El director español Agustín Díaz Yanes dirige y escribe, ORO, una ficción histórica basada en un relato del escritor, Arturo Pérez Reverte. Una película centrada en la peripecia de un grupo de cuarenta soldados que emprenden una expedición por la selva centroamericana en busca de la llamada ciudad de oro. En ese claustrofóbico periplo tienen que enfrentarse a los pueblos indígenas hostiles y a las tropas del gobernador, que les disputan los tesoros ocultos tras la densa vegetación. Igualmente, a las rencillas y rivalidades surgidas entre ellos, por hacerse con una mayor parte del botín que les espera. Son fieros soldados, antiguos mercenarios de las guerras europeas del emperador Carlos I, que no tienen nada que perder por enfrentarse a una aventura de incierto final.
Son cuarenta soldados al mando de un anciano capitán acompañado de su joven esposa y una criada. Cuando tienen un enemigo a batir, no surgen disputas, pero en los momentos de calma éstas son a veces sangrientas, porque cada uno proviene de una región española diferente, que les hace distintos. Navarros, andaluces, aragoneses, vizcaínos y extremeños, valoran mucho ese lugar de procedencia, que les hace compañeros, ante todo, para cualuquier desafío. La expedición se lleva a cabo al servicio del monarca, al que le darán el quinto de sus ganancias como establece la ley. Un escribano, formado en leyes, les acompaña y relata la crónica de todos los sucesos. La mayoría busca fama y honor, ennoblecerse, después de haber conseguido una cierta riqueza combatiendo a los indios, que defienden su territorio.
La historia, ambientada en 1538, se basa en las expediciones de Lope de Aguirre y Núñez de Balboa. Constituye un retrato de aquellos aguerridos españoles al servicio de la monarquía católica, que pretendía extender el poder del imperio. Unos se conformaban con obtener una recompensa acorde a sus esfuerzos que mejorara su nivel de vida y proporcionara una cuantiosa herencia a sus descendientes, otros, en cambio, más despiadados, deseaban un enriquecimiento rápido con el oro de los indios, a costa de aniquilarlos a su paso. Estas dos sensibilidades se muestran entre los soldados españoles que les llevará a traicionarse mutuamente.
Estos violentos soldados, convertidos en maleantes, dejarán un reguero de sangre mientras marchan a lo desconocido. Al final, los dos únicos supervivientes de la violencia desatada, no encontrarán la ciudad de oro, sino una perdida aldea indígena, situada en la playa de un océano desconocido, en la que clavarán un estandarte real, hecho harapos, como símbolo de una autoridad lejana, y de una riqueza más valiosa a largo plazo para la humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario