PICASSO Y EL GRECO


 
Con motivo del cincuenta aniversario de la muerte de Pablo Picasso, el Museo del Prado, organiza la exposición, PICASSO, EL GRECO Y EL CUBISMO ANALÍTICO, que trata sobre la influencia del artista cretense en el genio malagueño. El pintor siendo adolescente estuvo estudiando en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, pero se sabe que pasó la mayor parte del tiempo como copista en el Museo del Prado, pues así lo acredita el libro de registro que se muestra en esta ocasión. Tuvo como referentes en su formación a Velázquez, y sobre todo a el Greco, que le inspiraría en su época azul. Picasso en 1934 visitó la Casa-Museo del Greco en Toledo acompañado de su mujer. Además fue nombrado director del Prado en septiembre de 1936 por el presidente de la Republica, Manuel Azaña, cargo que no hizo efectivo nunca, aunque los documentos, estipulan hasta su sueldo.






El Greco fue un artista revolucionario en su época, que vino a España para trabajar en el Monasterio del Escorial. Rechazado por el rey Felipe II, se instaló en Toledo donde adquirió fama y dispuso de una numerosa clientela. Su fama pervivió en el siglo XVII por sus extraordinarios retratos, aunque su estilo no fue bien recibido por la crítica artística del momento. El artista cretense cuestionó, desde el manierismo y sus propias concepciones estéticas, las reglas clásicas en la pintura impuestas por los grandes maestros del Renacimiento. Afectaban a la aplicación del color, a la perspectiva, a la composición, al dibujo, y a la concepción general del cuadro. Daba mayor importancia a su propia voluntad artística que atenerse a los dictados estilísticos. De esta manera, a finales del siglo XIX, salió del olvido de mano de los artistas de vanguardia. Uno de ellos fue Pablo Picasso que pretendía revolucionar la pintura.






El artista malagueño tomó sus formas alargadas, la concepción de los personajes, y más allá de ello, hasta el formato de sus cuadros. Igualmente, su actitud revolucionaria, de proporcionar a la pintura un estilo individual y original. La pequeña exposición actual muestra esa inspiración, no en obras del periodo azul, sino el más avanzado, por así decirlo, del cubismo analítico. Confronta en la sala dedicada a el Greco del Museo cuatro apóstoles con cuatro obras cubistas, rodeados por otras obras del cretense. Son piezas famosas provenientes de importantes instituciones, como el Acordeonista del Guggenheim de Nueva York o el Tocador de mandolina de la Fundación Beyeler. Frente a ellos las monumentales figuras de los apóstoles provenientes principalmente de Toledo. Han pasado trescientos años entre unas pinturas y otras, pero la fuerza y el atractivo artístico le une de manera perdurable.

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