El Centro de Arte Reina Sofía expone una interesante muestra, titulada GENEALOGÍAS DOCUMENTALES. FOTOGRAFÍA 1848-1917, sobre la protohistoria de este género, que culmina un ciclo iniciado en 2011. Parte de la consideración que el desarrollo de las imágenes fotográficas está asociado a la cultura propia del mundo occidental, burguesa, industrial y colonial. Un mundo en plena expansión a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Constituiría un instrumento en manos del poder, subordinada o criada de las demás artes. La exposición madrileña establece una nueva perspectiva o cartografía de la historia del género del punto de vista que supone la representación de una alteridad mostrada en la captación de las clases populares, proletarios, marginados e indígenas. Es decir una doble perspectiva, la oficial y la oficiosa, la de los grandes propósitos y la representación de los seres humanos como víctimas.
La exposición se organiza en un recorrido temático que se inicia con los daguerrotipos de la Revolución de 1848, clave en el Movimiento Obrero. Le sigue el apartado La imagen del pueblo, la de aquellos que fueron captados en las campañas para representar los monumentos nacionales y reforzar el Estado nación. En España fue pionero Charles Clifford que hizo un seguimiento de los viajes de la reina Isabel II por el país. El tercer apartado, La otra mitad, corresponde a las reformas realizadas en las grandes ciudades como París, Viena, Nueva York, Barcelona o Madrid, cuando se abren grandes avenidas, se destruyen las antiguas delimitaciones fiscales y aparece el nuevo proletariado urbano. Otro apartado, El obrero industrial, publicita la producción fabril o la construcción de las nuevas infraestructuras. Observamos, de esta manera, el interior de las fábricas Krupp, la exposición universal de Londres de 1851, nuevas obras públicas como las canalizaciones de agua potable a la capital de España, y las duras condiciones de las minas, además de sus protagonistas, a veces trabajadores condenados.
Las tres últimas secciones añaden aspectos originales en la historia del medio. En El cuerpo y el archivo, se muestra como instrumento de la ciencias naturales y sociales en el momento álgido del positivismo. Resulta fundamental en los estudios de antropología, aquellos que estudiaron las costumbres de poblaciones indígenas de las islas del Pacífico o las tribus norteamericanas; de medicina, para documentar distintas patologías, o cuerpos gravemente heridos por la Guerra de Secesión; de criminología, al retratar las características físicas de los delincuentes; y en general de las razas humanas. El apartado, Revolución, nos documenta los acontecimientos de la Comuna de París de 1871, que constituye el primer experimento de gobierno popular. Luego la más famosa, la soviética de 1917, a través sobre todo de una colección de postales. Finalmente, la sala denominada Fotografía social dedicada principalmente al trabajo infantil, según las imágenes captadas por Lewis Hine para el National Child Labor Comitee, con una pretensión de mejorar sus duras condiciones laborales. Uno de sus alumnos, Paul Strand, servirá de unión con otra forma de entender la fotografía documental.
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