LA BIOGRAFÍA DE BRUCE SPRINGSTEEN


 

Nos tenemos que preguntar cuál es la fuente de inspiración de los artistas musicales, su motivación, qué les lleva a escribir determinadas letras y sus respectivas músicas. En muchas ocasiones se descubre que sus temas los encuentran en la ficción, otras en su propia vida o en las luchas y reivindicaciones de la sociedad del momento. Por otra parte, la industria discográfica influye de manera decisiva para que el producto sea comercial, tenga el suficiente atractivo para un público mayoritario. Podría suceder que un artista de éxito se mirase especialmente a sí mismo, a su situación psicológica y mental, a sus emociones que miran a la infancia como inspiración para sus temas. Nos lo cuenta la película, SPRINGSTEEN: DELIVER ME FRON NOWHERE, escrita y dirigida por Scot Cooper, basada en el libro de Warren Zanes, sobre un periodo de la vida del cantante norteamericano tras la gira del álbum The River, en la que se retira a su tierra natal para descansar y componer Nebraska, un disco crudo y evocador, de carácter existencial, que rompe con lo que hasta ese momento había compuesto.



El protagonista alquila una casa en un paraje idílico, rodeado de un bosque y frente a un lago. Próxima se encuentra la ciudad que le vio nacer a la que visita periódicamente para tocar invitado en un bar y ver a los amigos. Su intención es componer en la habitación de la misma con una grabadora de cuatro pistas, un micrófono y una guitarra. Le ayuda un conocido para controlar el sonido. Pasa la mayor parte del tiempo solo o viendo la televisión, principalmente películas. Su mente se llenan de recuerdos de la infancia junto a su familia, en la que el padre era aficionado a la bebida, circunstancia que provocaba frecuentes discusiones y maltratos. Recuerda, que a veces, le enseñaba a boxear, una escusa para darle un golpe; en otra ocasión, yendo al colegio, le subió en su camioneta para llevarlo al cine, o a jugar junto a una mansión en medio de los maizales secos. Springteen quiere volver a la realidad, a la verdad de sí mismo, mientras está cerca de lo que fue su entorno.



El resultado son canciones que surgen de sus recuerdos de la infancia, de sucesos violentos del pasado, también del presente, de su relación con una joven, madre de una niña, aficionada a su música; de sus visitas a Atlantic City, de los días felices juntos. Unas canciones cuyo estilo más bien folk, sorprenden a su manager y a su discográfica. Entre ellas hay otras, producto de su propia fama, como Born In The USA, fruto de un guion para una película con Al Pacino, que no rodará. De todas las formas, la discográfica acepta publicar el álbum Nebraska tal como lo concibió Springsteen en su casa del bosque, sin ningún arreglo que lo mejore, con un cierto eco, relacionado con su espíritu evocador. Sin duda un signo de una crisis de decisión, de a dónde dirigir su carrera, si directamente al éxito, o subrayando un punto de inflexión para mirar a su propio interior. A sus treinta años todavía se preocupa de sus padres a los que mantiene económicamente. El empeoramiento de su salud, hace que se vaya a vivir a Los Ángeles. Allí tendrá que tratarse una fuerte depresión, pero tras diez meses, volverá a llenar estadios con su música. Habrá puesto rumbo al éxito mundial.

ICONOS DE ROBERT CAPA


El Círculo de Bellas Artes de Madrid presenta la exposición, ROBERT CAPA. ICONS, que reúne unas 250 fotografías y materiales procedentes de la Golda Darty Collection y de los archivos de Magnum Photos. Su recorrido por el visitante supone una experiencia extensa e intensa ante la retrospectiva de este mítico fotógrafo de guerra, fotoperiodista, protagonista de cinco conflictos bélicos esenciales del siglo XX: la Guerra Civil Española, la guerra Chino-japonesa, la Segunda Guerra Mundial, la primera guerra árabe-israelí y la guerra de Indochina, donde moriría prematuramente a los 40 años tras pisar una mina antipersona, pues él siempre creyó que la mejor imagen era la que se tomaba más cerca. Nuestro protagonista nació en Hungría donde se formó en la profesión, luego tuvo que emigrar a Alemania, donde se hizo profesional del medio. La llegada de los nazis al poder le obligó a instalarse en París, donde creó su primer estudio de fotografía en cooperativa con otros fotógrafos como Gerda Taro y David Chim Seymour.






El recorrido de la exposición tiene seis apartados, Capa antes de Capa, 1933-1936; Guerra Civil Española, 1936-1939; II Guerra Mundial, 1939-1945; Últimos reportajes, 1947-1954, que aborda toda su trayectoria como fotógrafo de guerra; y En tiempos de paz, dividido en las secciones: Moda y Turismo; Retratos; Capa en color y la Fábrica de Imágenes. De la misma manera, durante este recorrido, se escogen las fotografías más relevantes que tienen una explicación más profunda, convertidas en auténticos iconos. Tres vídeos completan la visualización total, uno primero donde se presenta una película de España en 1936, donde colaboró; otro, sobre las famosas fotos del desembarco de Normandía; y otro final que recorre toda su obra en color. Capa fue un fotógrafo precoz. Entre sus primeras obras se encuentran las que hizo de Trotsky en 1932. El conflicto español le encumbró junto a Gerda Taro, su pareja. Desde oficina de París, enviaban las fotos que tomaban en nuestro país para revistas como Vu, Regards o Life. 






De la Guerra Civil, se presentan dos fotografías emblemáticas: la Muerte de un miliciano, de la que no se conoce su negativo, solo las copias de las revistas. Una de ellas nos permite afirmar que no fue tomada en Cerro Muriano, sino en Espejo, y parece ser una simulación del combate. Otra, fue la de la casa bombardeada con niños en Vallecas, representada por una copia de la época, como todas las de la exposición. El presentar, a su vez, las revistas, donde fueron publicadas eleva su interés. Las fotos más relevantes de la guerra mundial, fueron las tomadas en el desembarco de Normandía. Unas fotos problemáticas, pues se dijo que tomó unas cien, cuando se han conservado solamente unas once. La explicación más verosímil es que no le dio tiempo a tomar más en medio del violento combate a su alrededor, pues tuvo que retroceder a un barco, tras permanecer media hora en Omaha Beach, el sector más difícil de las playas, y retroceder a la costa inglesa. También por las dificultades de manejar la cámara Contax en un lugar tan inhóspito.






El comienzo de la Guerra Mundial le forzó a emigrar a EEUU junto a su madre y su hermano, dejando gran parte de sus materiales, entre ellos la famosa maleta mexicana, en París. Tras la contienda, en la que participó, desde 1942 en el Norte de África, luego Túnez, Italia, Normandía, y Alemania, donde capturó en Leipzig, otra de sus fotos emblemáticas, la muerte del soldado ametrallador. Sus últimos reportajes fueron en la URSS junto al escritor John Steinbeck, la guerra árabe-israelí, y finalmente el conflicto de Indochina, donde fallecería en 1954. La exposición muestra las fotos que hizo en los arrozales donde caminaba junto al ejército, minutos antes de pisar una mina. Llevaba dos cámaras, una con un carrete en blanco y negro y otro en color, técnica que empezó a utilizar desde los años treinta. Los reportajes de guerra, por aquella época, no eran los más importantes para él, se dedicaba, tras fundar la Agencia Magnum en 1947, y escribir sus memorias de reportero, a la fotografía de moda, cine y retrato, que muestran un fotógrafo vitalista y cultivador de la amistad de actores como Ingrid Bergman y artistas como Picasso o Matisse. Fue testigo de una época que vivió con intensidad.
 




