La Biblioteca Nacional organiza la exposición MALOS LIBROS: LA CENSURA EN LA ESPAÑA MODERNA, a partir de sus numerosos fondos provenientes de colecciones y de la propia Inquisición. Se extiende entre fines del siglo XV y principios del siglo XIX, según se ponía fin al Antiguo Régimen, y se abría paso un régimen liberal. El libro en la Edad Moderna se convirtió en el vehículo de difusión académica más importante una vez inventada la imprenta. Será el medio de difusión de las nuevas ideas surgidas con los nuevos tiempos dentro de la cultura humanista del Renacimiento. Una cultura abierta a la ciencia experimental y a los conocimientos provenientes de los territorios descubiertos en América y otros continentes. Además, en las primeras décadas del siglo XVI, se extendió rápidamente por el Viejo Continente la Reforma protestante que cuestionaba las ideas religiosas de la Iglesia católica. Las monarquías autoritarias, igualmente, iniciaron un proceso de consolidación de su poder, que suponía el control de cualquier disidencia. De esta manera, surgió la censura y prohibición de libros que pudiesen ser peligrosos para estas instituciones.
La Iglesia emplearía a la Inquisición y los Estados europeos su maquinaria burocrática para luchar contra el libre pensamiento espiritual y político transmitido a través de los libros considerados como malos, venenosos o heréticos. La exposición informa que nos es lo mismo censurar, que supone una crítica que prohibir, una decisión jurídica; como no es lo mismo error y herejía. La difusión de la Reforma se encontró con la oposición de las universidades europeas, principalmente Lovaina y París, mediante los índices de libros prohibidos. Se llevaría acabo, en paralelo, un sistema aduanero y de control de libros; la prohibición de la obra total de algunos autores, de iconografías que atentasen contra la Iglesia; la visitación de la imprenta y de bibliotecas, y el considerar la lectura y la posesión de libros como elementos probatorios en una condena de herejía. El poder civil hacía un control previo de censura a la impresión, y la Inquisición, actuaba sobre los escritos ya salidos de la imprenta.
Las resoluciones del Santo Oficio sobre los libros censurados eran conocidas por el público mediante edictos. Luego cabía el control de la importación de los mismos, la distribución y la venta y la posesión en las bibliotecas. El primer objetivo de luchar contra la herejía protestante se amplió desde comienzos del siglo XVII. Nos encontramos índices distintos de libros prohibidos dependientes de autoridades diferentes, ya sea papal o de la monarquía hispana. Miles de autores y publicaciones de vieron afectadas durante toda la época moderna, sin poder certificar el número aproximado. Podemos decir que la Inquisición española, que respondía sólo ante la corona, mantuvo su independencia sobre Roma en cuestión de libros prohibidos. Durante el periodo, encontramos libros que fueron escondidos tras un tabique, como el caso del pueblo extremeño de Barcarrota, formado por un conjunto de impresos descubiertos en 1992, propiedad de un hidalgo portugués perseguido.
A veces un libro por diversas razones no era prohibido del todo, sino que la censura era expurgatoria, es decir que se tachaba uno o varios pasajes del libro, lo que permitía la comercialización del mismo. Un apartado de la exposición se centra en la parodia de Cervantes sobre el proceso del Santo Oficio contra los libros en el capítulo en el que el cura echa a la hoguera aquellos libros que cree son la causa de su locura. En los siguientes se ocupa de censura y prohibición de los libros espirituales que promovían una religiosidad más cercana al pueblo, hasta el punto que los inquisidores veían peligro por estar escritos en castellano en vez del latín. También los libros de historia o de derecho, y sobre todo los de magia, adivinación y superstición. Igualmente, y en menor medida, la literatura obscena, aunque supuso la prohibición del autor, Pietro Aretino. La literatura de ficción apenas apareció en los índices. Entre los ejemplos significativos se encuentra la prohibición del Lazarillo de Tormes. Finalmente, la censura y las prohibiciones limitaron la difusión de las nuevas ideas de la Ilustración. Los cambios producidos por la Revolución Francesa y la Guerra de la Independencia; la caída del Antiguo Régimen pusieron el fin a este tipo de cortapisas a la libertad.
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