EL INFIERNO DEL ACOSO


 

La sociedad tenía normalizada hasta cierto punto munchas conductas de violencia, acoso y abuso sexual. Unas mujeres pioneras fueron quienes con sus denuncias obligaron a ser conscientes de estos hechos tan dañinos. La historia real de una de ellas, la refleja la película, SOY NEVENKA, dirigida y escrita por Icíar Bollaín en colaboración con Isa Campo. Cuenta el caso de la concejal del Partido Popular en Ponferrada que sufrió acoso sexual por parte del alcalde Ismael Álvarez, por el que fue condenado y tuvo que renunciar a todos sus cargos. Se convertiría en el primer político condenado por este tema en España. La protagonista se tuvo que sobreponer a su propio partido y a la población de la ciudad en su contra. No se calló ante una situación injusta y violenta de abuso de poder contra ella que la llegó a ningunear y menospreciar cuando al principio fue elogiada por sus méritos.



Nevenka Fernández vivía en Madrid. Recientemente había terminado un máster y estaba haciendo las prácticas. Era una estudiante brillante de economía con veintiséis años. En una breve estancia en Ponferrada para visitar a sus amigas y a sus padres, empresarios bien relacionados, le presentan al alcalde de la ciudad. Este se fija en ella y le propone formar parte de la lista en las elecciones municipales, siendo elegida. A pesar de su juventud e inexperiencia como política, el regidor le nombra, Concejala de Hacienda y Comercio con dedicación plena y más salario. Al principio se la tiene en consideración, y pronto, el alcalde hace gala de su fama de mujeriego. Ella se resiste, no quiere tener más relación que la profesional y la amistad. Sin embargo, él la seduce hasta convertirla en su novia, cuando su mujer estaba enferma terminal de cáncer. 



En un momento dado, Nevenka le expresa al alcalde que no es adecuada su relación íntima, que ella sólo quiere tener como mucho amistad. En ese momento, éste le empieza a acosar, y en general, la corporación a ningunearla. No le avisan de las reuniones y le obligan a firmar los documentos, sin tener en cuenta sus opiniones. La toman como una incapaz e inútil para ser concejal. La situación entre ellos se deteriora al máximo hasta el punto que presenta su dimisión, aconsejada por sus padres y amigos. Pero Nevenka rectifica cuando el regidor le pide perdón. De todas las maneras, éste no respeta lo que ella quiere, y vuelve al acoso para tener sexo con ella, convertida en su amante. La protagonista, entonces, se refugia en su casa. Tiene miedo de encontrarse con el alcalde. Sus amigas al verla en un estado de ansiedad y pánico, le ayudan a salir de Ponferrada en dirección a Madrid, donde vive un amigo suyo.



En ese momento, decide tomar la decisión de denunciar a alcalde por acoso sexual. Para ello contratará un abogado de la capital, pues las redes clientelares y el apoyo que aquel tiene le impide hacerlo en Ponferrada. Apenas tiene pruebas, pues el acoso se había producido sin testigos, y además, sus compañeros de partido, jamás iban a declarar contra su jefe. Ella se da de baja laboral en el Ayuntamiento con un parte de una médico psiquiatra. Además, habla con la líder de la oposición del PSOE para que no convoquen la comisión de Hacienda y la hagan volver al consistorio. Un tiempo después realiza una rueda de prensa ante los periodistas donde comunica su intención de presentar la denuncia. El escándalo no se hace esperar y todo el mundo se pone en su contra declarándola culpable a ella. 



Nevenka llega al juicio oral sin apenas testigos, frente al poder y la influencia a todos los niveles de Ismael Álvarez en la sociedad, la política, y la judicatura de Castilla y León. Pero su testimonio, el de la verdad de los hechos será suficiente. Incluso, frente al fiscal, que la convierte en acusada, cuando es la víctima del caso. Ella obra por dignidad. Podía haberse callado. Irse sin llamar la atención. La ningunearon cuando estaba siendo acosada. Le llamaron inútil cuando era una profesional brillante. El machismo y el caciquismo en la ciudad de Ponferrada la doblegaron en principio. Ahora exige su reparación por el infierno que casi la destruye por completo. Al final el alcalde fue declarado culpable y tuvo que dimitir. A pesar que fue una condena mínima, la decisión de Nevenka, de hablar y denunciar,  le sirvió de ayuda a sí misma y a otras mujeres en su caso. Una pionera ante una lacra, de tal forma, que lo puso más difícil para que se repitiera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario