsa al servicio de los poderosos y los Estados autoritarios. La película, LA BESTIA, escrita y dirigida por Bertrand Bonello, trata del futuro próximo, en 2044, cuando una máquina puede borrarte tus emociones, tus miedos para ser más útil a la sociedad.
El proceso de borrado se llama purificación, y supone un regreso a tus otras vidas anteriores en el tiempo. Una limpieza del ADN para ser más fuerte, más frío y ser mejor ciudadano. Lo padece la protagonista, Grabrielle Monnier, que quiere conseguir trabajo, y es una buena medida desprenderse de sus emociones, tanto el miedo como el amor. De esta manera, el proceso, nos lleva al París de 1900, o a la California de 2014. En la primera época, la protagonista se encuentra felizmente casada con un empresario que fabrica muñecas, que conoce un joven que se enamora de ella. En la segunda, es una joven soltera que busca trabajo como modelo y actriz, mientras se gana la vida cuidando casas. También busca una pareja, lucha contra la soledad. Un día se cruza con un joven perturbado que odia a las mujeres. En las dos historias, Gabrielle tiene premoniciones de catástrofes, miedos continuos, que se concretan en inundaciones o terremotos.
Parece evidente que la máquina que la está eliminando sus sentimientos, topa con sus obsesiones fundamentales, el miedo a las catástrofes con trágicas consecuencias para ella y sus allegados; y la necesidad de afecto. Sin embargo, resulta fallido el proceso, hasta tal punto que se encuentra con el joven que aparece en sus sueños en el presente de 2044, que ha sido purificado, y ella se da cuenta de lo horroroso del proceso, del sistema de vida que llevan entre la realidad y la falsedad. Un mundo distópico donde las características esenciales del individuo han desaparecido para su eficiencia económica. Un mundo más sereno porque no hay catástrofes, y no los sientes como tales al perder la conciencia emocional de los mismos.
La maquinaria sofisticada ha penetrado en tu cerebro para borrar todo rastro de felicidad asociada al amor o a los miedos de un pasado lejano. Te ha encontrado como eres en realidad en otro pasado más cercano. Ha descubierto lo que necesitas: un trabajo y una relación afectiva, agitadas por la incertidumbre y el drama. Pero ha fracasado por tus resistentes sentimientos, que muestran una época ausente de ellos, donde la gente se divierte disfrutando de una fiesta infinita ambientada en diferentes épocas con sus músicas singulares. Pero horrenda para Gabrielle, interpretada por la actriz, Léa Seydoux, protagonista de todas las escenas de la misma, que grita histérica al final, alterada por una realidad tan inhumana.
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