ABUSO MORAL


 El régimen de los ayatolás somete a la población a una dictadura moral, que afecta a todos los órdenes de la vida. Desde la vida privada hasta las modernas redes sociales, pasando por la justicia o las deudas económicas. En este ambiente puede surgir un choque de planteamientos sobre lo que es más adecuado o lo que es más injusto, cuál es el bien o el mal, el camino correcto o incorrecto. Entre estos dilemas se encuentra el argumento de la película, UN HÉROE, escrita y dirigida por Asghar Farhadi, donde se plantean varios dilemas morales a propósito de una deuda económica. Una deuda que ha llevado a la cárcel a Rahim, el protagonista, que en un permiso trata de pagar en parte para volver a ser libre. Sin embargo, la situación se le complica cuando intenta anteponer el bien común, al interés personal.




La novia de Rahim, Farkhondeh, que es la logopeda de su hijo, había encontrado un bolso con monedas de oro. Tenía pensado venderlas para poder pagar parte de la deuda, pero al no cubrir el importe total de la misma, decide devolvérselas a la persona que las perdió. Para ello, Rahim, decide poner carteles con el teléfono de la cárcel, para devolver el bolso y el dinero. Un día recibe la llamada de una mujer que dice ser la propietaria. Los directores de la cárcel aprovechan la circunstancia para mostrar el valor moral de Rahim, que aunque ha sido condenado por deudas, prefiere anteponer el bien social, que su propio interés. Así, el protagonista sale en la televisión y recibe numerosas entrevistas. Igualmente, se busca el apoyo de una fundación que recauda fondos para ayudar a los presos económicamente.




Todo marcha bien para Rahim, que se ha convertido en un auténtico héroe para la sociedad iraní, un modelo a seguir. Incluso el deudor, que fuera su cuñado, que le avaló en un negocio, aunque desconfía, permite que salga de la cárcel a cambio de parte de la deuda. El resto la iría pagando con un puesto de trabajo en el ayuntamiento de la ciudad. Pero todo se viene abajo cuando no le dan el trabajo, y por tanto poder pagar la deuda porque tiene que presentar pruebas que realmente existió la mujer propietaria del bolso y la monedas. Una circunstancia difícil porque era una persona que se movía en el anonimato para no ofender a su marido, y se desconoce en qué lugar vivía. Entonces, Rahim decide urdir una mentira. Su novia se hará pasar por la mujer al que devolvieron las monedas. Pero la policía moral del ayuntamiento descubre todo el embuste y deniega la posibilidad de conseguir el trabajo.




El director muestra un conjunto de choques morales al espectador desde la perspectiva iraní. Por una parte la del protagonista que trata de conseguir la libertad, y por otra la del avalista, que no creé en la autenticidad moral del anterior. Rahim en todo momento se muestra con un verdadero afán de salir de la cárcel, sin mala intención de mentir, solo de salir hacia adelante, pero no puede luchar contra su excuñado, que no confía en que sus fines sean buenos, y prefiere que esté en prisión. No piensa que sea una cuestión moral, sino de interés económico. De todas las maneras, el verdadero culpable es el régimen al que está sometida la justicia y todas las relaciones sociales. En un primer momento, crea un héroe moral, para luego dejarle caer, negarle la oportunidad de vivir con su familia, después de manipularle para que actuase según su conveniencia. 

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