EEUU fue una tierra de oportunidades para los numerosos inmigrantes que llegaban al país a principios del siglo pasado. Querían cumplir el llamado sueño americano, subir en la escala social, desde la pobreza, hasta lo más alto, encabezando algún negocio próspero. Sin embargo, las circunstancias no eran tan fáciles, a pesar del fuerte desarrollo económico que se experimentaba. Lo que propició que un grupo de los recién llegados, empleasen métodos al margen de la ley para ganarse la vida. Formaron, así, organizaciones que utilizaban la violencia y la corrupción, o se favorecían de las prohibiciones a distintos productos, para enriquecerse, mientras las autoridades, miraban interesadas hacia otro lado. La película, THE ALTO NIGHTS, dirigida por Barry Levinson, nos cuenta la historia de la mafia italiana centrada en dos de sus jefes, Vito Genovese y Frank Costello, cuyo enfrentamiento a finales de los años 50, va a propiciar su ocaso.
La historia es una gran flash back contada por Frank Costello, el máximo jefe de la mafia, que había subido en el escalafón, después que Vito tuviese que abandonar el país acusado de dos asesinatos. Los dos personajes habían decidido desde jóvenes salir adelante mediante métodos al margen de la ley. A pesar de la amistad, eran muy diferentes, uno inteligente, interesado en las relaciones con la política y la policía, y otro, más violento, sin abandonar la calle, el barrio donde surgió y el garito donde se reunían llamado The Alto Nights. El liderazgo de Costello imprimió la paz y aseguró grandes beneficios desde la época de la Ley Seca, gracias a sus métodos discretos y la connivencia con las autoridades. Vivía en un lujoso apartamento de Manhattan y no portaba nunca armas, ni tenía guardaespaldas. Todo cambió cuando Vito regresó de su largo exilio tras la Segunda Guerra Mundial. Quería recuperar la jefatura de la organización, la dirección de todos sus negocios.
Costelo no se opuso a las pretensiones del antiguo amigo, pero discrepaba de sus métodos, que llamaban la atención de las autoridades, que habían puesto el objetivo en la persecución de actividades criminales como el tráfico de drogas. Los distintos miembros de la organización le preferían, así, frente a Vito, al que surgían cada vez más problemas, unos motivados por su vida privada, otros por la envidia y el resentimiento. Todo cambió cuando intentó asesinar a Costelo, del que milagrosamente salió ileso. Entonces, éste decidió apartarse de la organización y dejar la jefatura de la mafia. Pero, en realidad, era una estratagema para denunciar a toda la organización, que siempre había sido minusvalorada por las autoridades, que pasan a perseguirla sistemáticamente, dirigidas por el mismísimo Edgar Hoover. Por otra parte, destaca la película por la interpretación doble del actor Robert de Niro de los dos cabecillas. Pero adolece de parecerse, en determinados momentos, a un documental, al narrarse, más que con acciones, con una supuesta entrevista al protagonista, años después, y emplear imágenes antiguas originales y de ficción.
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