LA VERDAD EN LA FICCIÓN


 

Existen argumentos de películas en el que una muerte fortuita no se puede distinguir de un homicidio. La trama consiste en descubrir la verdad de lo que sucedió. Puede suceder que un personaje, sea el principal sospechoso desde el punto de vista circunstancial. Los investigadores de la policía recaban pruebas hacia esa persona con más probabilidades de ser el culpable. Incluso tienen algunas pruebas racionales que indican su responsabilidad, aunque no son del todo concluyentes. Si la película está realizada para un público que no busca complicaciones, en un momento determinado se desvela la verdad, aunque en el transcurso de la historia, todavía no se ha logrado acusarle con todas las evidencias. Sin embargo, hay obras cinematográficas, en el que la verdad nunca es expuesta de forma evidente. Tiene que ser deducida por el análisis de la realidad basada en los hechos, una y otra vez si hay oportunidad de celebrar un juicio oral. En este caso el espectador se convierte en un miembro del jurado más. Esto es lo que sucede a la película, ANATOMÍA DE UNA CAÍDA, escrita y dirigida por la directora Justine Triet.



El objetivo por tanto del argumento no es tanto descubrir al culpable de un asesinato o mostrar la verdad, sino las circunstancias que propiciaron la misma. La realidad humana compleja que estuvieron en la base de unas consecuencias trágicas. Justine Triet construye su película con una forma aparentemente simple, pero de trasfondo complejo. Samuel cae desde una ventana en su casa de los Alpes y muere. Mientras su mujer, Sandra, una escritora famosa, duerme en su habitación. Su hijo Daniel, con discapacidad visual regresa de un paseo con su perro guía y descubre a su padre tendido en la nieve sobre un charco de sangre. La policía indaga las circunstancias y concluye que fue golpeado y empujado desde el segundo piso. Sandra para su defensa llama a un amigo abogado que la preparará para el juicio. Las pruebas circunstanciales le inculpan y la juez decide libertad provisional hasta su conclusión.



La policía averigua que días antes del triste suceso habían tenido una fuerte discusión. Que la pareja no tenía una buena relación, deteriorada con el tiempo. El marido sufría depresiones desde que su hijo Daniel tuvo un accidente donde él fue el responsable al no acudir a recogerle al colegio. Además, abandonó en parte su trabajo de profesor, para dedicarse a cuidarle. Se sentía frustrado de no poder ser escritor como su mujer, que había alcanzado el éxito en esta profesión, y tenía numerosas entrevistas. De todas maneras, ella le siguió a los Alpes de donde él era originario. Pretendía ampliar su vivienda y dedicarla a hotel de montaña. Una vez iniciado el juicio, la defensa de Sandra trata de demostrar que no pudo ser un asesinato. Que a pesar de la fuerte enfrentamiento tenido los días previos, no era posible que ella le diera un fuerte golpe en la cabeza y le arrojara del balcón hasta el suelo. Más bien se suicidó tirándose de la buhardilla que estaba reformando al llegar al límite de la desesperación. 



En el juicio salen a relucir los aspectos más personales de la pareja. El fiscal, apoyado en la policía, aporta como prueba un vídeo grabado de la discusión, que el marido grababa para un posterior libro inspirado en sus experiencias personales. También, las infidelidades de Sandra con otras personas, especialmente mujeres, a las que ésta no daba ninguna importancia. La defensa, en cambio, informa que el marido ya intentó suicidarse antes, y se encontraba psicológicamente dañado. Por otra parte, el fiscal llega a utilizar de forma inverosímil los libros de la protagonista para inculparle. Todo se decantará con la declaración de Daniel, que no vio ni oyó especialmente nada, pero un detalle de su perro guía, va a salvar a su madre de la cárcel. Este argumento en el que la protagonista da todo de sí en favor de la verdad y la interpretación destacada de la actriz que la interpreta, Samantha Hüller, a pesar de circunstancias no favorables; la forma de abordarlo por la directora, centrándose en el protagonismo de una mujer acusada; la incertidumbre de un niño discapacitado, hizo que concedieran a la película la Palma de Oro en el Festival de Cannes.

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