La Fundación Casa de México en España organiza la exposición, FLOR GARDUÑO, LA CONSTRUCCIÓN DE UN INSTANTE, que reúne 69 obras de una de las fotógrafas de esta nacionalidad más destacadas en la actualidad. Un conjunto de calidad que abarca tres décadas de su trayectoria. Una artista que se formó con Kati Horna y trabajó en el estudio de Manuel Álvarez Bravo, tras estudiar artes visuales en la Academia de San Carlos. Trata temas variados: el paisaje, el retrato, escenas domésticas y rurales, el cuerpo y el desnudo femenino, arquitecturas y naturalezas muertas. La cuestión es la forma que emplea. Una forma que va más allá de la captación de un instante de la realidad. Construye la imagen fotográfica añadiendo elementos que la superan en favor de la imaginación y lo onírico.
Flor Garduño sigue la tradición de captar el mundo indígena en el ámbito rural, esencia de la nacionalidad mejicana. Sigue así la estética de aquellos fotógrafos vanguardistas, influenciados por la poética surrealista. Ella emplea un magnífico blanco y negro mostrando la importancia de los contrastes lumínicos. Atiende, en este sentido, a la captación de los objetos en naturalezas muertas. Sigue la costumbre de los altares de difuntos, la representación de los frutos abundantes que proporciona su tierra. Desde niña se educó rodeada de los más variados animales. De esta manera, quedarán reflejados en todo tipo de composiciones, donde da rienda a su creatividad más allá de la realidad. El desnudo femenino no es estático a la manera clásica, sino que aparece interaccionar con objetos o animales, unos cuerpos imbuidos por la ensoñación.
En el retrato, a la figura del personaje le añade un elemento contextual que nos informa de algún aspecto de su personalidad. Por tanto, Flor Garduño desarrolla una fotografía que por una parte sigue la tradición vanguardista donde ella se formó, pero por otra, añade una concepción original, con elementos nuevos, relacionados con su forma de construir la imagen desde la imaginación, que añade a la realidad y se aproxima a lo onírico, propio ya de nuestra modernidad.
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