LA FOTOGRAFÍA DE CHRISTER STRÖMHOLM


 

La Fundación Mapfre organiza la exposición CHRISTER STRÖMHOLM, que es una retrospectiva de este fotógrafo sueco, que desde adolescente abandonó su entorno acomodado, para formarse en las Bellas Artes, primero en Alemania y luego en Francia. Encontraría en la fotografía su medio propio de expresión, hasta tal punto que constituye una parte de si mismo, de su experiencia vital. De hecho, es su vida la que representa y su propia imagen. Sería determinante en su trayectoria, la participación en los acontecimientos bélicos europeos desde los años treinta: la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial. En la posguerra, se consolidaría como artista en París. Conocería a grandes artistas como Cartier-Bresson y Brassaï, de los cuales recibiría influencia. Así de este último, su fijación por los grafitis y los rótulos de una ciudad nocturna. 



Strömholm, según su opinión, no hace fotografías, sino crea imágenes donde hay una oposición entre contrarios y una atracción por la naturaleza existencial de las cosas y de las gentes. La imagen expresa las virtudes y las cualidades de ellas, y la condición humana. Tiene especial objetivo en las personas más débiles de la sociedad: mujeres prostituidas, transexuales, la propia infancia pobre, con las cuales convive. Pocos han fotografiado a los niños y niñas como él. La exposición tiene una muestra dedicada a España. Corresponde a su etapa de viajes hasta mediados de los años sesenta. Hizo de guía turístico a la vez que realizaba fotografías. Vemos a prostitutas, niños jugando en la calle, siniestros guardias civiles que encarnan la represión de la dictadura; los marineros norteamericanos que nos visitaban en plena Guerra Fría. Un conjunto de su obra lo constituyen los retratos de artistas, fruto de un encargo comercial, de los pocos que tuvo en su trayectoria. Destacan los de Giacometti, Antonio Saura, Tapies, Chillida o Le Corbusier. 



El fotógrafo se fue a vivir a un pueblo apartado de la Provenza. Allí pudo reunir los objetos más variados y peculiares encontrados en sus viajes. Tuvo fijación por ellos con un sentido surrealista de descubrir sus propiedades inherentes y significativas. Después de su periodo viajero que le llevó por todo el mundo, encontró allí un refugio para desarrollar sus proyectos sin estar marcado por la urgencia del paso del tiempo. No si antes ser docente en la escuela de fotografía de Estocolmo por diez años, donde se formaron los fotógrafos más importantes de Escandinavia. Su reconocimiento pleno llegaría con la exposición de 1986 en el Moderna Museet de la capital sueca. Sin duda, el aficionado reconoce a uno de los grandes autores del medio, de una fotografía documental subjetiva, en un periodo de grandes transformaciones socioeconómicas, que no se muestra ajeno a las imágenes que crea, forman parte de su existencia, y nos hace partícipes. 




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