La organización terrorista, ETA, fue creada en 1958 durante el franquismo. Al termino de la dictadura, en 1975, había asesinado a 45 personas. La llegada de la democracia supuso que parte de la organización abandonara las armas en favor de la lucha política. La otra seguiría la actividad violenta hasta su disolución en 2011. Solamente en los años ochenta, fruto de la misma, se produjeron 400 víctimas. En su trayectoria sangrienta, se recuerdan atentados masivos como el de Hipercor o el de la casa cuartel de Zaragoza. A mediados de los años noventa, la organización cambió de estrategia, además de atentar contra militares y policías, decidió atacar a los políticos, concejales, dirigentes y jueces, en la llamada socialización del sufrimiento. En esta época comienza la película, UN FANTASMA EN LA BATALLA, que cuenta la historia de una joven guardia civil infiltrada en ETA, a cuya misión se presta voluntaria desde Andalucía donde vive, a pesar que tiene que renunciar a su vida personal.
Amaia reúne condiciones adecuadas para infiltrarse en ETA: sabe hablar un poco eusquera, además de dominar inglés y francés por sus estudios de filología. Le favorece, también, su carácter solitario, metódico y ordenado. La manera para acercarse a la organización será trabajar en una ikastola dirigida por Begoña, que es un miembro destacado de la misma. Su origen, para contarlo cuando se lo requieran, será que nació en el País Vasco, y compatibiliza su trabajo con el cuidado de su madre enferma en una residencia de mayores de San Sebastián donde se desarrolla la acción. Sus simpatías con las ideas de Herri Batasuna le favorecen para su integración. Una de sus primeras labores será alojar a Arrieta, un miembro del aparato logístico, encargado del apoyo a los comandos. Así se encargará de dar las llaves del Renault 6 para cometer el atentado contra Gregorio Ordoñez.
La misión de Amaia es a medio y largo plazo, sin importarle los acontecimientos dramáticos que protagoniza la organización como asesinatos de políticos socialistas como Fernando Múgica o el exministro Ernest Lluch. Su objetivo es llegar al sur de Francia y estar lo más próxima posible a la dirección y descubrir los zulos o almacenes de armas y documentos. Antes, desde su piso en San Sebastián, logrará pasar la información de un teléfono móvil y la localización de explosivos junto a la detención de miembros de la banda, y lo más relevante, la localización del lugar donde tenían secuestrado a Ortega Lara. Con el tiempo, la protagonista, si quiere pasar a Francia, tiene que implicarse más, y participará en un supuesto atentado contra un guardia civil, a la que ella le dispara en un forcejeo. Fruto de ello, decide no utilizar más las armas, y dejar ETA con el pretexto de querer casarse.
El asesinato de Miguel Ángel Blanco hará que regrese de nuevo al País Vasco. Esta vez, en medio de las detenciones de Begoña y otros miembros con los que había colaborado, que propiciará que sea trasladada al sur de Francia, donde será conductora en distintas acciones. Una actividad que le permitirá descubrir los zulos y las viviendas donde residía la dirección. Es la parte de más intriga de la película, cuando la banda sospecha que está infiltrada al multiplicarse las detenciones de la policía, y no les basta con asesinar a un topo, sino que ponen el foco en la misma Amaia, hasta el momento libre de sospechas, y que sabía guardar las distancias para no ser descubierta. Agustín Díaz Yanes demuestra su sabiduría en el tratamiento de la historia: sobria, precisa, llena de silencios, de peligro por la impostura de la protagonista, siempre en el filo de la navaja; de ritmo pausado, pero implacable, solamente alterado por la música italiana que utiliza para comunicarse con su jefe.
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