FRENTE AL VERDUGO


En la dictadura teocrática de Irán, la población debe seguir las estrictas normas de conducta promulgadas para preservar tal Estado que limita las más elementales libertades y derechos fundamentales. La libertad de expresión, una forma determinada de vestir para la mujer, realizar fotos en lugares no apropiados, pueden ser considerados motivos de multa o incluso penas de reclusión. Por un lado, se encuentra la gente que considera que los hechos de la vida son inevitables según la voluntad de Dios, por otra, aquella que esto le parece una impostura ultra religiosa, cuya represión diaria que padecen por esta razón, carece de sentido, y favorece solamente a un grupo de fanáticos, que despliega toda su violencia con la mayoría disidente. Pudiera suceder, en estas circunstancias, que una persona torturada en prisión encontrase por casualidad que su verdugo llama a su taller porque busca ayuda para reparar su vehículo averiado. Y que él decide, seguirle, y a la mañana siguiente secuestrarle para vengarse del sufrimiento padecido. Es lo que le sucede al protagonista de la película, UN SIMPLE ACCIDENTE, escrita y dirigida por Jafar Panahi, que mereció la Palma de Oro en el pasado Festival de Cannes.





Vahid, el protagonista, después de secuestrar a su verdugo, y tenerle dispuesto para enterrarle vivo, le entran dudas de si verdaderamente es él. Por su cojera, y su voz, no tiene ninguna duda, pero él niega ser tal personaje siniestro. Para estar seguro, empieza a entrar en contacto con otras víctimas del mismo, como una fotógrafa, la novia que posaba junto a su futuro marido, y un joven que sufrió sus horrendas torturas, entre las que se encontraban, simulaciones de ahorcamientos y mostrarse desnudos. Todos han sido afortunados de salir vivos de la cárcel, aunque con severas consecuencias, físicas y psicológicas. Las circunstancias los han juntado y tienen que decidir que hacer con el verdugo, mientras emprenden una auténtica peripecia en una furgoneta por la ciudad. En un momento dado, suena el móvil del secuestrado, y es su hija que busca al padre porque su madre se ha puesto de parto. No tiene a nadie más a quien recurrir. Serán las víctimas quien lleven al hospital a dar a luz. El nacimiento de su hijo decidirá qué hacer con el padre.






La historia en boca de la víctimas muestra un trasfondo terrible por el sufrimiento padecido. Sin embargo, el director le da un tratamiento cómico mientras se juntan y deciden qué hacer. El espectador se deja seducir mientras transcurre el tiempo que le retienen. Al final, tras el nacimiento de su vástago, deciden un final con un cierto suspense. Demuestran que a pesar de lo que les hizo, ellos nunca perderían la humanidad; nunca le castigarían con la pena de muerte, nunca se vengarían  por lo que les hizo,  más todavía, si pide perdón, y reconoce quién es en realidad, aquel verdugo, que perdió una pierna en la guerra, y ahora, se dedica a servir al régimen con extrema crueldad.

LUCHA POR LA LIBERTAD


 

Hubo un tiempo de guerra y opresión durante los años treinta y cuarenta del siglo pasado. Primero fue la Guerra Civil española que enfrentó al gobierno democrático de la Segunda República contra el ejército rebelde apoyado por el fascismo. Luego, tras su victoria en España, el combate mundial que cambió la historia y la vida de las personas de forma radical. Fue un tiempo de exilios y de lucha por mantener la libertad y la cultura  propia. Eso lo hacen los protagonistas de la película, KARMELE, escrita y dirigida por Asier Altuna, basada en la novela de Kirmen Uribe, que cuenta la historia de una mujer de ese nombre desde que fue expulsada con su familia del País Vasco en 1937 por el avance de las tropas franquistas hasta la posguerra que tiene que emigrar a Venezuela para mantener a sus hijos.



Karmele y su familia son fieles a sus costumbres y a su lengua materna, el euskera. Vive junto a la ría, pues el padre se dedica a la pesca y tiene un pequeño barco de su mismo nombre. Las tropas franquistas en su avance hacia el control del norte de España, se apropian de su casa y sus bienes. Mientras sus padres se establecen en el sur de Francia, ella ayuda como enfermera a la resistencia republicana. Tras su derrota pasa la frontera, y en el exilio, le contacta la embajada cultural vasca, para que apoye su causa y la de los presos, a través de la música y las danzas propias de su tierra. Sin embargo, después de realizar una gira por las principales ciudades, se declara la guerra contra la Alemania nazi. En ese periodo había conocido a su futuro marido, Txomin, un trompetista del grupo, al que unirá su destino.



