CRÍMENES RACISTAS EN OKLAHOMA


 
Los primeros europeos que llegaron a América en el siglo XVI se encontraron pueblos nativos más o menos desarrollados. Destacaban las culturas azteca y maya en el centro del continente, y la inca en el sur. Eran culturas agrícolas que empleaban metales preciosos, sobre todo el oro que buscaban los conquistadores. En el norte, se encontraban los pueblos más atrasados dedicados todavía en el siglo XIX a la caza. Vivian nómadas tras las manadas de bisontes, alimentos principal de ellas. La conquista del Oeste fue desplazando de sus tierras originarias a estos pueblos, hasta llegar, tras una centuria de guerra, a estar recluidos en reservas. Este fue el caso del pueblo Osage, que desde los valles de los ríos Ohio y Mississippi, fue reubicado definitivamente en Oklahoma. Allí, privados de su forma de vida original, sobrevivían al contacto con la civilización occidental.






Todo cambió cuando sus pobres tierras de las que apenas sacaban partido, guardaban el que iba a ser la fuente de energía principal de la Segunda Revolución Industrial, el llamado oro negro, el petróleo, Los Osage, entonces, se convirtieron en el pueblo más rico del mundo, pues eran los propietarios de las enormes riquezas que producía el subsuelo. De esta manera, fueron adoptando gran parte de las costumbres de los blancos. Residir en grandes casas, desplazarse en caros automóviles, vestir con ricas ropas y lucir joyas, sin olvidar del todo sus antiguas creencias. Pronto llegaron los colonos blancos para beneficiarse de esta exuberante riqueza estableciendo negocios y comerciando con todo tipo de productos. Desde las grandes compañías de petróleo, hasta los fabricantes de wiski, ganaderos, banqueros caciques, y desalmados, casi todos racistas, que aparentemente convivían con los indios, incluso les servían.  En este contexto está ambientada la película, LOS ASESINOS DE LA LUNA, dirigida por Martin Scorsese, basada en la novela de David Grann.






La película, de larga duración, más de tres horas, cuenta con precisión los hechos sucedidos en Oklahoma con el pueblo Osage poco después de la Gran Guerra. Se empezaron a producir una secuencia de asesinatos de todo tipo: envenenamientos, con arma de fuego y explosiones. Los indios de por sí tenían una esperanza de vida más corta que los blancos, y algunas muertes se explicaban por la enfermedades que contraían procedentes de las costumbres occidentales, pero cuando las muertes no pudieron explicarse de esta manera, empezó surgir el miedo. Estas muertes se concentran en la familia de la india Mollie, que tenía varias hermanas, y que juntas poseían una buena dote.  Todas se casaron con blancos, uno de ellos, Ernest, sobrino del ganadero, William Hale, un auténtico líder moral entre el pueblo Osage. Detrás está el interés de heredar los derechos de las tierras ricas en petróleo. 






El director muestra al espectador, primero los crímenes fuera de la familia, luego dentro. Los indios no saben quien los induce. Luego se descubre, es el mismísimo líder blanco y ayudante del sheriff quien los ordena, y dirige una organización criminal, una especie de logia masónica, de las personas y empresas más importantes de la zona. Mollie lleva el peso de la acción. Busca un detective para que investigue los asesinatos de sus hermanas y otros indios. No sabe que su marido, Ernst la está matando progresivamente. A sus inyecciones de insulina le añade droga. Antes de debilitarse, logra ir a Washington y hablar con el presidente, que mandará al FBI. Hale trata de librarse de los sicarios, llevándoles a prisión o a la muerte. Pero la investigación policial termina por aclarar lo sucedido y detener a los culpables, especialmente a Hale y a su sobrino Ernst, que son llevados ante un tribunal, que los condena, a cadena perpetua.  El destino de los protagonistas lo resuelve el director mostrando en vivo un programa de radio de la época realizado en un teatro, que lee un supuesto informe policial. Participa el mismo Martin Scorsese como uno de los actores que nos habla del fin de la historia. 

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