El Caixaforum de Madrid presenta la exposición, TIEMPOS INCIERTOS. ALEMANIA ENTRE GUERRAS, sobre el periodo bajo el régimen de la República de Weimar, entre 1919 y 1933. Un periodo convulso de crisis económica y social, pero a la vez profundamente democrático, de desbordante creatividad cultural en todos los ámbitos. La muestra hace una explicación sobria y pedagógica del periodo, primero desde el punto de vista histórico, luego económico, para centrarse en distintos apartados específicos que merecen una precisa puntualización. Fue un periodo que arranca y termina de la misma manera a través de una trinchera de altos muros negros donde se proyectan, primero el número de muertos y heridos de la Primera Guerra Mundial, y al final, las cifras incrementadas del segundo conflicto internacional. Antes, se conoce la deriva totalitaria de Alemania con el ascenso de Hitler al poder que provoca la creación de una dictadura. De esta manera, podemos conocer, con amplio conjunto de pinturas, esculturas, fotografías, documentos escritos y sonoros, películas originales, vídeos y maquetas, éste rico periodo.
Alemania cayó derrotada por los aliados en noviembre de 1918. Las consecuencias no se hicieron esperar. El Kaiser abdicaría y el régimen se convertiría en una república parlamentaria que tuvo que hacer frente a la revolución comunista liderada por Rosa Luxemburgo. La constitución de 1919 establecería un Estado plenamente democrático regido por el sufragio universal y la defensa de los derechos de la libertad e igualdad. Sin embargo, tuvo que hacer frente desde el principio a fuertes problemas sociales a causa de la crisis económica producida por las reparaciones de guerra establecidas en el Tratado de Versalles y cuyo síntoma más importante fue la hiperinflación. Una crisis que finalizaría en 1924 debido al apoyo mediante créditos de EEUU. Se iniciaba una época dorada hasta 1929, cuando se produce el famoso crack bursátil, que implicaba la retirada de las inversiones norteamericanas, que se tradujo en millones de parados.
La exposición tiene varios apartados que nos ofrecen un retrato preciso de la importancia en todos los ámbitos de los 14 años que duró la República de Weimar. Un valor para entender el pasado, como nuestro presente, y el mismo futuro. La Gran Guerra dio fin al llamado mundo de ayer, denominado por el escritor Estefan Zweig. También a ese apogeo de la burguesía descrito por Thomas Mann. Se abría un tiempo de confrontación entre el individuo y la masa que se movilizaba para conseguir sus reivindicaciones. El cine expresionista, propio del periodo, trata de la manipulación de las colectividades. Walter Benjamín subrayó la estetización de la política del fascismo, así como de la politización del arte del comunismo. Las obras artísticas del periodo son un reflejo de ello. La sociedad democrática está asediada por la desigualdad económica. La riqueza de unos y la pobreza de la mayoría. Bertolt Brecht llegó a afirmar que el arte no es un reflejo de la realidad, sino un martillo para darle forma. Por otra parte, este periodo de libertad lo es de empoderamiento de la mujer y de considerar otros roles de género.
Llegada la estabilidad económica se impuso en la representación pictórica la llamada nueva objetividad, el realismo, frente al expresionismo y el radicalismo dada de los primeros años después de la guerra. También influye el constructivismo ruso con su lenguaje abstracto. La experiencia más significativa de la República de Weimar fue la escuela, primero de arte, luego técnica de la Bauhaus. Una escuela que desde el principio unió el saber teórico con el práctico, llevado a cabo por relevantes artistas. Posteriormente, en la nueva sede de Dessau se transformó en un centro de diseño dirigido a la industria. La llegada de los nazis al poder, y con Mies Van Der Rohe como director se centraría en la arquitectura hasta su cierre. Podemos conocer en la exposición los productos innovadores formalmente que salieron de ella. Son representativos del diseño funcional contemporáneo. Por otra parte, la música mostró su vertiente más innovadora y transgresora con el dodecafonismo de Schönberg y el teatro musical del dramaturgo Bertolt Brecht y el músico Kurt Weill.
La ciencia, además amplió el determinismo del principio, causa-efecto, por las aportaciones de la teoría de la Relatividad de Einstein, y sobre todo del principio de incertidumbre de Heisenberg desde de física cuántica. Esta situación se ve reflejada en la confrontación filosófica entre Ernst Cassirer, de carácter neokantiano, que sigue la tradición ilustrada de la modernidad, por el que el ser humano es un animal racional, que sigue los valores universales de la humanidad: libertad, moralidad y racionalidad, opuesto a su cuestionamiento por Martin Heidegger, que los cuestiona en favor de la angustia existencial, donde no existe nada permanente, regido por la incertidumbre, donde destaca la ilusión y el autoengaño. Dos maquetas ilustran ambas posturas. En una la bola recorre el trayecto condicionado por el trazado dirigido a un fin, en otra se pierde en múltiples vericuetos. La muestra termina con el fin del sueño democrático al llegar Hitler al poder, que propicia la persecución de los opositores y de todas aquellas ideas contrarias a su ideología totalitaria. Un sueño que, por tanto, produce monstruos, aquellos que Goya llevó al grabado más de un siglo antes, y que pueden contemplar los visitantes.
El recorrido de la exposición acaba resaltando el parecido entre el periodo histórico de Weimar y el mundo, porque aquellas tensiones que vivió, las tenemos de alguna manera hoy. Vivimos en un mundo en constante cambio que alumbra un futuro distinto. Sentimos la incertidumbre de este presente en constante transformación. Debemos saber como afrontarlo. No debemos caer en la angustia y el miedo. Las soluciones se encuentran en la reflexión, el debate, la escucha y la participación.
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