La pareja, entonces, decide viajar a Venezuela, donde podrán seguir apoyando la causa vasca y la lucha contra el fascismo. Mientras hacen sus respectivos oficios, sirven como espías con el apoyo de los norteamericanos. A su regreso a casa, descubren que el fin de la guerra no supone la derrota del régimen de Franco, y los apoyos exteriores desaparecen en un nuevo orden bipolar impuesto por la Guerra Fría. De  todas formas, piensan continuar la lucha en un País Vasco asolado por la represión dictatorial, que les causará en última instancia su ruina.

LAS IMÁGENES DE ROBERT RAUSCHENBERG


 

La Fundación Juan March presenta la exposición, ROBERT RAUSCHENBERG: EL USO DE LAS IMÁGENES, que pretende reinterpretar su obra como una práctica esencial y estructuralmente fotográfica, que coincide con el centenario de su nacimiento, cuarenta años más tarde, en 1985, que la fundación organizase su primera exposición en nuestro país. A lo largo de su trayectoria, la manera habitual de trabajar del autor fue fotografiar y usar y reusar imágenes. Lo destacado es el cómo lo realiza, que supone además la experimentación de distintas técnicas de transportarlas al lienzo. La exposición se divide en seis secciones que marcan los hitos clave de su evolución a través de cinco décadas entre 1949 y 2000. La primera de ellas, se dedica a su práctica fotográfica, que arrancó en los años de formación en el Black Mountain College. Para el autor la cámara era un medio de comunicación fruto de su timidez. Pretendió en un principio fotografiar América palmo a palmo, pretensión que tuvo que abandonar por la enormidad del proyecto. Luego fotografió distintos países del mundo como el que realizó junto al pintor Cy Twombly por Europa y el norte de África en los años cincuenta.



El eje de la producción artística de Rauschenberg fue la experimentación y la incorporación de nuevas técnicas. De esta manera, en el principio de su carrera realizó los Blueprints (cianotipos), imágenes de objetos o cuerpos enteros obtenidas sobre papel fotosensible. Por la misma época, empezó con los llamados Combines (combinados), unas piezas concebidas a modo de collages tridimensionales, donde incluía fotografías tomadas de la prensa. Además, experimentó con la transferencia de esas imágenes ejerciendo presión y sirviéndose de disolventes. Son sus Transfer drawings (dibujos transferidos). Posteriormente, con la finalidad de reproducir una misma imagen en más de una ocasión, aprendió a realizar litografías, y sobre todo, serigrafías, tras visitar el taller de Andy Wharhol a comienzos de los años sesenta. De esta técnica fueron creadas las Silkscreen Paintings (pinturas serigrafiadas), que le llevaron a ganar el Gran Premio Internacional de la Bienal de Venecia de 1964. Una técnica que le permitía jugar con la escala y usar varias veces la misma fotografía. Unas imágenes que se presentaban con un orden aleatorio, aparentemente anárquico, pero que tenían en realidad, una lógica interna, sin jerarquías.



Un nuevo hito de su trayectoria, fue la realización de escenografías para espectáculos de danza junto a la coreógrafa y bailarina, Trisha Brown, en dos espectáculos, donde el artista empleó sus propias fotografías. En uno, Glacial Decoy (Cebo Glacial) caracterizado por cuatro pantallas donde se proyectaban; en el segundo, Set and Reset (Ajuste y reajuste), las serigrafió en una tela que sirvió de vestuario. Por otro lado, en 1984, presentó en las Naciones Unidas el proyecto ROCI (Intercambio Cultural Transoceánico Rauschenberg), que pretendía el intercambio cultural y diplomático con países que era imposible por su régimen político. Pensaba el contacto artístico produciría paz y entendimiento. Para ello durante los años ochenta viajó a la Unión Soviética, Alemania del Este, Tíbet, Cuba, México, Venezuela o China donde organizó una exposición con los resultados a partir de fotografías tomadas en cada uno de los lugares. 



