LOS AÑOS 20 EN MADRID




La Comunidad de Madrid organiza en la Sala de Exposiciones Cristóbal Portillo del Archivo Regional, la muestra, LOS 20 DEL XX. UN GARBEO POR MADRID, que presenta un recorrido interactivo guiado por personajes de la época a través de unos monólogos teatralizados, a los que se une un conjunto amplio de materiales, fotografías, vídeos, carteles, cartas, postales y otros objetos que nos describen cómo fue aquella época. Madrid se transformó en pocos años desde sus edificios hasta el vestuario, pasando por las costumbres más cotidianas de sus gentes. Todo esto nos lo cuenta la exposición organizada en seis secciones. La primera titulada Una metrópoli moderna, alude a sus cambios urbanísticos, centrados en la terminación de la primera parte de la Gran Vía, iniciada en la década anterior. Supuso la destrucción de muchos edificios, para abrir una vía ancha para el tráfico en el casco histórico de la ciudad. Allí se construyeron inmuebles de monumentales fachadas de estilo ecléctico historicista y racionalista. Las clases sociales más modestas se desplazaron a la periferia, y las altas al ensanche.






La Gran Vía fue el lugar para el desarrollo de las nuevas costumbres de los años XX, la ampliación del tiempo del ocio, ya sea con el cine y el teatro, y el consumismo en masa, con grandes almacenes y tiendas. La sección, Un nuevo estilo de vida, nos habla de una ciudad que cada vez crece más en población hasta acercarse al millón de habitantes. Allí llegan desde el campo numerosos emigrantes, atraídos por la información proveniente de los medios de comunicación, la prensa, la radio, los anuncios publicitarios protagonizados por hombres y mujeres, que muestran su nuevo estatus social con ropas a la última moda. Aunque existe una brecha de desigualdad económica, esta se atenúa con el crecimiento de la clase media asociada a las nuevas actividades laborales de la época. Son Tiempos de cambio, como se llama la tercera sección, donde se observa el protagonismo del proletariado que consigue la jornada de ocho horas, el descanso dominical y el aumento de los salarios. 






Además, la extensión de la cultura y la educación a cada vez más capas de la sociedad. Es la época dorada de la Residencia de Estudiantes o la Residencia de Señoritas. La mujer se incorpora al conocimiento y todo tipo de actividades antes protagonizadas por hombres. Igualmente, se empieza a construir la Ciudad Universitaria. El cuarto apartado, Todo es innovación, destaca el desarrollo de la aviación como medio de transporte y del uso de la electricidad los hogares, permitiendo la utilización de aparatos que mejorarán a vida cotidiana. También el uso cotidiano de los automóviles y el tren subterráneo para atravesar la ciudad más fácilmente. Por estos años se realizó la primera llamada telefónica al continente americano. La radio, de esta manera, se convertirá en uno de los más importantes medios de comunicación.


 


Se constituye, La sociedad del ocio, el nombre de la quinta sección, que describe una ciudad protagonizada por numerosos espectáculos teatrales de todo tipo, desde obras clásicas a modernas. Corresponde con la época dorada de las grandes divas de ese espectáculo en nuestro país, como Margarita Xirgu, Catalina Bárcena, María Ladrón de Guevara o Laura Pinillos. De autores destaca, Jacinto Benavente, Pedro Muñoz Seca o Carlos Arniches. Igualmente, son los tiempos álgidos del folclore y las revistas, sobresaliendo artistas como Pastora Imperio, Conchita Piquer, Celia Gámez y Raquel Meller, entre muchos nombres. Hay una cultura del entretenimiento donde si inscriben los espectáculos de circo, lucha libre y boxeo, por no decir, el mismo espectáculo cinematográfico, ahora favorecido por la construcción de espectaculares salas de proyección. 



Estos profundos cambios de todo tipo en la sociedad no podrían funcionar sin que la población tuviese un conocimiento de los mismos, es el tema de la última sección, Ávidos de información, que nos da cuenta de la existencia de numerosas cabeceras de prensa diaria matutina y vespertina. Entre ellas destaca la editora del periódico El Sol, donde escribían las mejores plumas del momento. Su propietario, el empresario Nicolás María de Urgoiti y Achucarro, del que el Archivo Regional conserva sus documentos, fue un emprendedor de éxito, propietario de la editorial Calpe que mantuvo estrecha relación con el grupo de intelectuales conocido como Generación del 14.

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