EL REVERSO DE LOS CUADROS


 

El Museo del Prado organiza la exposición REVERSOS, sobre la parte trasera de las pinturas que nos proporcionan una información significativa, más completa sobre las mismas y sus creadores. El reverso, se puede considerar, como un tema en sí de las mismo, incluso el alter ego de los propios pintores. Si nos fijamos en Las Meninas, Velázquez se representa frente a un lienzo que el espectador contempla su reverso, que ocupa gran parte del frontal junto a la infanta y los demás personajes. De ahí su importancia a lo largo de la historia de la pintura. Desde el fin de la Edad Media hasta el arte contemporáneo. Miguel Ángel Blanco, comisario de la muestra, organiza en 11 apartados las perspectivas de estudio o de abordar el tema, sin orden cronológico, incluyendo obras contemporáneas nunca vistas en el Museo del Prado que suman unas 100 obras. De esta manera, estudiar el reverso nos proporciona una visión más completa del artista y de la obra pictórica en sí, de su historia, de sus propietarios, de la incidencia del paso del tiempo sobre ella.



Los artistas se han autorretratado detrás del lienzo, mostrando el reverso. Goya y el propio Van Gogh siguen este procedimiento, éste, en concreto, con una magnífica pintura procedente de su museo de Ámsterdam. Los bastidores sujetan el lienzo y sirven para su transporte. Para esta labor se utilizaron con motivo de las guerras del siglo XX para el traslado de las pinturas. Tienen un sentido metafórico que alude al sacrificio del trabajo del pintor. A veces quedan al descubierto de forma frontal, si el lienzo se quema como en algunas telas de Joan Miró. Otros son objeto de representación en sí o han perdurado tras una restauración por su fama, como el de El Guernica de Picasso. El reverso puede representarse, además, como motivo frontal en forma de trampantojo. Lo hacen numerosos artistas desde el siglo XVII, y lo utiliza René Magritte en época contemporánea. 



El reverso llegó a convertirse en una auténtica Cara B de la parte frontal, dando un matiz explícito, enigmático o complementario a la principal. Se combina la pintura y la escultura u otras técnicas en un lado y otro. A veces es un matiz licencioso, en otros devoto, histórico o paisajístico. En el reverso como lado oscuro y olvidado podemos comprender el método y la personalidad del artista a través de imágenes que forman parte del proceso creativo. Son imágenes descartadas, a pesar de que algunas se encuentran casi acabadas. La mayoría son diferentes a la principal, y en otras, prueba ideas o ensaya la composición. En la exposición se llegan a colgar cuadros de cara a la pared en una manifestación de radicalidad. Nos permite leer las inscripciones que los pintores nos legaron con informaciones sobre sí mismos, los benefactores o los modelos. Además, en los reversos, se encuentran testimonios de las peripecias de las obras si se estudian los sellos y las etiquetas pegadas, procedentes de galerías o grandes coleccionistas, como la Casa de Alba, Isabel de Farnesio o Gaspar de Haro. 



A lo largo del tiempo, las pinturas fueron adaptadas a nuevas ubicaciones. Este proceso dejó huella en los reversos con pliegues, cortes y recortes. La exposición, por otro lado, nos habla del reverso humano, del espectador que contempla en un museo los cuadros, o del aprendiz copiando una pintura. También, del carácter ornamental del lado trasero de las pinturas que imitan materiales como el mármol o telas; o de imágenes fantasmagóricas causadas por la infiltración de los aceites del oleo. Finalmente, los reversos de los cuadros nos hablan de la naturaleza del soporte. Puede ser de marfil, cobre, corcho, porcelana, y pizarra entre otros. Sin embargo, el elemento natural más abundante en los reversos es el polvo. El comisario crea tres obras artísticas que recogen el polvo acumulado durante años en los bastidores del cuadro La Transfiguración, copia de Rafael.




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