La Sala El Águila de la Comunidad de Madrid presenta la exposición, BARRIOS. MADRID 1976-1980. JAVIER CAMPANO, que forman una selección de 90 imágenes tomadas por el autor en aquellos años, que documentan el estado de la periferia de la capital. Lo mismo que se vivía la Transición política, existió una transición urbanística entre lo rural y lo urbano en esas zonas. Muchas de las cuales fueron antiguos pueblos incorporados a la gran ciudad. Influyó el éxodo migratorio desde el campo a partir de la Guerra Civil, incrementado por el Desarrollismo de los años sesenta y el crecimiento demográfico. La población se encontró con la dificultad de conseguir una vivienda por lo que en principio se construyeron de manera informal. Luego los promotores edificaron grandes bloques bajo la protección del Estado. Hasta la llegada de la democracia, muchas construcciones carecieron de auténticos planes urbanísticos. De esta manera, convivieron chabolas o casas bajas y grandes bloques de ladrillo rodeados de descampados.
Este paisaje entre urbano y rural, documentó el fotógrafo autodidacta, Javier Campano por aquellas fechas. Un autor educado en el Photocentro y a través de revistas extranjeras o nacionales como Nueva Lente. Además, se ve la inspiración de autores como Robert Frank, con el trasfondo de Rayuela de Cortázar, y la música de Las Grecas y Bob Dylan. Constituyen un conjunto de imágenes realistas donde a veces prima el paisaje en planos generales; en otras, sus gentes y su modesta existencia, lo que constituyen, igualmente, en esta ocasión, paisajes, pero humanos. Todas las fotografías se exponen en gran formato y en blanco y negro, que registran distintos puntos de Madrid, tanto del norte, como Chamartín, Tetuán o el Barrio del Pilar, y Hortaleza, como el Sur, Vallecas, Orcasitas, el Pozo del Tío Raimundo, y más cercanos al centro, Legazpi y el Puente de Toledo.
En estas barriadas se descubre el paso del tiempo, la llegada de las distintas olas migratorias. Al principio se construyeron casas bajas, muchas de ellas chabolas, sin un plan concreto y sin servicios básicos. No existían ni calles, y el aspecto urbano era más bien rural, donde todavía existía la práctica del pastoreo. Luego, por aquellos años de finales de los años de 1970, se construyeron grandes bloques, que provocaron el desarrollo de unos barrios y el surgimiento de otros de la nada, en medio de un medioambiente áspero y sin apenas vegetación. Coincide con el fin de la dictadura franquista y la fortaleza reivindicativa del movimiento vecinal. Un movimiento cuya lucha sentaría las bases para la dotación de servicios y la mejora urbanística de estas zonas de la capital. Incluso la transformación radical de los mismos barrios. Javier Campano capta con su cámara todo este proceso. También la vida de sus gentes; los negocios de proximidad como las churrerías, los cines, los bares, hoy casi desaparecidos.
Hoy queda, por tanto, poco de aquellas imágenes que a modo de ventanas nos llevan al pasado. Sus gentes han envejecido y sus hijos no pueden recordar cómo fue aquello. Seguramente aquellos niños y adolescentes que juegan en sus calles, puedan dar cuenta de esos lugares, sobre todo los que han seguido viviendo en ellos, hoy muy transformados. Por eso, el valor de las fotografías de Javier Campano, porque no solo nos muestran un paisaje urbano, sino también, nos hablan de un trozo en la trayectoria de personas anónimas.
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