Tener mucho dinero parece sinónimo de libertad. Te abre todas las posibilidades de diversión sin apenas límites. Nuestra sociedad mercantilizada permite adquirir cualquier clase de productos y servicios. Los problemas se encuentran cuando tus deseos chocan con los de otras personas. Además, la desigualdad económica hace que una minoría despilfarre recursos, mientras una mayoría sin ellos sea explotada para sobrevivir. Es lo que le sucede a la protagonista de la película, ANORA, dirigida y escrita por Sean Baker, que durante su actividad como trabajadora sexual y bailarina, conoce un joven de origen ruso con quien entabla una relación especial. La convierte en su novia y la incorpora a su grupo de amigos, para hacerla su esposa en una estancia corta en Las Vegas, tras colmarla de regalos como un abrigo de piel auténtico y un anillo de diamantes de varios quilates.
Anora vive un auténtico sueño, un cuento de hadas que le permite dejar el trabajo en el club donde tiene que complacer a diario a numerosos clientes. Ahora solo se dedica a Ivan, que vive en una mansión en la costa de Coney Island. Una casa de su padre, un oligarca ruso en donde reside por estudios. Le tiene vigilado un empleado armenio llamado Toros, que se encarga de que no se desmadre demasiado y resolver todos los líos en los que se meta, porque a lo único que se dedica en realidad es a la juerga constante. Anora e Ivan conectaron desde el principio. A las dotes amatorias de ella, se unió además que habla, aunque mal, ruso, pues su familia era originaria aquel país. El problema, la peripecia central de la película, se produce cuando los padres del joven se enteran que se ha casado en Las Vegas. En consecuencia, Toros y dos secuaces, tratan de anularlo. Primero, se presentan en la mansión de improviso para obligarles a ello, pero Ivan escapa. Luego, durante una tarde y una noche entera lo buscan hasta que lo encuentran completamente borracho en el antiguo club de Anora.
Los padres llegan de Rusia sin que el matrimonio se haya anulado. Ellos se habían casado en Las Vegas, y en Nueva York, no se puede hacer ese trámite. Entonces, todos vuelan a a la Ciudad de los Casinos donde por fin los jóvenes firman el divorcio. Desde la huida de Ivan hasta el final, la película se convierte en una agria comedia protagonizada por Anora que se niega en principio a renunciar al matrimonio y a lo que le corresponde, para después, aceptarlo tras comprobar las verdaderas intenciones de Ivan, la de divertirse como un niñato enriquecido que había sobrepasado todos sus límites. Tras recibir una compensación económica, no podrá volver a ver al joven, que será obligado a trabajar en Rusia. Entonces, el sueño de Anora acaba frustrado, la ilusión de una mejor vida lejos de la explotación sexual y la cosificación de la mujer. Este argumento, y su tratamiento general, hizo merecer a la película de la Palma de Oro en el pasado Festival de Cannes.
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