LA FAVORITA DEL REY


La respuesta a la pregunta de cómo en la sociedad estamental del Antiguo Régimen una plebeya podía convertirse en una señora de la nobleza, es difícil por la cerrazón en la cual se movían los grupos sociales. Un campesino o un artesano, los sirvientes de la nobleza tenían su destino determinado por su nacimiento. El monarca era el único que con su poder absoluto podía cambiar la situación de sus súbditos, incluso de los más humildes. Este poder, según se pensaba en su época, provenía de Dios, y a él era el único a quien respondía. La voluntad del rey motivada por el amor y la pasión hicieron en la Francia de la primera mitad del siglo XVIII que una joven de nacer criada, muriese considerada aristócrata. Este caso nos lo cuenta la película, JEANNE DU BARRY, dirigida e interpretada por MAÏWEN, sobre la vida de esta mujer, hija de la cocinera de un noble, que recibió una cierta educación que le abrió su interés por la cultura.



Esta pequeña formación de su niñez y juventud, le hizo servir a la nobleza como dama de compañía, pero pronto cayó en desgracia por su inclinación a los placeres mundanos. De esta manera, tras pasar por un monasterio, se convierte en una meretriz de lujo, que frecuenta nobles libertinos como el conde du Barry, con quien llegará a convivir en su palacio. Jeanne trabajará a su servicio como una cortesana, mientras tienen una aparente relación amorosa, que el conde desmiente con sus infidelidades. Tras negarse al principio de ser una de tantas mujeres que se le presentan al rey para su disfrute, un día, convencida por su madre, hace una visita a la corte junto a su pareja, donde el monarca cae prendido de ella. Desde este momento, se convertirá en un primer momento en su amante secreta, y después de la muerte de la reina, en su favorita. En una dama que forma parte de su séquito y vive, junto a otros nobles en Versalles.



Para acceder a Versalles y formar parte de la corte, el conde du Barry tiene que casarse con ella a cambio de una cantidad de dinero que el rey paga. Una vez que sea condesa la convivencia con el monarca será pública. Jeanne le acompañará hasta su muerte, constituyendo una relación amorosa mutua. No sin problemas, pues no fue aceptada en la corte. Las hijas del rey, junto a la opinión pública consideraban su relación escandalosa, hasta el punto que cuando se casó el delfín, el futuro Luis XVI, su mujer, estuvo un tiempo sin hablarle. De todas las maneras, el rey fue feliz con Jeanne, que materializó con numerosos regalos, como ricas joyas y un pequeño palacio. Esta felicidad duró hasta la muerte del monarca. Sus enemigos la condenaron a vivir en un monasterio, hasta que fue perdonada, y siguió con su vida de lujo. Jeanne du Barry moriría como una señora de la nobleza guillotinada en 1793 con motivo de la Revolución Francesa, tras la caída del Antiguo Régimen y los estamentos privilegiados.



La puesta en escena de la película resulta atractiva para el espectador. El vestuario, el maquillaje y la peluquería recrean con precisión el siglo XVIII. Favorece también que ha sido rodada en el mismo palacio de Versalles y su famoso salón de los espejos, donde desde Luis XIV, los monarcas atravesaban rodeados por los cortesanos una vez al día. El preciso momento donde podías hacerle alguna solicitud. Allí residían los reyes, un espacio complementado con grandes jardines donde la caza era una de las actividades de ocio principales. La interpretación de los protagonistas ha recibido críticas negativas, La de Johnny Depp por demasiado rígida, la de Maïwen, como superficial. La música está inspirada en otras películas de la misma época, lo mismo que la voz en off narrativa, que recuerda a Barry Lyndon del director Stanley Kubrick.

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