PERSPECTIVAS SOBRE LA INFANCIA





Casi a diario se producen noticias dramáticas protagonizadas por niños y adolescentes. Noticias referidas a víctimas de acoso en las aulas o violaciones grupales en centros comerciales. También de peleas en la calle o autolesiones, que nos informan de su turbulenta salud mental. Sabemos de su fácil acceso a imágenes de carácter violento a través del móvil o el ordenador en la red. Además, se valen de la misma para publicitar hechos similares protagonizados por ellos o por su grupo de colegas. Sin llegar a sucesos trágicos, existe una violencia cotidiana, a la que no llegan ni los padres, ni los educadores. La película japonesa, MONSTRUO, dirigida por Hirokazu Koreeda, trata de esa distancia que presenta la vida de los niños respeto a los adultos que más les influyen, con un guion que recibió el mejor premio para su autor, Yuji Sakamoto, en el pasado Festival de Cannes.



Uno de los temas centrales de la película trata sobre el acoso escolar. El que sufre el pequeño Hori por parte de sus compañeros de clase. Solamente, será Minato quien con su profunda amistad, logre aliviar el escarnio diario. El primero es un niño de carácter dulce que juega siempre con las chicas, convertido en centro de burlas y bromas pesadas. Pero esta circunstancia la va descubriendo el espectador según transcurre la historia, en principio centrada sobre todo en Minato, que tiene un comportamiento anormal, fruto según él del maltrato de un profesor. La primera perspectiva, será entonces, de la madre que realizará una serie de visitas al colegio para denunciar al docente, por los insultos que le ha proferido, por el daño físico al retorcerle la oreja. La segunda será la del profesor, recién llegado al centro escolar, que tiene un juicio equivocado respecto a Minato, pues cree que acosa a Hori, cuando es su mejor amigo.



La tercera perspectiva es la de los propios chicos, la que desvela la verdad. La del acoso que ejercen los compañeros de clase sobre Hori. La profunda amistad que tiene con Minato. Los dos tienen circunstancias familiares similares. Viven solo con uno de sus progenitores. Hori con su padre, que le maltrata, y Minato con su madre, viuda. El guionista indaga en la psicología de la infancia. En cómo los niños pasan por el tamiz de su mente la información que reciben de sus familias o del colegio. Cómo les determina sus actos o su pensamiento. Hori lleva un mechero y parece que ha prendido un local de alterne que visita su padre. Los dos piensan en el eterno retorno y la reencarnación después de la muerte. Les falta un entorno familiar y afectivo completo. Al final de la historia, la llegada de un fuerte tifón, provoca fuertes lluvias y corrimientos de tierras. Es el momento donde los protagonistas se juntan. La madre de Minato y el joven profesor, que reconoce su error, buscan a los niños en su peligroso lugar de juegos, un antiguo vagón de tren abandonado. Ninguno de los dos son monstruos, ni tienen el cerebro de un cerdo. Los protagonistas descubren una salida del vagón y del túnel inundado. Han pasado las fuertes lluvias, el sol luce, y han reencontrado la felicidad.

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