El Centro Sefarad-Israel y la Secretaria de Estado de Memoria Democrática organizan la exposición, MAUTHAUSEN: MEMORIAS COMPARTIDAS, sobre la trayectoria compartida por los republicanos españoles y los judíos que fueron internados en ese campo de concentración. Nos informa a través de paneles con texto, vídeos con testimonios de supervivientes e imágenes de la liberación, fotografías, documentos y objetos conservados, en un recorrido que se inicia con los aspectos previos a la deportación, con el día a día de los prisioneros tanto en el campo principal como en algunos de los anexos. Las explicaciones se complementan con los relatos y la identificación de un grupo de protagonistas para rescatarles del olvido y realizar un homenaje, mientras se contribuye a la construcción de la memoria de estos hechos.
Mauthausen fue el segundo gran campo de concentración construido por los nazis tras Dachau. Tenía asociados otros centros de menor importancia. Se encontraba en Austria en una colina frente al río Danubio. Fue un campo de trabajo, no de exterminio, aunque de condiciones extremas para prisioneros que se consideraban irrecuperables. Los presos trabajaban principalmente en la cantera con su famosa escalinata donde tenían que subir grandes piedras. Fue en este complejo donde pasaron unos 7.500 españoles de un total de 10.000 que estuvieron en centros de reclusión alemanes. Sobrevivieron unos 2.500 que dieron testimonio de las duras condiciones que sufrieron. Algunos escribieron libros de memorias e incluso novelas, otros como Francisco Boix llegó a preservar las fotografías que la oficina del campo realizó a los presos y a sus instalaciones.
En agosto de 1940, llegaron los primeros presos españoles. Rápido se iniciaba un proceso de deshumanización. Tenían que vestir un traje blanco con rayas azules con una doble identificación, un triángulo invertido, en el caso de los españoles de color azul por ser apátridas, no prisioneros de guerra, y debajo un número sobre fondo blanco. La mayoría debían trabajar en condiciones extremas durante 12 horas diarias bajo la presión violenta de los guardias. Otros estuvieron destinados a tareas de construcción, oficinas, cocinas, viviendas y cámara de gas. Las condiciones de vida eran todavía más duras en el campo cercano de Gusen, cuyo destino suponía una condena a muerte. Otros lugares fueron el trabajo en fábricas de armas; la construcción en Ebensee de túneles para proteger los cohetes V2 o el castillo de Harthein donde se realizaron experimentos médicos y había un horno crematorio.
La muestra destaca la biografía y el testimonio de un grupo de españoles. En primer lugar, de dos que participaron en los juicios contra los jerarcas nazis, como el citado Francisco Boix, fotógrafo, y Joan Romero, el secretario del campo. Otros que dejaron importantes recuerdos fueron: Eliseu Villalba, Enrique Calcerrada, Pascual Castejón, Marcelino Bilbao, Alfonso Maeso, Joaquín Amat-Piniella, que escribió la novela, K.L. Reich, Mariano Constante, Antoni Cirera, y Juan Romero, el último superviviente en fallecer. Por otra parte, los republicanos tuvieron unas vivencias compartidas con los judíos que allí fueron llevados, un total de 50.000. Sobresale la relación entre el joven de 11 años, Siegfried Meir y Saturnino Navazo, un futbolista que trabajaba en las cocinas, actividad que le permitió su cuidado hasta la supervivencia. Igualmente, se mencionan ejemplos de judíos sefarditas de Salónica, que hablaban el español, ladino, y aquellos brigadistas internacionales, algunos de origen judío, como Arthur London.
El campo fue liberado el 5 de mayo de 1945 por la 11 División del ejército de EEUU. Unos 80.000 prisionero de distintas nacionalidades sobrevivieron al horror. Los españoles retornaron principalmente a Francia donde rehicieron su vida. Poco después de la liberación, para preservar la memoria de lo ocurrido y ayudar a los antiguos prisioneros, se creó la Federación Española de Deportados e Internados Políticos (FEDIP). En 1962 se construyó un monumento a los republicanos, y se creó en Barcelona, la Amical de Mauthausen y otros campos, legalizada en 1977. La memoria ha continuado viva desde esta asociación además de que algunos presos contribuyeron con sus escritos. Después, otras entidades y profesores trabajan para luchar contra el olvido. Hoy existen dos días de recuerdo donde participan las autoridades gubernamentales, el 27 de enero, Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto y la Prevención de los Crímenes contra la Humanidad, y 5 de mayo, cuando se realiza el Homenaje a los españoles deportados y fallecidos en Mauthausen y en otros campos y a otras víctimas del nazismo en España.
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