LA RAÍZ DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO


 

Hoy los medios de comunicación publican frecuentemente casos de mujeres asesinadas por sus parejas. Son los casos más llamativos, que esconden una larga trayectoria de abusos y maltrato, sufridos en silencio. La sociedad ha tomado conciencia del problema y las administraciones ofrecen servicios a estas víctimas para salir de esa espiral de violencia. La causa se encuentra en la cultura y educación patriarcal que viene de lejos. Una tradición que ha silenciado a la mujer y le ha sometido a las labores del hogar, privándola de su libertad e independencia. La organización política ha perpetuado desde el punto de vista legal este sistema en el tiempo. La película, SIEMPRE NOS QUEDARÁ MAÑANA, dirigida e interpretada por Paola Cortellesi, aborda el problema de ese maltrato continuo en la posguerra italiana, y la esperanza que supone el ejercicio por primera vez del derecho del voto en 1946, donde hubo una participación masiva de la mujer.




Delia, la protagonista interpretada por la propia Paola Cortellesi, es la madre de familia humilde que sufre casi a diario el desprecio y los golpes de su marido. Viven en un humilde sótano en una barriada romana. El marido marcha temprano a trabajar, y ella se tiene que ocupar de dos hijos pequeños, mientras la chica mayor también trabaja. Tiene a su suegro perennemente en la cama, y no les llega el dinero para comer. Ella, además de las tareas de la casa, se emplea en pequeñas ocupaciones como practicante, fabricante de paraguas, costurera, y lavandera. Su marido es un hombre maleducado, que se emborracha casi a diario. Paga todo su mal humor con ella. La desprecia creyéndola una inútil, cuando es la base de la familia. La mayor preocupación de Paola es Marcella, la hija mayor que no ha podido estudiar por falta de dinero, que ahora tiene un novio, y seguramente, se casará con él. 




Aparentemente, la protagonista, quiere romper con todo, pues está guardando un ahorro a escondidas para abandonar a Ivano, su marido. Así, le recomienda Marcella, ante los golpes y desprecios que sufre. También le intentan ayudar un militar norteamericano, de los muchos que ocupaban el país por aquellas fechas, y un antiguo amigo de la juventud, que llegó a amarla. Después de la comida con los padres del novio de su hija, propietarios de un bar, y de mayor nivel económico, donde le propone matrimonio y le da el anillo de compromiso, se da cuenta que no es un buen chico, pues tiene los comportamientos machistas de Ivano. Una situación que resolverá tras la voladura de aquel negocio. 



La circunstancia  de su vida, la tiene decidida para un domingo próximo, después de ir en familia a misa. Parece que va a fugarse, pero da la casualidad que muere su suegro. Lo aplaza al día siguiente, que se levanta temprano. El espectador descubre que no va a abandonar al marido, sino que se dirige a votar, junto a una masa expectante de mujeres, como un canto a la esperanza, un primer paso a la libertad. Un final poético ante una realidad diaria violenta, pero que es la de muchas mujeres de aquella época y de la actual, que vieron en la expresión política democrática, la solución a la desigualdad.

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