LA REBELIÓN DE LAS MUJERES IRANÍES



En 2022 se produjo la muerte violenta de Masha Jina Amini a manos de la policía en dependencias judiciales por no llevar bien puesto el velo obligatorio. A consecuencia de ello, se produjo una amplia protesta en las calles, universidades y centros escolares contra la discriminación por razones de género a base de la imposición de leyes abusivas. Esta protesta denominada, Mujeres, Vida, Libertad, puso en jaque al mismo régimen, que desplegó una dura represión, que se concretó en miles de detenciones arbitrarias y violencia policial. Este es el contexto de la película, LA SEMILLA DE LA HIGUERA SAGRADA, escrita y dirigida por Mohammad Rasoulof, centrada en aquellos días de protesta, poco antes de comenzar el año escolar, y en una familia cuyo padre acaba de ser nombrado juez de instrucción o investigación, obligado a firmar duras condenas de cárcel, e incluso, penas de muerte.






Iman, el recién nombrado juez, tiene mujer y dos hijas jóvenes, que estudian una, en el instituto y otra en la universidad. El comienzo del curso coincide con las protestas contra la muerte de Jina Amini, que según las autoridades, fue causada por un fallo del corazón. Ellos son conscientes de lo contrario, conectadas como están con las redes sociales, donde circulan vídeos que exponen las mentiras del régimen. Unas mentiras que provocan las protestas por la obligación de llevar el velo en la calle y otras leyes discriminatorias contra las mujeres. Su madre les impide sumarse a las protestas, pero ayudan a una amiga que ha sido herida por un disparo de la policía. Ellas no saben el alcance del trabajo de su padre como colaborador de la represión, que él acepta con reticencias al principio por no tener margen de actuación, según los dictados de sus superiores. La historia se complica cuando desaparece la pistola que debe llevar en todo momento, ante las amenazas de los activistas.






Iman, desde su nombramiento, se encuentra estresado tras largas jornadas de trabajo, sin poder ver a la familia. La desaparición del arma, le provoca mayor tensión, pues podría suponer el fin de su carrera. Piensa que ha desaparecido dentro de casa, como también lo creen sus compañeros de mayor confianza. Su mujer busca por todos los rincones, pero no la encuentran. Iman cree que sus hijas no dicen la verdad cuando afirman que no saben donde está, pues desconocían de su existencia. En esta búsqueda, se muestran las diferencias de mentalidad entre el padre y la generación de sus hijas, que no conciben la falta de libertad cotidiana de las mujeres. La única se localiza dentro de los hogares, donde no llevan velo alguno y pueden expresarse sin cortapisa. Las hijas piensan como la mayoría de las mujeres que el mundo ha cambiado, a lo que responde el padre, que Dios no, ni su ley moral, que guía el régimen teocrático de los ayatolas. Esta brecha se hace más amplia según avanza el movimiento de protesta. La situación se complica cuando se publican los datos personales del padre, que amenazado en su seguridad, deciden partir todos al pueblo de su infancia.






Aislados en un pueblo abandonado, pasan el tiempo reviviendo los recuerdos del pasado. Sin embargo, pronto se desencadena la tragedia, los verdaderos propósitos del padre, que son interrogar a su mujer e hijas para descubrir quién le robó el arma. Según lo hace, les va encerrando con candado en habitaciones a modo de celdas. Pero sus propósitos al final se verán frustrados, mostrando la verdadera naturaleza opresiva de la teocracia iraní, que tiene en los hombres, sobre todo, en aquellos que son como Iman, a los delegados del terror que ejerce para dominar a las mujeres, ponerlas a su servicio con la excusa de preservar la moralidad, cuando la suya es inexistente. Este argumento que muestra la versión más radical del patriarcado, hizo merecer a la película, el Premio Especial del Jurado, el Premio FIPRESCI y el Premio del Jurado Ecuménico en el pasado Festival de Cannes. 

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