ABUSOS A MENORES EN LYON


En los últimos años la opinión pública ha ido conociendo numerosos casos de abusos sexuales a menores de edad producidos en el seno de la Iglesia católica. Se extienden en el tiempo y por todo el mundo. Han llegado a afectar no sólo a los sacerdotes, sino a la más alta jerarquía, por participar en ellos como por ocultarlos en un muro de silencio. El grave escándalo surgió principalmente en el anterior papado, pero ha sido el actual mandatario quien ha tenido que afrontar el problema ante la necesidad de dar una respuesta a las peticiones de justicia por parte de las víctimas, que se encuentran con la prescripción de los delitos o la muerte de los autores. Una respuesta que todavía no es suficientemente contundente dada la magnitud del caso. La película, GRACIAS A DIOS, escrita y dirigida por François Ozon aborda el problema desde diferentes puntos de vista, basándose en las víctimas del sacerdote Bernard Preynat, que dirigió los scouts en Lyon.


El director para la realización de la película obtuvo información de los documentos originales producidos por el caso y  en el contacto directo con los protagonistas y sus familias. El desarrollo de la historia sigue una secuencia cronológica, de estos protagonistas, que se ponen al frente de la lucha para que se haga justicia. El primero que lo destapó fue Alexandre Guérin, un ferviente católico, padre de cinco hijos, en el año 2014, cuando descubre que Preynat, que abusó en su infancia de él, sigue en contacto con niños. De esta manera, logrará se atendido por Régina Maire, la psicóloga encargada de ayudar a la víctimas, que le preparará un encuentro ante el mismo sacerdote, que reconocerá su culpa. El siguiente paso será entrevistarse con el cardenal Barbarin, que le dará una respuesta insuficiente, al mantener dentro de la Iglesia al sacerdote. Aunque su caso ha prescrito, denuncia ante la justicia los hechos, que iniciará una investigación.


La policía confirma las numerosas víctimas existentes desde los años 80. También que algunos casos no han prescrito, como el de François Debord, que se encargará de organizar a las víctimas para dar publicidad al caso y encausar a Preynat. De esta manera, crearán una página web e implicarán a los medios periodísticos en sacarlo a la luz y exigir responsabilidades. Finalmente, el tercer protagonista es Emmanuel Thomassin, el que tiene una vida más humilde por su enfermedad, secuela de aquellos abusos y la separación de sus padres. Todas las víctimas, unos más mayores que otros, realizan reuniones para prestarse ayuda mutua y aportar ideas para seguir adelante. Las opiniones no son similares entre ellos. Unos más moderados que otros. 


Al final, consiguen que el padre Preynat y el cardenal Barbarin, sean encausados, que la opinión pública conozca el daño producido, tras ser ocultado durante décadas, y que la prescripción de los delitos se extienda a los treinta años desde la mayoría de edad. Sin embargo, la condena definitiva, todavía en 2019, no ha llegado, según afirman los títulos de crédito, por la presunción de inocencia. A ello se refiere el título de la película, una frase hecha pronunciada de forma inapropiada por el cardenal implicado, que alude a la supuesta suerte de que las consecuencias del caso no sean mayores. Unas consecuencias que ponen en entredicho la misma creencia religiosa. Esta sólida y bien fundamentada historia, basada en hechos reales. recibió un merecido Gran Premio del Jurado en el pasado Festival de Cine de Berlín.

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