Todos los hombres somos iguales y decidimos dónde queremos vivir. Un derecho humano reconocido a la humanidad, que pocas naciones respetan. Los países ponen limitaciones a la entrada de inmigrantes, la mayoría por razones económicas. De todas formas, las grandes ciudades europeas, han visto poblar sus calles de personas que han logrado establecerse y vivir en mejores condiciones que en sus países de origen, muchos de ellos asolados por conflictos sociales y políticos. La película, MÁS ALLÁ DE LAS PALABRAS, escrito y dirigido por la holandesa, Urszula Antoniak, tiene este trasfondo, el de la inmigración, en este caso, en la ciudad de Berlín, que hoy se ha convertido, en un crisol de culturas.
El protagonista es un joven de ascendencia polaca que gracias a sus estudios jurídicos tiene un puesto de trabajo alto en un bufete de abogados. El dominio del idioma le hace pasar por un auténtico alemán. El constante y obsesivo ejercicio de la pronunciación le ayuda a mantener su estatus. Su madre hace ya tiempo que murió, y no conoció a su padre, pero un día las contradicciones que siente por no ser originario de Alemania, salen a la luz. Tiene que defender a un joven subsahariano que simplemente quiere obtener la residencia afirmando que es un poeta, sin alegar ningún otro motivo, ser refugiado político o necesidad económica. Solamente el derecho de elección propio de un ser humano. Razón por la que él se niega a defenderle, al considerar que no es un motivo de peso.
La situación del protagonista, se pondrá en evidencia, de nuevo, cuando se presente un hombre que dice ser su padre al que nunca conoció. Un personaje bohemio, un músico frustrado, que nunca devolvió sus cartas. Ahora, en cambio intenta reconciliarse con él. Mientras pasan el fin de semana juntos, recuerdan el pasado en Polonia, que el protagonista ya casi olvidó. Esta visita provoca en el joven abogado la conciencia de pertenencia a su lugar de nacimiento, a un idioma y una cultura a la que tuvo que renunciar en parte para labrarse un futuro mejor. Una conciencia que provoca una lucha interna. Es originario de otro país del que ya no siente partícipe, incluso defiende lo alemán frente a otros aspirantes a vivir en él. Sin embargo, sus ojos se han abierto a las luces y las sombras de Berlín. a lo que supone la inmigración, visto en un blanco y negro de extraordinaria calidad estética, de sus barrios ricos y marginales, a las que nos hace partícipes las bellas imágenes del film, que se suceden ante los ojos del espectador con un ritmo poético.
No hay comentarios:
Publicar un comentario