El final de la adolescencia son años decisivos. Se toman decisiones individuales que marcarán tu futuro personal. Para ello influyen, la vocación o preparación educativa que poseas; los deseos de tus padres, y las circunstancias ambientales que rodean tu propia vida. El director italiano Paolo Sorrentino, que escribe y dirige la película, FUE LA MANO DE DIOS, nos cuenta, a modo de autobiografía, cómo su vida con su familia en Nápoles, la rutina de los estudios en el colegio, se vio alterada positivamente con la euforia que supuso la llegada de Diego Armando Maradona a la ciudad para jugar en su club de fútbol. Sobre todo salir adelante tras el fallecimiento de sus padres en un triste accidente, y el despertar de su vocación cinematográfica.
Fabietto Schisa, el joven protagonista, es su alter ego en la película. A través de él descubrimos a su excéntrica familia, que reunidos muestran sus peculiaridades. Quien le llama la atención es su tía Patrizia, una mujer muy atractiva y con problemas mentales, que acabará en un manicomio a causa de su imposibilidad de tener hijos. Severio, su padre es director de banco. Se confiesa comunista y tiene una amante encubierta. María, su madre, hace juego malabares con gran habilidad, y con la misma soltura, maneja a toda la familia, haciendo bromas. A su hermano mayor, y a su hermana, que siempre está encerrada en el baño. Sus tíos podrían formar parte de un casting de Federico Fellini, que casualmente se produce en los años que sucede la película.
Dos acontecimientos van a influir en la vida de Fabietto. La muerte de sus padres cuando estaban en su casa de la montaña recién estrenada. Y la llegada de Maradona al Nápoles, que le convertirá en uno de los clubes de fútbol más importantes al conseguir el scudetto de Italia. Más importante es la ilusión de los napolitanos de todas los ámbitos, desde traficantes de drogas hasta estudiantes de secundaria, pasando por empleados de banca. Esta ilusión diaria de ser los mejores, alimentadas en las victorias en el campo de juego, ayudará a despertar amistades y vocaciones, como la del protagonista en la cinematografía, que le ayudará a emigrar a Roma para estudiar cine, y especialmente, cuando en el Mundial, Maradona metió un gol claro con la mano simulando ser con la cabeza, y dijo que fue la mano de Dios.
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