Hace unos años estalló el escándalo de los abusos sexuales en la Iglesia católica. Primero en EEUU, y luego en el resto de países, que se propusieron realizar una profunda investigación de muchos años sobre el fenómeno de la pederastia. Estas se llevaron a cabo por comisiones independientes en las que participaron distintos sectores. La Iglesia abrió sus archivos, y junto al testimonio de muchas víctimas se lograron informes exhaustivos en países como Irlanda, Alemania, Portugal y Francia. Se dio cuenta de la extensión del problema que había sido ocultado por las autoridades eclesiásticas en todos los niveles a lo largo del tiempo. Fueron los periodistas los que empezaron por denunciar el problema para favorecer una investigación oficial sobre el mismo. En países como España, a pesar de las indicaciones del papa Francisco, la Iglesia todavía se resiste a la denuncia y a una investigación exhaustiva de los casos. En este contexto se sitúa la película, VERANO EN ROJO, escrita y dirigida por Belén Macías, basándose en la novela de Berna González Harbour.
La historia se localiza en Madrid y Navarra en 2010 cuando aparecen los cuerpos asesinados de dos adolescentes. Lleva la investigación la comisaria María Ruíz, que trata de atar cabos para encontrar una causa. Por otra parte, el periodista Luna, que pasa por una crisis profesional, realiza la suya propia para escribir un reportaje. Las primeras indagaciones en el colegio religioso del joven navarro, las entrevistas con su entorno, y el registro de la habitación de su casa, proporcionan las primeras pistas y la explicación de los crímenes en el ámbito de la pederastia. Unas fotografías permitirán ir despejando las incógnitas. En ellas el joven navarro aparece con tres hombres, que van a identificarse como dos curas y un monitor de baloncesto. Los dos jóvenes asesinados eran amigos que se conocieron un verano en Estella. Sería allí donde el profesor de educación física tuvo contacto con las víctimas.
La comisaria encuentra rápido el camino para hallar el culpable. El colegio religioso era el lugar donde desde antiguo se producían abusos sexuales a los alumnos, que eran encubiertos por las autoridades eclesiásticas. Estos alumnos, igualmente, eran contactados por los curas pederastas fuera del mismo para seguir con esta práctica criminal. El director del colegio, a pesar que las máximas autoridades se niegan a colaborar, contribuye con datos para esclarecer el caso. Los curas que se vieron en problemas con los padres, fueron trasladados o apartados de la Iglesia. Queda uno de los adultos que aparecen en las fotos, el profesor de educación física, que será el asesino. Una persona desquiciada por la culpa, que fue víctima también en su niñez de otro cura, a quien matará ya mayor en su particular venganza bíblica.
La comisaria Ruíz para resolver el caso sufre la violencia del culpable, primero en la residencia de vacaciones donde trabaja, luego en la que fuera la casona de su madre, donde tiene que dispararle para salvar su vida. El periodista Luna, finalmente, realiza un reportaje donde denuncia los abusos sexuales dentro de la Iglesia. Su particular contribución a la resolución de un problema todavía no suficientemente esclarecido en nuestro país, y del que se han estimado unas 1800 víctimas, según se informa en los créditos finales de la película. En los últimos años, por iniciativa de la prensa, se ha producido un goteo de testimonios y denuncias, que perduraron en el tiempo. El Defensor del Pueblo lleva una investigación oficial desde el año pasado para resolver el problema.
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