A principios de los años noventa empezó a utilizar impresoras de inyección de tinta para reproducir sus imágenes y luego, transferirlas, lo que le ahorraba gran parte del trabajo. Su experimentación le llevó a transferir, de nuevo,  imágenes sobre un fondo de yeso, que recuerda a la pintura al fresco. La última sección termina con una serie de características autobiográficas realizada en huecograbado, llamada Ruminatios (Rumiaciones). Finalmente, recordar una de sus ideas, hoy de actualidad,  que es la necesidad de comprender  que la destrucción es el subproducto defensivo de la ignorancia y de las mentiras y que en último término la paz está en manos del único vehículo que queda sin corromper: el arte.



LA INFILTRADA DE ETA


 

La organización terrorista, ETA, fue creada en 1958 durante el franquismo. Al termino de la dictadura, en 1975, había asesinado a 45 personas. La llegada de la democracia supuso que parte de la organización abandonara las armas en favor de la lucha política. La otra seguiría la actividad violenta hasta su disolución en 2011. Solamente en los años ochenta, fruto de la misma, se produjeron 400 víctimas. En su trayectoria sangrienta, se recuerdan atentados masivos como el de Hipercor o el de la casa cuartel de Zaragoza. A mediados de los años noventa, la organización cambió de estrategia, además de atentar contra militares y policías, decidió atacar a los políticos, concejales, dirigentes y jueces, en la llamada socialización del sufrimiento. En esta época comienza la película, UN FANTASMA EN LA BATALLA, que cuenta la historia de una joven guardia civil infiltrada en ETA, a cuya misión se presta voluntaria desde Andalucía donde vive, a pesar que tiene que renunciar a su vida personal.



Amaia reúne condiciones adecuadas para infiltrarse en ETA: sabe hablar un poco eusquera, además de dominar inglés y francés por sus estudios de filología. Le favorece, también, su carácter solitario, metódico y ordenado. La manera para acercarse a la organización será trabajar en una ikastola dirigida por Begoña, que es un miembro destacado de la misma. Su origen, para contarlo cuando se lo requieran, será que nació en el País Vasco, y compatibiliza su trabajo con el cuidado de su madre enferma en una residencia de mayores de San Sebastián donde se desarrolla la acción. Sus simpatías con las ideas de Herri Batasuna le favorecen para su integración. Una de sus primeras labores será alojar a Arrieta, un miembro del aparato logístico, encargado del apoyo a los comandos. Así se encargará de dar las llaves del Renault 6 para cometer el atentado contra Gregorio Ordoñez.



La misión de Amaia es a medio y largo plazo, sin importarle los acontecimientos dramáticos que protagoniza la organización como asesinatos de políticos socialistas como Fernando Múgica o el exministro Ernest Lluch. Su objetivo es llegar al sur de Francia y estar lo más próxima posible a la dirección y descubrir los zulos o almacenes de armas y documentos. Antes, desde su piso en San Sebastián, logrará pasar la información de un teléfono móvil y la localización de explosivos junto a la detención de miembros de la banda, y lo más relevante, la localización del lugar donde tenían secuestrado a Ortega Lara. Con el tiempo, la protagonista, si quiere pasar a Francia, tiene que implicarse más, y participará en un supuesto atentado contra un guardia civil, a la que ella le dispara en un forcejeo. Fruto de ello, decide no utilizar más las armas, y dejar ETA con el pretexto de querer casarse. 



El asesinato de Miguel Ángel Blanco hará que regrese de nuevo al País Vasco. Esta vez, en medio de las detenciones de Begoña y otros miembros con los que había colaborado, que propiciará que sea trasladada al sur de Francia, donde será conductora en distintas acciones. Una actividad que le permitirá descubrir los zulos y las viviendas donde residía la dirección. Es la parte de más intriga de la película, cuando la banda sospecha que está infiltrada al multiplicarse las detenciones de la policía, y no les basta con asesinar a un topo, sino que ponen el foco en la misma Amaia, hasta el momento libre de sospechas, y que sabía guardar las distancias para no ser descubierta. Agustín Díaz Yanes demuestra su sabiduría en el tratamiento de la historia: sobria, precisa, llena de silencios, de peligro por la impostura de la protagonista, siempre en el filo de la navaja; de ritmo pausado, pero implacable, solamente alterado por la música italiana que utiliza para comunicarse con su jefe.