LA ESPAÑA OCULTA DE GARCÍA RODERO



El Círculo de Bellas Artes presenta la exposición, CRISTINA GARCÍA RODERO. ESPAÑA OCULTA, con motivo de la reedición del libro del mismo nombre publicado en 1989, que le dio fama y determinó la carrera de esta fotógrafa nacida en Puertollano. Un libro fruto del trabajo de un año recorriendo los pueblos de España para documentar y preservar la memoria de sus fiestas, ceremonias, tradiciones y formas de vida sus gentes. Financiado con una beca de la Fundación Juan March concedida en 1973. El libro fue el catálogo de una exposición del Museo Español de Arte Contemporáneo, y hoy cinco décadas después de aquella beca, vuelve a presentarse en una muestra que reúne la serie de 152 fotografías realizadas por aquellos años. Fue el tiempo de la Transición política a la democracia tan añorada tras la dictadura. Un periodo de cambio hacia la modernización del país desde el punto de vista económico. Por ello las imágenes captadas por la autora redoblan su importancia por reflejar todavía costumbres ancestrales. La exposición, por tanto, tiene un interés antropológico, documental, y otro artístico evidente. 






Las fotografías de la autora se presentan al visitante fácil de visualizar por el formato grande que permite introducir la mirada más allá del primer plano, dejándonos envolver por una atmósfera antigua, reforzada por el blanco y negro de las mismas. Cristina García Rodero prefiere el plano general al plano medio y primer plano. Lo más adecuado para captar un grupo de gentes, a veces con actividades distintas. Son momentos afortunados, los más próximos a la realidad. La fotógrafa tiende a la objetividad, pero la selección realizada muestra su propia intervención artística. Logra captar con oportunidad cuando un peregrino se arrodilla ante un religioso con una cruz; cuando unos niños juegan a los crucificados; el descanso de unos cofrades; la hora de la siesta en la era; una niña que duerme encima de un burro; un mozo borracho orina en medio de la calle rodeado de otros en pleno desenfreno; unos niños juegan con esculturas de imágenes almacenadas en un pueblo; el momento que un joven salta por encima de una vaquilla; los enanos toreros posando ante la cámara; las mujeres llevando pequeños ataúdes blancos en procesión, o seres de extrañas vestimentas paseándose por el pueblo; una mujer confesándose en la calle junto a las paredes de un cementerio..






Podríamos decir que son costumbres singulares. Algunas formas únicas de celebrar romerías y carnavales. La mayoría están asociadas a una religiosidad profunda, inserta en la médula de las gentes más humildes. Otras responden a tradiciones ancestrales que provienen del comienzo de los tiempos. Destacan por su rareza y vistosidad, que nos relacionan con supersticiones y temores ante la muerte y el mal. Tratan de exorcizarlo para proteger a la población, especialmente a los niños. Cristina García Rodero no se queda sólo ahí, sino que igualmente inmortaliza la actividad agrícola y ganadera de esa España rural. Todavía se observan instrumentos y técnicas hoy desaparecidos como el trillo, los haces de trigo, las escobas, y las mismas eras. De la misma manera, vestidos y ropajes antiguos que por aquellos años existían. Mujeres enlutadas y hombres ancianos o no con su físico descuidado y la piel quemada por el sol. Esta España podemos decir que ha desaparecido casi al completo. Ya no es desconocida u oculta como en aquellas fechas, simplemente ya no existe. La conocemos en la actualidad como la España vaciada que aspira, de nuevo, a tener la población. Llenar de vida los parajes urbanos y campestres desolados.





De todas las formas, muchas de esas fiestas religiosas y profanas, se han conservado. Podemos destacar la de los toros que caen al agua en la Comunidad Valenciana; los carnavales gallegos; la Semana Santa zamorana, no ya si acaso en los pueblos que visitó la fotógrafa, y el famoso Rocío como ejemplo. Algunas aldeas son lugares turísticos destacados, pero el espíritu de sus gentes, la de una población estable inserta en la comunidad por sus ritos diarios y anuales, hoy se ha perdido en una impostura vacía. Solamente queda como documento imborrable y de extraordinario valor, las fotografías de Cristina García Rodero, que constituyen la mejor prueba de lo que existió de manera auténtica con sus defectos y carencias. A través de su cámara y de la imágenes impresas se conserva la memoria de lo que fue y nosotros queremos conocer y recordar con fidelidad.





No hay comentarios:

Publicar un comentario