LA MODERNA EXPLOTACIÓN LABORAL


La revolución tecnológica de nuestro tiempo afecta a la vida cotidiana del ser humano. Desde los móviles a los procesos productivos de las fábricas. El impacto en los hábitos cotidianos no se ha echo esperar. Las relaciones de amistad, de amor, las de pareja o familiares hoy tienen como medio algún mecanismo digital. Internet se constituye como el soporte donde interactúa la información aportado por los mismos. Si por una parte, nuestra vida ha mejorado, al reducirse el tiempo y la rapidez con la que trabajas o compras una mercancía, por otra, nos hace esclavos o adictos por el poder y la fascinación que proporciona a quien la emplea. La película, SORRY WE MISSED YOU, dirigida por Ken Loach y con guión de Paul Laverty, cuenta con dramatismo la incidencia que tiene en las relaciones laborales y familiares. 



Ricky y Abby son la pareja protagonista. Se ganan la vida con empleos precarios. La mujer, asistiendo a ancianos en sus hogares por horas. El marido acaba de conseguir un puesto de repartidor de paquetes por cuenta propia en un almacén. Está al servicio del comercio online. Aparentemente, es un trabajador autónomo que tiene comprar una furgoneta endeudándose más y obligando a su esposa a utilizar el transporte público. En realidad, es un asalariado encubierto con una condiciones laborales al margen de la ley. La tecnología está al servicio de la empresa de paquetería que distribuye a las grandes marcas, que le obligan a entregar el producto con una precisión horaria extraordinaria, sin margen para el descaso o para hacer sus necesidades.


Tanto Ricky como Abby, trabajan a destajo. Les pagan según el tiempo y los servicios que proporcionen. Cuanto más realicen en el día, más ganan. La llamada economía colaborativa basada en las aplicaciones de la red, tal como aparece en pantalla, es un conjunto de prácticas del capitalismo salvaje para reducir los costes laborales en detrimento de las conquistas conseguidas por los trabajadores a lo largo del tiempo. Los señuelos son la posibilidad de encontrar trabajo y de realizarlo más libremente. La realidad es, en cambio, dramática porque Ricky recibe multas por faltar al trabajo, incluso de manera justificada. Las intensas y largas jornadas de los protagonistas afectan a su vida familiar, hasta tal punto que pierden el contacto con sus hijos.


Seb, el hijo mayor, es expulsado del instituto y llega a ser detenido por la policía. Liza, la hija pequeña, sufre por los acontecimientos que padece la familia. El matrimonio discute a diario. Todos echan la culpa al nuevo trabajo del padre. Convertirse en un repartidor de paquetes que explota el jefe del almacén. Lo que sería una manera de ganar dinero rápido por un tiempo, se convierte, un una forma de perderlo por los problemas humanos que tiene que afrontar, sobre todo cuando recibe una violenta paliza para robarle durante el reparto. Ricky, el padre, no pierde la esperanza, y mal herido, para reducir las deudas que le provoca estar de baja, decide volver al trabajo en contra de la opinión de su entorno. 


La nueva película de Ken Loach combina una precisa crítica de las nuevas formas de explotación laboral con un extraordinario despliegue de emociones que conmueven al espectador. Si una nos pone alerta ante situaciones más propias de la primera revolución industrial, las segundas, nos conciencian de priorizar los valores humanos frente a los espejismos falsos de felicidad asociados al mundo contemporáneo.


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