PRESOS EN LUCHA



 El estado de las prisiones durante la Transición fue lamentable. Sufrieron especialmente el cambio entre las leyes provenientes de la dictadura, y las nuevas, fruto de la aplicación de la Constitución de 1978. Los reclusos padecieron malas condiciones, torturas, falta de higiene, largas condenas, desproporcionadas respecto a los delitos, tiempos excesivos de la prisión preventiva, y ausencia de abogados defensores. En general, la no existencia de derechos que favorecía la impunidad y corrupción de las autoridades y los malos tratos. Fue la época en la que coincidieron los presos comunes con aquellos perseguidos por sus ideas políticas o peligrosidad social, según los tribunales franquistas. Ante esta situación los presos se organizaron en la COPEL, la Coordinadora de Presos en Lucha, que trató de mejorar la vida en las cárceles. Esto nos lo cuenta la película, MODELO 77, escrita y dirigida por Alberto Rodríguez, basada en hechos reales.






El peso de la película recae en dos protagonistas, Manuel, acusado de un desfalco en su empresa, que llega a la cárcel tras una denuncia en parte falsa, y Pino, un preso que lleva casi toda su vida recluido. El primero será desde el principio consciente de las malas condiciones y malos tratos que se viven en el interior de la prisión, exigiendo sus derechos. La respuesta serán palizas y golpes por parte de los funcionarios. Pronto entrarán en contacto con él, por su valentía, un grupo de presos políticos y otros comunes organizados para defenderse de la violencia que hay en el interior, y exigir una amnistía. De esta manera, se convertirá en líder, en la Modelo de Barcelona de la COPEL, la Coordinadora de Presos en Lucha, que se ha extendido por toda España. A ellos se unirá después, su compañero de celda, Pino, un preso muy experimentado, que dudaba que se pudieran producir cambios.






Luchan en el interior de la prisión para evitar los asesinatos y mejorar la existencia diaria. La comida es mala y falta asistencia médica. Para ello distribuyen panfletos con sus reivindicaciones dentro y fuera de la cárcel, donde un grupo de abogados les defiende y apoya frente a las autoridades. La mayoría se encuentra en prisión preventiva a la espera de juicio. Confían en una amnistía porque la nueva sociedad democrática no puede permitir que haya presos sin juicio y en aplicación de normas de la dictadura. La decepción llega cuando la amnistía sólo afecta a los presos políticos. La respuesta de ellos será amotinarse y destruir la cárcel hasta que atiendan a sus reivindicaciones. Las autoridades para frenar los motines les engañarán, para luego aislar a los líderes en una sola prisión, después de ser torturados. 






Tras un tiempo, con el primer gobierno democrático, los nuevos cargos de prisiones tratan de mejorar su situación. Los líderes pueden volver a sus prisiones de origen, pero los cambios legales todavía tardarán, allá por 1978, y los protagonistas se inquietan cuando la COPEL, ha dejado de ser efectiva. Entonces, deciden fugarse de la cárcel, como muchas otras que se produjeron en aquél año de esperanzas en la historia de España. Una fuga que para Manuel y Pino, supondrá reencontrarse con su máxima aspiración de ser libres.

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