Podemos ver actualmente en nuestras pantallas una importante película realizada hace dos años por la directora francesa Claire Denis, titulada en España, UNA MUJER EN ÁFRICA (White Material), escrita por ella misma y por la novelista, Marie NDiaye, de origen senegalés. Supone una metáfora sobre la situación del continente africano en la actualidad, sumido en un constante conflicto de guerras civiles, de gobiernos dictatoriales y corruptos y guerrillas sanguinarias, como las protagonizadas por los niños soldados. La población blanca, la carne blanca a la que alude el título original, supone una minoría que contrasta y que apenas tiene poder económico en el África postcolonial. La compone la familia protagonista, una pareja blanca con un muchacho y un anciano, que llevan una antigua y no rentable plantación de café, mal avenida y que será destruida por la guerra que enfrenta al ejército corrupto y la bandas rebeldes.
La película presenta una perspectiva femenina que tiene a una mujer, María, interpretada de forma extraordinaria por Isabelle Hupert, como protagonista del relato, de la mayoría de las imágenes. Ella se resiste a abandonar la plantación haciendo caso omiso a las advertencias del ejército francés ante el avance de la guerra con la intención de salvar la cosecha. Hasta el punto que su casa se convertirá en el centro de la misma. Esta negativa, su intención de seguir allí como si nada pasara a su alrededor, le llevará a contemplar la destrucción de su familia de una manera u otra, como si fuera un suicidio colectivo ante la imposibilidad de actuar de otra forma.
Esta tragedia da pie a una reflexión sobre las relaciones interpersonales, sobre la acción humana en medio del caos que impone la violencia. El estilo de la directora resulta frío, una narración que valora el silencio más que los diálogos, la mirada subjetiva de los personajes o la suya propia que muestra al espectador. El montaje no es lineal, sino construido desde un primer flash back alrededor de la protagonista que huye de la plantación, y a partir del cual se construye a su vez toda la película. Valora los primeros planos, los movimientos de camara como si una mirada individual quisiera observar con detalle lo que se nos quiere explicar. De igual manera los planos generales, como el último de María en el camino que conduce a la hacienda, de gran belleza. Una sensibilidad especial que capta la esencia del ser humano, en todas sus vertientes, la naturaleza degradada por este mismo, en medio de la pobreza y la violencia sanguinaria.
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